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El servicio de Medicina Nuclear de Valdecilla acaba de dar «un salto cualitativo muy importante» al incorporar la tecnología que permitirá afinar el diagnóstico de forma más rápida, precisar la localización de lesiones -especialmente tumorales-, planificar y controlar la evolución de los tratamientos ... y «guiar cirugías mucho menos invasivas». La máquina con la que «el hospital se sube a la evolución tecnológica de Medicina Nuclear», como destaca el jefe de servicio, Ignacio Banzo, es una gammacámara multimodalidad de última generación, que ha supuesto una inversión de 929.000 euros.
En sus tres primeras semanas de actividad ya ha atendido a cerca de 70 pacientes. «Hemos realizado exploraciones óseas, de paratiroides, de embolismo pulmonar (bloqueo de una arteria), de tumores neuroendocrinos, de infecciones de columna...», añade. La gran ventaja de este equipo es que permite combinar la imagen molecular/funcional (SPECT) -cómo la enfermedad afecta a un órgano- con la imagen anatómica/estructural de la tomografía computerizada (TC) -dónde está localizada esa lesión en el organismo-.
El resultado de esa fusión «es que se sale de dudas mucho antes. Aporta, por ejemplo, una mejor caracterización de lesiones óseas indeterminadas, de tal forma que se puede diferenciar si es un problema degenerativo o está relacionado con una neoplasia; esa mayor sensibilidad y especificidad de la imagen ayuda también a concretar la estadificación del paciente oncológico», apunta el responsable del servicio. En tiempo, el estudio completo supone apenas un minuto más que la exploración convencional, que suele durar 20 minutos. La consejera de Sanidad, María Luisa Real, visitó ayer la nueva gammacámara, acompañada por el equipo directivo del hospital.
La mejor forma de entender sus ventajas es a través de casos prácticos. «Con los estudios actuales, al traumatólogo le puede resultar difícil determinar de dónde procede el dolor en un paciente sometido a una artrodesis vertebral (columna sujeta con clavos y tornillos). A través de esta combinación de imágenes podemos decir qué falla, en qué punto concreto se genera el dolor», señala.
Otra de las aplicaciones más frecuentes es la identificación del ganglio centinela, de cara a la biopsia selectiva, tanto en cáncer de mama -se realizan cinco o seis casos a la semana- como en melanoma cutáneo. Se inyecta un producto drenado por el sistema linfático que marca el trazado y se detiene en el primer ganglio, el que se extirpa para analizar si el tumor se ha extendido. «Con esta nueva tecnología se puede concretar mucho más la ubicación de ese ganglio centinela, lo que permite realizar una cirugía más dirigida y precisa. Disponer de esta información puede cambiar completamente el abordaje de la intervención», señala Banzo. Incluso -añade- los resultados de este tipo de exploraciones «pueden ayudar a planificar los tratamientos, como terapia metabólica, radioterapia y cirugía. Y desde Medicina Nuclear podemos controlar su eficacia, digamos que se mezcla la parte diagnóstica con la del tratamiento».
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