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Casi trescientos pasajeros, muchos de ellos cántabros, se quedaron ayer tirados en los aeropuertos de Ciampino (Roma) y Seve Ballesteros (Santander) tras la cancelación de la conexión que opera Ryanair entre ambas ciudades. El aeropuerto romano se vio afectado por la imponente nevada que cubrió ... de blanco la Ciudad Eterna y muchos vuelos quedaron en suspenso, pero los pasajeros de la conexión con Santander empezaron a impacientarse cuando la nieve se fue derritiendo y otros aviones que no eran el suyo comenzaron a despegar desde el aeródromo de Ciampino. Al cierre de esta edición la compañía irlandesa de bajo coste no había ofrecido ninguna explicación a este diario sobre los motivos del retraso más allá de la nieve de los vuelos Roma-Santander de las 12.45 horas y Santander-Roma de las 15.40.
En Roma seguían anoche atrapados 150 pasajeros que llevaban esperando en el aeropuerto desde antes de las diez de la mañana. A ellos tampoco les llegó una respuesta «satisfactoria» de Ryanair. Según explicaron a este diario los afectados, la compañía de vuelo les ofreció una noche de hotel, aunque advirtieron de que no habría un avión disponible «antes del jueves o el viernes», según Ramón, uno de los viajeros que se desesperaban ayer en Roma. Lo que no les aclararon es por qué no despegaba su avión una vez que la nieve había desaparecido de la pista de aterrizaje. «Es cierto que a primera hora había mucha, pero ahora luce el sol. No pueden tenernos aquí. Que nos saquen de alguna manera, en autobús o como sea», reclamaba el afectado cántabro. Otro aseguraba que habían salido varios vuelos tras desaparecer la nieve. La empresa irlandesa ofreció para salir de Roma un vuelo a Madrid el jueves o uno a Santander el viernes. No obstante, la compañía sólo se ofrecía a pagar una noche de hotel. El resto de los gastos hasta ese día correrían a cargo de cada viajero.
«Aquí no hay ningún responsable, no nos han dado ni agua ni comida y llevamos desde las diez de la mañana. Es un desastre. Esto es impresentable», se quejaban desde Roma. Casi medio centenar de pasajeros optaron por irse al hotel que ofrecía Ryanair y otros buscaron el regreso a España por su cuenta y reclamar mas adelante los gastos.
En la capital de Cantabria el escenario era parecido. Más de cien personas se agolpaban en los dos mostradores de reclamaciones. El cabreo aumentaba por momentos. Sobre todo, porque todos los usuarios se quejaban de la falta de anticipación con la que habían sido avisados. «El correo electrónico de la cancelación lo he recibido a las 14.52 horas. Y volábamos a las 15.40», explicaba Fernando Gutiérrez, que había diseñado una semana de vacaciones en la capital italiana.
Algunos de los usuarios apostaron por la vía más rápida: cancelar el billete y que les devolvieran el dinero. Fue lo que hicieron Ignacio Argumosa e Isabel Arroyo, de Los Corrales de Buelna. «Es la tercera vez que me pasa. En Navidades fue por una avería en el avión cuando íbamos a Marrakech. Otra vez cuando íbamos a Milán, en aquella ocasión por la niebla. Y ahora esto», explicaba Argumosa mientras cavilaba cómo modificar para otra fecha sus vacaciones.
Pero no todos los usuarios estaban satisfechos con la devolución del importe. «Nosotros teníamos hoteles reservados que ya no se pueden cancelar, entradas pagadas para ver el Vaticano, billetes de tren para desplazarnos por el país... Es todo un desastre. ¿Quién nos va a devolver ahora todo ese dinero?», se lamentaba Federico Rodríguez.
A su lado, un grupo de amigos debatía intensamente qué hacer. ¿Continuar adelante con el viaje que llevaban meses planeando o cancelar los vuelos? Darío de Cos, de Torrelavega, optó por la segunda opción, aunque sus amigos Borja Rodríguez y Alejandro Andrea Iglesias continuaron adelante con la aventura. «Hemos cambiado el vuelo por uno de Madrid a Nápoles para mañana martes a las 13.05 horas. Cogeremos un BlaBlaCar para llegar a Madrid y, una vez en Nápoles, nos han dicho que hay trenes para ir hasta Roma. Llegaremos este martes por la noche, un día y medio después de lo previsto». En el Seve Ballesteros, cántabros y viajeros de comunidades vecinas hacían piña para encontrar alternativas tras la cancelación del vuelo a Roma.
Aitor Soler, vecino de Avilés (Asturias), avanzaba así su plan de acción: «Me han dicho que vaya a Madrid para volar mañana y que reclame los gastos de hotel y desplazamiento, pero tampoco me aseguran que me los cubran». Esmeralda Fernández tuvo que hacer dos veces en el día el trayecto Santander-Bilbao. Primero se volvió a casa tras la cancelación. «Y como en Ryanair no cogen el teléfono de información hemos regresado otra vez a Santander para anular también el vuelo del viernes desde Roma, ya que solo nos habían devuelto el importe del que salía hoy hacia Italia. Una vergüenza».
Fueron pocos los que como Pablo Álvarez se tomaron la cancelación del vuelo con humor. «¿Qué le vamos a hacer? El tiempo es el tiempo, ahí no se puede hacer nada», decía este pasajero que debía viajar a Roma para coger otro avión que le trasladase a Bucarest, en Rumanía.
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