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ANA COBO
Lunes, 8 de septiembre 2014, 08:35
Los santoñeses se reencontraron ayer con la Morenuca en un multitudinaria procesión marítima que quedará para el recuerdo. Los devotos de la Virgen del Puerto, la patrona de la villa santoñesa, tenían ganas de verla en su bahía. La espera había sido larga. Dos años. En la memoria de todos, la incesante lluvia que el año pasado obligó a suspender el paseo y a celebrar los actos en el interior de la parroquia. Fue muy emotivo. Pero «lo bonito» -como decían ayer a las puertas del templo- fue verla en la mar bendiciendo a los pesqueros.
Los santoñeses no las tenían todas consigo. Las predicciones amenazaban tormenta y algo de lluvia justo a la hora en que debía producirse la salida. Por eso, nadie dejaba de mirar a un cielo que a media tarde se tornó demasiado gris. Pero la Virgen del Puerto obró el milagro. Y en las tres horas que se prolongó la procesión no cayó ni una sola gota. Eso sí, el calor fue casi insoportable. Mucho bochorno.
Cinco minutos antes de las seis, las campanas de los jardines de la iglesia comenzaron con su repique. En el exterior, cientos de devotos aguardaban impacientes la salida. Entre ellas estaban Juli, Rosa y Mili. «Para nosotras lo es todo. El alma, el corazón... Lo primero que hago cuando me despierto es darle las gracias por otro día más. Es lo mejor», decía y repetía Juli.
Las tres clavaron la mirada en la Virgen cuando, al fin, salió del templo, momento en el que quedó desvelado el secreto mejor guardado. El manto de este año era de un color azul verdoso con bordados de oro. Un manto con su historia cosida. Lo ha hecho Pili Muela, que es la camarera más veterana de la patrona. Hacía años que se lo había prometido. Y este ha cumplido su palabra porque quería que lo luciera en honor a su hermano, Lolo Muela, fallecido hace poco. «Esta guapísima», se escuchó decir a un matrimonio mientras la colocaban con sumo cuidado en la carroza al compás del himno nacional español.
El grupo de danzas Corpus Christi de Gama abrió el paso en la procesión terrestre que discurrió por varias calles de la villa marinera hasta llegar al muelle.
Cada año, el recorrido es distinto. La escolta no. Siempre la misma. Dos filas de mujeres ataviadas con vestimentas de pescadoras y portadoras de banderas de países hispanoamericanos y otras dos filas de hombres remo en ristre.
La gente la esperaba a ambos lados de la acera. Para hacerla fotos. Para gritarla. Para pedirle algún favor. «Que cuide de los santoñeses», decía Loli sin dejar de mirarla mientras desde un balcón tiraban pétalos. Siguiendo la estela de la Virgen, cientos de devotos con el presidente de Cantabria, Ignacio Diego, y la alcaldesa, Milagros Rozadilla, al frente de la comitiva.
A bordo del 'Nuevo Paquita'
Ya en el muelle, la talla fue embarcada en el pesquero 'Nuevo Paquita', a cuyo patrón, Ángel Valle, correspondió el enorme privilegio de portarla durante la travesía. Para la ocasión se engalanó por todo lo alto. Con el motor ya encendido esperaban alrededor el resto de pesqueros, con decenas de personas en sus cubiertas, para dirigirse todos juntos hacia la mitad de la bahía.
En el paseo marítimo, El Pasaje, esperaban miles de vecinos y visitantes para contemplar la escena. La coincidencia de celebrarse en domingo y el buen tiempo reinante animó la asistencia.
Tras un breve paseo llegó el momento de las bendiciones por parte del cura Alberto García. Una embarcación tras otra fueron desfilando por delante del 'Nueva Paquita' para pedir a la Virgen del Puerto que les proteja de las adversidades del mar. Al situarse justo a su vera, los patrones tocaron las sirenas de sus barcos, aunque uno de los momento más aplaudidos fue cuando pasaron las traineras locales. Todos los integrantes pusieron los remos en alto y por enésima vez se escuchó gritar: ¡Viva la Virgen del Puerto!.
Las bendiciones se prolongaron durante más de una hora. De hecho, la virgen desembarcó en el puerto pasadas las ocho de la tarde. La sirena de la venta anunció su llegada más o menos a esa hora.
En la entrada de la lonja se vivió otro de los momentos especiales. Fue cuando los allí presentes cantaron a la Virgen la Salve Marinera. Y todavía quedaba el más emotivo. El canto de la Salvé Rociera en honor a la patrona. «Cuando la escuchas se te ponen los pelos de punta», resaltó Julia muy emocionada. Ocurrió en la Plaza de San Antonio. Atestada de gente.
El amor de los santoñeses a su virgen salió a borbotones cuando la imagen recorrió el pasillo creado. Entonces, las guitarras tocaron y el grupo y Salvé Rociera cantó. «Madre de los santoñeses/ patrona de Siete Villas, guíame los doce meses/ mi virgen guapa y bonita... Reina de los pescadores/ de los mares la bandera/ líbrame de todos los males/ vela siempre su faena».
Para ese momento ya asomaban algunas lágrimas en muchos rostros, sobre todo de marineros emocionados. «Es imposible no emocionarse», aseguraba Rosa entre el gentío. De ahí, la Morenuca volvió a 'casa'. A su iglesia. Donde la alcaldesa le dio las gracias «por ayudar a los santoñeses a no perderse». Y otra vez -la última- un sonoro ¡'Viva la Virgen del Puerto!.
Concluía, con los 'vivas', una intensa jornada en la que Santoña homenajeó al pescador mayor, José Pascual Veci, a la puerto menor, Puerto Torres, y al que fuera radiotelefonista de la Cofradía de Pescadores, José Martín Solaeta 'Pepín'.
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