El verano se sube a la ola
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Surfistas de distintos lugares se reúnen en la playa de Merón, un lugar ideal en San Vicente de la Barquera para usar sus tablasSamira Hidalgo | Alexander Aguilera
Sábado, 26 de agosto 2017, 08:49
En San Vicente de la Barquera se respira surf. La carretera que te lleva a la playa de Merón está abarrotada de escuelas en las que poder aprender y disfrutar de este deporte. Una vez dentro, dos kilómetros y medio de arena acogen a ... bañistas y surfistas que aprovechan el verano para subirse a esa ola que les haga sentir la sensación que sólo ellos pueden describir.
Una de las escuelas ubicadas en los alrededores de esta playa es 'Buena Onda', en la que trabaja Pablo de la Mora. Aunque lleva abierta desde 1999, hay cosas que no cambian: «Ahora en agosto es una locura, estamos aquí desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche y no paramos», asegura. En cuanto a la edad de aquellos que se acercan a la escuela para recibir clases, es un abanico muy amplio ya que niños de cinco años pueden compartir aprendizaje con personas de 50 o 60.
Franceses, alemanes, australianos, mexicanos o ingleses han vivido la experiencia del surf en aguas de la playa de Merón, pero en lo que al ámbito nacional se refiere, en torno al 90% de la gente es de Madrid. Todos los niveles tienen cabida en estas escuelas, desde aquel que empieza de cero hasta el que quiere pasar a un segundo nivel ya que, como indica Pablo, «es una playa tranquila para aprender y tiene buenas olas para aquel que sabe un poco más».
A pesar del tiempo inestable que está acompañando al mes de agosto, únicamente han tenido que suspender las clases dos días. «Aquí no importa que llueva, solo hemos cancelado un par de días por mucho viento, que eso ya es peligroso», asegura Pablo.
Erika López, de Madrid, está pasando con su familia unos días en Cantabria y no ha dejado pasar la oportunidad de coger una ola. Junto con su hija se ha acercado a la playa de Merón para iniciarse en el surf con una de las muchas escuelas que inundan los alrededores de esta playa. Tras subirse por fin la cremallera del traje de neopreno, se dirige a la playa, algo que siempre le ha gustado: «Me encanta el agua y el mar así que decidimos que, si teníamos la posibilidad de hacer surf este año, lo haríamos. Hemos venido a la playa y al ver tantas escuelas nos hemos lanzado a dar un curso de un par de horas, nos recomendaron al menos estar cinco días, pero no vamos a poder». A su lado se encuentra su hija Ariana, de 7 años, a la que le gustaría seguir pudiendo disfrutar más tiempo de este deporte, aunque en «Madrid va a ser difícil».
La plataforma que da paso a la playa está llena de surfistas que, tabla en mano, fijan su mirada en las olas que ya se pueden apreciar a lo lejos, como el caso de Vicente, de Madrid, que se ha dejado aconsejar por unos amigos. «Estoy pasando aquí unos días y estos que vienen detrás me han convencido para hacer un curso de una semana y de momento puedo decir que no se me da mal», explica entre risas Vicente. Otro madrileño que pasa los veranos en Cantabria es Pablo que, junto con sus tres amigos, únicamente pueden practicar surf en verano y siempre eligen la playa de Merón: «Aunque yo tengo casa en Ribadesella siempre venimos a esta playa. Lo único que, al subirnos de año en año a la tabla, al principio siempre cuesta un poco, pero para coger unas olas nos vale».
Algunos surfistas, como el vallisoletano Pablo, pasean por la orilla en busca de la mejor zona para lanzarse al agua. Al igual que muchos amantes de este deporte, también se apuntó a un curso de iniciación durante una semana y ahora ya lleva más de cuatro veranos cogiendo olas en Merón. «Yo vengo cuando tengo vacaciones, pero siempre me cuesta un poco empezar. Además, hoy hay muchísimos surfistas, tenemos que tener mucho cuidado para no chocarnos. Cuando está la marea baja por la mañana no hay tanta gente y es mejor», explica.
Los más expertos se dirigen con sus tablas playa adentro en busca de esa ola que les permita estar el mayor tiempo posible encima de la tabla. Sin embargo, este no es el caso del francés Olivier, que se encuentra en la orilla con su hija Cia de 6 años: «Vivimos en los Alpes, donde practico Snowboard y hemos venido con la furgoneta a disfrutar de esta playa e iniciar a mi hija en el surf», explica mientras sujeta a la pequeña.
Con sus tablas clavadas en la arena se encuentran Sergio, Héctor y Pablo. Un grupo de amigos madrileños que comparten su afición por el surf y siempre que pueden se escapan al norte. Durante el verano, las tablas son las verdaderas protagonistas en la playa de Merón, algo que sabe hace años Sergio. «Venimos desde Madrid a veranear aquí hace mucho. He ido a otras playas como Somo, pero esta es mejor, algo que se nota en la cantidad de surfistas que hay», explica el madrileño. Al empezar en este deporte, es recomendable ir a alguna escuela para aprender lo básico, algo que le vino muy bien a Héctor, que después «aprendió algo más de manera autodidacta». Por último, Pablo muestra su deseo de poder practicar este deporte durante todo el año, algo que durante algún tiempo pensó que podría hacer en Madrid: «Si hubiese playa allí, iría. De hecho, hubo un proyecto para hacer unas piscinas con olas, pero no salió para delante y nos hemos quedado sin esa posibilidad». Al contrario que en otros deportes, la lluvia no es algo que condicione su práctica ya que, como explica, «da igual que haga sol o no, lo que importa es que haya buenas olas». Hace más de trece años que el vasco Gaizka Garitaonaindia viene a esta playa y así recuerda sus inicios con la tabla: «Recibí unas clases en una escuela que me vinieron fenomenal. La gente suele decir que esto es bueno para empezar, pero yo pienso que para después también porque yo ando a trancas y a barrancas», explica entre risas. Entre las razones que llevan a los surfistas a venir hasta aquí Gaizka destacaría «la corriente que los surfistas aprovechan para subirse a la ola: se puede entrar fácil en ella y no es difícil cogerla».
Surf y verano siempre han ido de la mano, y la playa de Merón, en San Vicente de la Barquera, es prueba de ello. Padres con hijos, grupos de amigos, niños y adultos se animan a coger una tabla y vivir la experiencia de cabalgar una ola. Algo que muchos desearían poder hacer todos los días del año.
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