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efe
Lunes, 8 de septiembre 2014, 22:09
Adolfo Martín, ovacionado al término del festejo, lidió este lunes una muy buena y variada corrida en Santoña, con dos de sus toros premiados con la vuelta al ruedo, y con los que Fernando Robleño y Luis Bolívar salieron triunfadores por la Puerta Grande.
ficha del festejo
Toros de Adolfo Martín, bien presentados y de interesante juego. Extraordinarios fueron segundo y tercero, premiados ambos con la vuelta al ruedo en el arrastre; encastado y exigente, el sexto; mirón y potable por el derecho, el primero; aprovechable el cuarto, al que le faltó un tranco para resultar completo, y también dio opciones el quinto.
Fernando Robleño pinchazo y casi entera desprendida (ovación); y estocada trasera y tendida (dos orejas).
Javier Castaño pinchazo hondo y descabello (oreja); y bajonazo (ovación).
Luis Bolívar estocada caída (oreja); y pinchazo y estocada (dos orejas).
En cuadrillas, saludaron tras parear al segundo David Adalid y Fernando Sánchez.
La plaza tuvo más de media entrada.
Adolfo Martín lidió un gran encierro en la localidad cántabra de Santoña, que festejó un año más su tradicional festividad de la Virgen del Puerto con una corrida de toros, con mayúsculas en esta ocasión. Hubo de todo. Desde la gran toreabilidad de segundo y tercero, que regalaron embestidas despaciosas y profundas, hasta la muy exigente acometida del encastado sexto.
Al término del festejo, un sector del respetable tuvo el buen detalle de obligar a saludar una ovación desde el tercio al ganadero.
Fernando Robleño y Luis Bolívar sortearon los ya aludidos segundo y tercero, que fueron toros de dos orejas. Cortaron un apéndice cada uno.
Bolívar puso al tercero en los medios, y desde ahí se arrancó al caballo el 'adolfo', que hizo una pelea correcta para terminar durmiéndose en el peto. El pitón izquierdo fue extraordinario, para bordar el toreo, y por este lado inició el trasteo de muleta el colombiano, logrando un par de series en las que su toreo estuvo a la altura del templado viaje del burel.
Por el pitón derecho bajó la intensidad de una labor que supo a poco en cantidad y calidad, dadas las extraordinarias condiciones del animal. La espada quedó caída, lo que disuadió al presidente de conceder un segundo trofeo.
El sexto fue otra historia. En el saludo a la verónica se venció por el pitón derecho, también cortó en banderillas, y en el último tercio continuó vendiendo cara la piel ofreciendo acometidas encastadas y emocionantes. Bolívar lo llevó largo, en línea, por las afueras en los primeros compases de faena. Luego, hubo momentos deslavazados ante las furiosas oleadas del astado.
Castaño cortó una oreja al buen segundo, muy noble, siempre metido en los engaños y desplazándose mucho. Labor correcta sin más, acoplándose y templando por momentos una embestida con velocidad propia de los buenos toros aztecas, con los pases de pecho como máxima expresión de despaciosidad.
Tras un quehacer digno en el quinto, lo mató malamente, perdiendo la posibilidad de la puerta grande.
A Fernando Robleño le regalaron la segunda oreja del cuarto, que también se arrancó al caballo desde los medios. Lo tapó mucho, citó siempre con el engaño retrasado y tuvo que perder pasos porque al toro le faltaba un tranco. Por el izquierdo no se dio coba.
El primero tuvo los incómodos defectos de mirar y gazapear, además de acostarse por el lado izquierdo. Por el derecho lo llevó a su aire.
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