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La mala suerte parece cebarse con la costera del verdel de este año, que arrancó ayer sin mucho éxito. A los recortes de los cupos –de hasta un 20%– se le han sumado para esta semana, en que se abre la veda de la ... especie, unas previsiones meteorológicas que avanzan días de crudo temporal de mar. Sólo dos barcos se aventuraron ayer a inaugurar el año: Mar Caribe I, de Colindres,y Nuevo Chisu, de Laredo, y ambos volvieron con las manos vacías. No encontraron un solo pez.
«Sabíamos de antemano que iba a ser complicado pescar nada, pero teníamos que salir porque al contrario que otros, nosotros solo vamos a verdel y bonito, y eso implica que llevamos parados desde octubre. Y llega un momento en que hay que arriesgar», explica el patrón de Mar Caribe I, Bruno Fernández. Se echó a la mar tan pronto como de costumbre, «sobre las cinco de la mañana». Navegó hasta la zona norte de Castro Urdiales y aguardó a la suerte. No la encontró. «Hemos esperado. Hemos tirado el anzuelo aquí y allá pero no ha entrado nada. Nos hemos vuelto con las cajas vacías», lamentó. El reloj apenas marcaba las 13.30 horas cuando el Mar Caribe I regresaba a casa.
Bruno Fernández (Patrón de Mar Caribe I)
Algo parecido le sucedió a la segunda embarcación cántabra que ayer confió en inaugurar con éxito la costera. El Nuevo Chisu partió temprano de Laredo y avanzó hasta la zona norte de Santander, frente a la Virgen del Mar. Tampoco encontró nada. A las 13.30 estaba amarrado de vuelta en Laredo, con las cajas completamente vacías. Tiene su lógica que ningún otro barco haya imitado una aventura similar en toda Cantabria.
«Poner en marcha toda la ‘maquinaria’ cuesta dinero:en contratos, en licencias, en permisos...», explica el presidente de Cofradías de Pescadores de Cantabria, Miguel Fernández. Y dado que el clima va a obligar a amarrar en puerto lo que queda de semana, el grueso de la flota, unas 85 embarcaciones de artes fijas y 37 de cerco en toda Cantabria, ha preferido esperar; aunque sea a disgusto. Porque buena parte del sustento de estos barcos depende de que la costera de esta especie salga buena.
Todo mejora de cara a la semana próxima: «Será más fácil que más gente salga por verdel en unos días. Habrá pasado el temporal y alguien habrá localizado algo. Pero ahora, de momento, ni siquiera ha asomado a aguas del País Vasco», agrega Fernández. La cuota provisional que le corresponde a las artes fijas de Cantabria es de 2.368 toneladas, y los topes semanales de capturas para esta pesquería son de 3.000 kilos por tripulante.
Otros años el pez ha entrado algo más tarde. «Pasado San José, más allá del 19 de marzo», cuentan en la lonja de Santoña. Pero muchos patrones están ya atentos a la espera de que alguien traiga una buena carga. «En cuanto lo localicen, van a salir todos hacia allá, porque están deseando empezar», asegura Agustín Trueba, presidente de la Cofradía de Pescadores de Santander.
Miguel Fernández (Representante de los pescadores)
El verdel es un pez abundante, voraz. Entra muy bien al anzuelo y merodea relativamente cerca de la costa. «Es una costera muy agradecida porque es más fácil y lo que es más importante, duermes en casa, no como sucede con el bonito, por ejemplo. Con el bonito tienes que ir tan lejos que pasas días fuera de casa», argumenta Bruno Fernández.
El hándicap siguen siendo las cuotas. Los recortes a los que Bruselas somete la costera. «No tiene ningún sentido porque hay días que a las nueve de la mañana ya has cubierto el cupo y ves cómo el pez está en el agua. Pero claro, no puedes coger más porque luego llegas a la lonja, te mira el inspector, y tienes problemas», explican en Santoña.
De alguna manera la flota está aprendiendo a convivir con esas limitaciones. «Hemos puesto de acuerdo a todo el mundo a la hora de gestionar de manera más sostenible el recurso», indica la directora general de Pesca del Gobierno cántabro, Marta López. «Antiguamente consumían la costera en pocos días y ahora se reparte más, lo que hace que logren un precio algo más alto en la lonja y consigan salir adelante». Pero aún con todo, el panorama no es claro.
«No hay gente que invierta en un sector que está en horas bajas. No hay manera», lamenta Trueba. «En Santander han comprado un par de barcos este año. Chavales jóvenes, y ya están viendo la triste realidad y es que los cupos son insuficientes. Apenas les da para cubrir gastos», explica. Si las cosas no mejoran, los escenarios más negros dibujan un horizonte a diez años vista en que «solo va a sobrevivir el 50% de la flota que tenemos hoy en día», avanza Fernández.
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