Un año de cine ciudadano

La Asociación La Llave Azul, un movimiento de ciudadanos que un buen día decidió unirse para defender el cine de autor cumple ahora un año. Les reunió una misma inquietud, la de evitar el cierre de una sala a la que acudían habitualmente, los Groucho, para lo que incluso llegaron a plantearse, con un plan de viabilidad en toda regla, comprarla. Al final el propietario decidió reabrir y seguir con su propio proyecto y los por entonces llamado Amigos de Groucho optaron por reinventarse. Lo primero que hicieron fue cambiarse de nombre. Nació así La Llave azul un grupo de entusiastas cinéfilos que han decido sumar su propuesta a la cartelera de la ciudad.

Jesús Choya, el promotor de toda esta iniciativa, y María Soler, la presidenta de la junta directiva, recuerdan el periplo. Un año intenso en el que pasaron de movilizar a más de un centenar de ciudadanos para comprar un cine hasta crear la actual asociación con el apoyo de la Red CineArte de la que siguen formando parte. «Estuvimos en fundación en la Red en Barcelona con representantes de diversas salas e iniciativas ciudadanas para la recuperación de antiguos cine. Su ayuda está siendo esencial para nosotros», señala la presidenta.

Una colaboración que también han encontrado en Casyc. Pues es ahí donde ahora proyectan cada primer jueves de mes una película en versión original y que no se ha estrenado antes en ningún otro cine de la ciudad. Lo hacen con las aportaciones de sus socios que hacen posible que cinematograficas menos comerciales pero llenas de calidad visiten un sitio, Cantabria, al que les resultaría difícil llegar por otras vías.

Pero los intereses de La Llave Azul, según explica María Soler, van más allá de ver esa película . Por eso, siempre que es posible contactan con los directores vía skype y si no proyectan un cortometraje para completar la sesión. Últimamente, además continúan la tertulia fuera de la sala.

Este ciclo que ha permitido ver en Santander títulos como Las altas presiones, It follows 2 otoños, 3 inviernos, I am your father, El niño en el mundo o, el pasado jueves, El incendio de Juan Schitman, un filme que ha acumulado varios premios en citas cinéfilas como la Berlinale, la BAFACI de Buenos Aires

Desde este colectivo se ha auspiciado también un ciclo de cine cántabro con la proyección de los trabajos de los jóvenes realizadores de la región y han colaborado con las ciclos del centro cultural Eureka. Recientemente también participaron en la VII Edición del Festival Internacional de Cortometrajes de Piélagos. «Parece que desde que dejamos el proyecto de comprar ese cine y todo lo que eso conllevaba hemos encontrado un rumbo como asociación cultural que nos ha dado una mayor libertad a la hora de tomar decisiones», dice María Soler.

Futuro

Los próximos proyectos según Jesús Choya pasan por ampliar la programación e intentar que en vez de un jueves cada mes puedan proyectarse más películas, «siempre y cuando Casyc nos lo permita», insisten. También les gustaría poder llevar estos títulos u otros hasta Torrelavega, para que también los aficionados de la ciudad del Besaya puedan disfrutar del cine de autor en versión original.

Iniciarán una nueva campaña de captación de socios pues, en las ultimas semanas, han encontrado otros cinéfilos que, como ellos, acuden a sus actividades. Un perfil cada vez más joven con muchas ganas de trabajar en el proyecto. De hecho, tal y como señalan, cada vez hay más voluntarios que colaboran con los trabajos. «Tenemos muy claro lo que somos y aunque nos ha llevado mucho trabajo estamos satisfechos de poder disfrutar del cine y de alguna manera de haber contribuido a mejorar la oferta cultural de la ciudad» concluye Choya.