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J.A.
Santander
Lunes, 2 de octubre 2017
Dicen los expertos que el inevitable futuro del campo es convertirse en escenario de paseos de fin de semana y vacaciones de turistas y gente de ciudad. Factores como la falta de actividad productiva, con la consiguiente pérdida de población, y el progresivo envejecimiento de los que se quedan parecen apuntar en ese sentido, pero sigue habiendo quien se resiste a que se cumplan estos vaticinios y no se resigna a dejar morir sus pueblos, que en el caso de Cantabria están tan ligados a la identidad de la región.
El Premio Pueblo de Cantabria, que este año cumple su décima edición, distingue precisamente la labor de mejora y desarrollo de sus núcleos urbanos, y constituye un reconocimiento a «todas aquellas personas que miman su entorno, cuidan y protegen la identidad de Cantabria», en palabras de José María Mazón, titular de la Consejería de Obras Públicas, institución que organiza y concede este galardón, que repartirá 130.000 para el ganador, y 10.000 a los que queden en segundo y tercer lugar.
Once localidades optan en esta ocasión a esta distinción. Un vecino de cada una de ellas argumenta en este reportaje por qué debería ganar la suya. La decisión se dará a conocer durante la segunda semana de octubre, después de que el jurado formado al efecto decida cuál de ellos lo merece, atendiendo a los proyectos acometidos en estos lugares que hayan supuesto una mejora en la calidad de vida de sus vecinos, o que respeten los valores de la tradición, la cultura o el patrimonio regional.
Mª Jesús Gutiérrez Areces/ Arroyuelos (Valderredible)
María Jesús Gutiérrez Areces es vecina de Arroyuelos, un pueblo de Valderredible, con un censo de 25 habitantes. Su núcleo se emplaza sobre un afloramiento de roca arenisca y con vistas al páramo de la Lora. «Está muy bien situado y tiene un microclima», apunta esta vecina, casada con Damián, también valluco. «Ahora que está de moda el turismo rural, podemos descubrir pequeños rincones con un encanto especial, como Arroyuelos, ya sea por el entorno natural que lo rodea, por su majestuosa ermita rupestre, o por su agua, que es riquísima». Recuerda que el topónimo parece referirse al 'lugar de los pequeños arroyos'. «Tiene todas sus casas restauradas y el ambiente en torno a la antigua escuela es muy familiar. Estamos muy orgullosos de tener una de las ermitas rupestres más espectaculares de Cantabria: la de los Santos Acisclo y Victoria, declarada BIC en 2004».
Flor García Ruiz/ Barriopalacio (Anievas)
Flor García Ruiz ha vivido toda su vida en Barriopalacio, «un pueblo donde se respira tranquilidad y se disfruta de la buena gente». Con esta carta de presentación, no tiene duda de que «nos merecemos un reconocimiento así por el trabajo que se ha hecho en los últimos años por recuperar muchas casas, la mayoría manteniendo su estilo, y en la limpieza de los barrios, los ríos y los bosques. Pero sobre todo se merece el premio por unos vecinos que hemos sabido conservar el sabor de pueblo a la vez que participar en ideas nuevas como la de la fiesta de la mitología, que le ha dado otra vida. Eso se nota en verano, cuando casi doblamos la población, vuelven a venir muchos de los que se fueron a trabajar fuera y es una gran alegría. Para los que no nos conozcan, seguro que les encantan las casonas de los indianos, el rincón de la bolera o los balcones y portaladas».
Sergio Lamadrid/ Cahecho (Cabezón De Liébana)
Cahecho es un auténtico balcón natural al valle de Liébana, Picos de Europa y la cordillera Cantábrica. Los vecinos tratamos de mantener las tradiciones y conservar los bienes comunes, y se va a rehabilitar la antigua escuela y la cuadra del toro», destaca Sergio Lamadrid. «Durante casi tres décadas hemos mejorado las viviendas y calles (hay 22 edificios rehabilitados)» y «hemos sido pioneros en Liébana en turismo rural, ya que desde 1990 se mantiene una oferta turística con gran éxito entre los visitantes». No hay que olvidar que «desde Cahecho parten muchas rutas senderistas por el entorno, ya que el viajero puede acercarse a las faldas de Peña Sagra, Pico Paraes, santuario de la Virgen de la Luz, o a la ermita de San Tirso». El pueblo, además, «mantiene su tradición ganadera y cuenta con una industria de miel con denominación de origen protegida 'Miel de Liébana'».
Rocío Collado/ Cicera (Peñarrubia)
Rocío Collado destaca las virtudes de Cicera, «un lugar único» a nivel paisajístico, que ha visto «cómo en los últimos años se han rehabilitado casas y se han construido otras nuevas». Además de la ganadería, con ganado vacuno, caballar y ovino, el auge del turismo animó a muchos vecinos a «abrir viviendas rurales, posadas, bares y restaurantes, además de un albergue por donde pasan muchos peregrinos que realizan el Camino Lebaniego, para llegar a Santo Toribio». Desde Cicera «se pueden hacer muchas rutas de senderismo por los alrededores. En el pueblo no hay mucha juventud, pero también nos hemos implicado en la hostelería. Los vecinos ponemos mucha voluntad para realizar obras en común. Se ha recuperado el lavadero del pueblo, que siempre fue muy utilizado; se mantiene el antiguo molino, y se han arreglado los caminos y calles de la localidad».
Pedro Gutiérrez Ruiz/ Esles (Santa María De Cayón)
Para Pedro Gutiérrez, «Esles merece ganar porque es uno de los pueblos más bonitos, a mí me encanta vivir aquí». Y detalla algunas de las razones: «Esles es un pueblo ganadero de toda la vida y tiene un poco de todo: patrimonio, porque cuenta con barriadas de casonas antiguas y paseos de palacios y jardines preciosos; y naturaleza, con un hayal impresionante». Pero hay más motivos a resaltar, como el hecho de que «todo está muy arbolado, y cuando caminas se agradece la sombra y se respira tranquilidad, parece un paraíso. Aquí se duerme muy bien». Además, resalta «el reloj y la torre de la iglesia. El reloj es muy antiguo, de antes nadie tenía reloj y todos nos guiábamos por él». Este vecino confía en que «Esles gane este año, porque tenemos que seguir haciendo muchas cosas, para embellecerle más, arreglar carreteras y hacer aceras para mejorar la seguridad».
Vicente de la Lama/ Mogrovejo (Camaleño)
Mogrovejo se encuentra en un enclave privilegiado a los pies del macizo Oriental de Picos de Europa, desde donde parten gran número de rutas senderistas. Las construcciones se han adaptado al entorno rural, aprovechando elementos naturales como la piedra y la madera, lo que hace que Mogrovejo siga siendo un pueblo tradicional, con el encanto y tipismo de las localidades lebaniegas de siempre», explica este vecino. «La historia va unida a su conjunto rural desde la Reconquista, ya que aquí se guardó el portaestandarte de la batalla de Covadonga, conservamos la torre medieval de los Mogrovejo, y hay casonas solariegas con escudos que recuerdan ese pasado. Nos merecemos el premio porque todos los vecinos nos hemos involucrado en mejorarlo», concluye Vicente de la Lama.
Iñigo Aguilar Sánchez/ La Iglesia (Ruiloba)
«El encanto del barrio de la Iglesia, en el corazón del municipio de Ruiloba, al cual don Víctor de la Serna denominaba el valle de los laureles, radica en su peculiar y bello conjunto arquitectónico», opina Íñigo Aguilar. «Recorriendo sus calles y callejas, observamos cómo sus casonas montañesas se entremezclan con otros edificios que rezuman por los cuatro costados su procedencia de un pasado próximo de nuestros emigrantes en Andalucía, México, Filipinas etc. En el mismo centro se encuentra la plaza y la típica bolera montañesa, un punto de partida para perderse entre sus bonitas calles, jalonadas por múltiples detalles decorativos que evocan otros tiempos más esplendorosos». Por eso, y «por muchos más motivos», cree que el barrio de la Iglesia es «uno de los pueblos más bonitos de Cantabria».
Policarpo Gómez/ Requejo (Campoo De Enmedio)
Requejo es un pueblo muy especial». Policarpo Gómez, natural de esta localidad, destaca la «convivencia entre los vecinos» y que esta unión está representada en la Ronda La Esperanza, «agrupación impulsora del gran clima de cordialidad que se respira en el pueblo». Para 'Poli' la hospitalidad es la característica principal. «Acogemos a todos los que nos visitan». Es importante destacar que esta localidad ha crecido en los últimos años un 21% y se nota la sabia nueva por las calles de Requejo. En 2016 nacieron 18 niños. «Con todo, se ha hecho un esfuerzo muy grande para dinamizar el pueblo con pequeñas y medianas obras que han permitido recuperar y adecentar espacios públicos y edificios que ahora se utilizan para prestar servicios a los vecinos. Requejo se merece este reconocimiento», concluye 'Poli'.
Carmen García Vecino/ Loma Somera (Valderredible)
«En la memoria de todos permanece un pueblo, seguramente el de nuestros abuelos. Aquél del que un día partieron con la idea de retornar, y algunos lo consiguieron. Ese pueblo perdura en nuestra mente como el espacio idílico que compartimos con abuelos y padres, un lugar de vacaciones especial, donde pasamos días de nuestra infancia. A eso me huele Loma», apunta Carmen García Vecino, que vive con su marido, Jesús, y con su perro, Bruno, en esta localidad valluca. «Loma Somera es un pueblo bellísimo, tranquilo, con los propios olores de la naturaleza y el ruido relajante de los caños de las fuentes. Sus calles empedradas, sin cables de electricidad ni de telefonía. La ermita y su plaza como punto de reunión y, más arriba, el roble milenario y las estribaciones del monte Hijedo», destaca.
César Castaño González/ San Sebastián de Garabandal (Rionansa)
«San Sebastián de Garabandal es un pueblo que está muy buen conservado –en las casas de piedra se ha mantenido toda la tipología de aquí–, ubicado en una zona especial, como una meseta entre las montañas». César Castaño dice que es posible que haya otros lugares con un patrimonio arquitectónico más llamativo, pero ninguno es tan popular como este. «Es conocido en el mundo entero: es el pueblo que mejor conocen de toda Cantabria, tal vez de España. Aquí viene todos los años gente de treinta o cuarenta países. Hay cien centros de Garabandal en el mundo: en Australia, en Estados Unidos, Argentina, Corea, Sudáfrica… Hay dos revistas dedicadas a Garabandal… Queremos dar a conocer este patrimonio que tenemos, aparte de que es un pueblo muy bonito que está en una situación privilegiada».
Jesús Manuel de Cos/ Valle (Cabuérniga)
«El pueblo de Valle, pese a encontrarse en el centro del valle aluvial, está discreto a los pies de la ladera, lo cual le da una inabarcable gama de matices, sin invadir la mies base del sustento y con su mosaico de colores, compacto y coqueto», explica Jesús Manuel de Cos. Subraya que la belleza de la localidad no depende en exclusiva del entorno natural en que está enclavada, pues cuenta con otras riquezas por descubrir. También dispone, declara, «de una gran riqueza arquitectónica que abarca los últimos quinientos años, expresión última del modo de ser montañés, uno de nuestros pueblos de Cantabria». Todo ello ha contribuido a darle una identidad especial, «columpiándose en el paisaje, sin dejar de ser lo que era y siendo algo nuevo que tampoco es lo que ha de venir».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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