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José Carlos Rojo
Viernes, 13 de mayo 2016, 14:51
Darth Vader significa padre oscuro. Darth es una variante de la palabra dark en inglés y Vader es padre en neerlandés. Es uno más de esos miles de pequeños detalles que han convertido a Star Wars en lo que es. Pero, ¿qué sería de ... Star Wars sin Vader? Probablemente nada, humo, una anécdota en el cine de ciencia ficción de finales de los setenta. El profesor Jens Kjeldgaard-Christiansen, de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), ha indagado por las raíces evolutivas que explican esa fascinación por los villanos. Fíjense bien, porque la cosa tiene miga.
Un vídeo que explica todo esto se hizo viral en las redes sociales hace dos años. Un niño vestido de jedi acude a un espectáculo en un parque de atracciones en algún lugar de Estados Unidos. Un actor con pinta de maestro de la fuerza lo instruye en las destrezas con el sable de luz y todo aderezado con un espectáculo con fuego, luces y música inspirado en el universo de George Lucas; y de pronto, Darth Vader. En medio del teatro para jugar con la inocencia del zagal, el maestro es inmovilizado por el Vader mientras anima a su alumno para que tome la iniciativa y abata al villano. Pero esa no es la idea que ronda la cabeza del niño, que arroja la espada a un lado y se arrodilla ante su nuevo maestro oscuro, como tantas veces ha visto hacer en las películas. La escena, claro, despierta la carcajada del público, incluidos sus padres.
Háganme caso y acérquense este fin de semana al Palacio de Exposiciones de la capital cántabra, al Santander Alternativo, pero con las gafas de observar con detenimiento. Una asociación de fanáticos de las películas y todo el universo que rodea a la mitología galáctica rondará por la zona. Se disfrazarán de sus personajes favoritos, difundirán las artes jedi, explicarán el fundamento de la fuerza y se fotografiarán junto a la réplica a tamaño real del gran trono de la Estrella de la Muerte desde el que el emperador asistió en El Retorno del Jedi al duelo entre padre e hijo. Cuenten las máscaras de Vader, el número de disfraces que buscan emularlo. Atiendan a quién capta la atención, con quien quiere la gente hacerse fotos. Con él,. Y si no lo creen, ya verán.
El joven Anakin Skywalker fija el punto de partida de esta historia que ha alumbrado ya siete películas y un ingente universo expandido. En la trilogía original llega un momento en el que lo de menos es la destrucción del imperio, la salvaguarda de la libertad o el equilibrio de la fuerza. Lo que de verdad importa es que todo ese camino ha conducido hasta la ansiada redención del villano. La sombra de Vader planea incluso en la última The force awakens. No ha aparecido en el primer trailer de Rogue One, solo denle tiempo a Disney para que convierta el regreso del icono en el pelotazo para ese spin off.
«Darth Vader es y siempre será el gran malvado de la historia del cine», zanja Pilar Acebal, una de las responsables de la asociación asturiana de fanáticos de Star Wars Orden 66, que organiza toda la actividad en torno a la galaxia lejana en Santander Alternativo. Por eso en sus filas no faltará el gran señor oscuro, víctima de una actividad donde los jóvenes aprendices de jedi podrán combatirlo. Quizá como en el vídeo del principio, le salga algún seguidor. Y es que pensándolo bien, no tiene por qué ser tan descabellado.
¿Por qué Vader nos emociona? ¿Por qué nos cautiva, nos seduce hasta vender más muñecos que ningún otro personaje y nos hace preguntarnos si esa empatía que sentimos en el fondo nos convierte en malvados como él? El héroe es una figura a la que aspiramos, pero suele ser tan perfecto que resulta más fácil identificarse con las dudas y errores del villano. Vader guarda ese halo de misterio que encoge por dentro. Tiene ese toque extranjero que desconcierta al ser humano desde que es humano y sus secuelas físicas y psicológicas avanzan traumas truculentos. Dicen los investigadores que las historias que ya se contaban en torno a la fogata en el Neolítico, tienen propósito evolutivo. El de enfrentarnos sin temores a situaciones que de otra manera no viviríamos. El aprender sin peligro, a cuestionar nuestros sentimientos, impulsos y sueños. Esos viajes cinéfilos al lado oscuro de nuestra conciencia son un ejercicio seguro de introspección. Quizá amamos a Vader porque en el fondo nos hace entender que no somos como él, que somos buenas personas. Al menos unos pocos.
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