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Los diez libros más importantes del año literario

Los diez libros más importantes del año literario

Descubre cuáles son los mejores títulos de un ejercicio en el que abundan las memorias, algunas disfrazadas de ficción

DM .

Sábado, 19 de diciembre 2015, 19:00

La zona de interés

Al final de esta novela un personaje se pregunta si el relato del nacionalsocialismo «podría haberse narrado en otra lengua distinta» al alemán. Es una de las ideas de fondo de un libro que recupera a ese escritor deslumbrante y revelador que es el Martin Amis de la gran sátira impasible, el de libros como Dinero o Campos de Londres.

Esta vez Amis se ocupa del nazismo en su versión más atroz: la novela transcurre en Auschwitz y está protagonizada por dos nazis y un sonderkommando, un preso judío encargado de guiar a los suyos hacia las cámaras de gas. Sus voces se alternan en la construcción de una trama que esconde una poderosa y documentadísima indagación sobre el horror nazi, que fue también una burocracia demente y autosatisfecha. Hay además en la novela un personaje construido con especial maestría, una criatura llamada a perdurar como arquetipo, que oscila entre lo bufonesco, lo inane y lo atroz. Su nombre es Paul Doll y es un trasunto de Rudolf Hoss, el comandante de Auschwitz, que llega a comparar las cremaciones con fumar a escondidas. Si alguien tiene alguna prevención hacia este libro, puede estar tranquilo: la lente satírica de Amis se emplea a fondo, pero solo, de un modo inagotable, con los verdugos. (Autor: Pablo Martínez Zarracina)

Arenas movedizas

El 5 de octubre se nos fue Henning Mankell de un cáncer de pulmón del que había tenido la primera noticia el 8 de enero de 2014. Antes de irse, nos dejó Arenas movedizas, un libro de memorias que surgió de ese diagnóstico y para combatir con la literatura el miedo, la desesperanza y el dolor, razón por la cual el texto encierra el valor de recopilar los recuerdos y los detalles autobiográficos y también un carácter de testamento y testimonio.

Cada una de sus palabras es una emotiva conquista, una pequeña victoria, incluso ésas que hablan del desaliento que ni la música ni la escritura podían ayudarle a superar. Ante el futuro que se le niega, Mankell le hace a la muerte un truco que consiste en «ensanchar la vida» hacia atrás, hacia el pasado, hacia la evocación de sus días en Salamanca, Mantua, Malta, Buenos Aires, el París al que huyó cuando era adolescente, en el África que descubrió cuarenta años atrás y a donde volvía cuando podía. Arenas movedizas es un título inspirado en la obsesión por un relato de la niñez en el que un explorador se hundía con su rifle en una ciénaga. Parece una hipocondríaca fantasía que le asemejara al depresivo Wallander, cosa que desmienten el pulso y la fuerza vitales de estas páginas. (Autor: Iñaki Ezkerra)

Sumisión

Tal vez por el contexto de la publicación, la última novela del rarísimo Houellebecq ha dado más para la crítica política que para la literaria, para el debate sobre la guerra de civilizaciones y el multiculturalismo, sobre el velo y el machismo y las libertades y sobre tantas otras cosas de las que se puede hablar cuando alguien dice «Europa se islamiza», que sobre el propio argumento... Que es un argumentazo, todo hay que decirlo.

Hacía mucho que nadie escribía una novela futurista, que no de ciencia ficción, tan bien armada como esta. Una sátira tremenda con reflexiones sobre la naturaleza humana. Pero es que además el francés pone sobre la mesa, imaginando una Francia en la que gana las elecciones el partido de los islamistas moderados, la incomunicación, el materialismo, el heteropatriarcado, la violencia... Y hace a sus personajes señalar las contradicciones entre sus deseos y sus ideales, si es que aún tienen. Por ejemplo, cuando el solitario protagonista, que es un tipo muy chungo educado en la Francia moderna, libre y paritaria, se ve reconociendo que no es tan mala idea la de que a las mujeres las eduquen para el cuidado de los hombres, pobrecillos, tan cansados de bregar con el trabajo y con la casa. (Autor: Elena Sierra)

El bar de las grandes esperanzas

El bar de las grandes esperanzas es uno de los tres o cuatro mejores libros que leí este año. Leí muchos más pero, obviamente, no todos los que se publican. Ya lo quisiera. Me consuela el hecho de que cuando lees un libro que te gusta mucho, muchísimo, tiendes a fantasear que vale por muchos.

En este mismo espacio ya escribí que esta autobiografía tiene toda la hechura de una novela. Dimensión ficcional y confesional. Era la primera novela de su autor, J. R. Moehringer. Cuando se publicó entusiasmó a mucha gente, incluida la que nada tenía que ver con el mundillo literario. El tenista norteamericano André Agassi demostró, además de un saque terrorífico en su juego, un olfato literario digno de envidia. Leyó El bar de las grandes esperanzas y llamó a su autor para que le escribiera sus recuerdos. Yo solo puedo decir que regalen este libro a la gente que respeten y quieran. Moehringer nos introduce en un trozo de la historia contemporánea norteamericana, en susincreíbles virtudes y en sus miserias. Yo lo leí como la crónica de un pueblo americano al norte del estado de Nueva York. Una crónica sentimental. Tristezas, decepciones y pequeños triunfos íntimos. Una épica del corazón. (Autor: J. Ernesto Ayala-Dip)

Pequeño fracaso

Gary Shteyngart es un escritor capaz de provocarnos, no ya sonrisas cómplices, sino sonoras carcajadas. Lo hace desplegando un ingenio verbal inagotable y afilando una mirada que es al tiempo obsesiva, inclemente y desvalida. Heredero talentoso de Woody Allen y Dovlátov, Shteyngart cuenta en esta novela el drama de su vida y completa uno de los libros más divertidos del año.

Esa concreta paradoja, la tensión entre lo emotivo y lo cómico, está en el centro mismo de la literatura de este neoyorquino nacido en Leningrado en 1972, hijo de una madre judía y de un padre que considera que un «aluvión de insultos» es una broma conseguidísima. Todo eso está presente en Pequeño fracaso, que es algo así como el Habla, memoria de un Nabokov en chándal, sin afeitar y con hora en el psicoanalista. Shteyngart cuenta en este libro su infancia en la URSS y el viaje a EEUU, que en los ochenta más que otro país era otro planeta, los años complicados en la escuela hebrea de Queens, los esfuerzos de su familia por abrirse camino y los suyos propios por integrarse o, dicho con sus palabras, «salvar el abismo entre ser ruso y ser querido», algo que solo conseguirá y este es el asunto último del libro mediante la escritura. (Autor: P. M. Z.)

Lila

La narrativa de esta autora inquieta, con su provocadora búsqueda espiritual, tiene una naturaleza filosófica. Lila cierra una trilogía con la que ha obtenido reconocimientos como el Pulitzer y el National Book Award. Se desarrollan en un lugar imaginario situado en algún punto del estado de Iowa llamado Gilead (título de la primera novela). En la segunda, Casa, el narrador es el pastor de Gilead, John Ames («la Biblia era más verdad que la vida para él»), quien reaparece en la tercera entrega viudo y con 80 años.

En Lila una joven asustada y salvaje narra en primera persona la miseria de un grupo de campesinos obligados a emigrar en busca de trabajo para comer. El trayecto, evocador de Las uvas de la ira, le lleva a Gilead. Del encuentro de las dos soledades del anciano reverendo Ames que ha perdido a su mujer y su hijo, y la joven inteligente sin educación, nace un amor poderoso. Ella se pregunta en qué se diferencia rezar de preocuparse. Él responde con luminosos monólogos de los que emergen reflexiones existenciales profundas como una oración. Robinson rastrea el pasado con técnica de saltos temporales faulknerianos, pero en su sensibilidad resuena el eco compasivo de Carson McCullers como un viaje de conocimiento. (Autor: María Bengoa)

Una sensación extraña

Para titular su última novela, Pamuk se inspiró en unos versos de Wordsworth: «Una sensación extraña, la de no pertenecer a ese lugar ni a ese tiempo». Es la que tiene el protagonista, Mevlut Karatas, en una Turquía en la que sus paisanos prosperan con el dinero fácil, la corrupción y la especulación mientras él se entrega a un oficio poco rentable: la elaboración y venta de boza, un antiguo bebedizo popular en la era otomana, pero ya pasado de moda. Mevlut ama ese oficio como ama a Estambul y a su mujer, que es quien le ha tejido el atuendo clásico con el que ejerce su oficio.

La extravagancia extemporánea del héroe de Una sensación extraña debe entenderse como una forma de rebeldía y una reivindicación de lo que él cree que debe conservarse en un mundo cambiante. Pero no estamos ante un personaje plano sino ante un ser contradictorio, como todos los de Pamuk y como la propia Turquía. Es paradójico que ese hombre que parece no saber adaptarse al presente salió a los doce años con su padre de una aldea de la Anatolia central y recorrió más de mil kilómetros hasta una Estambul de la que se enamoró el primer día. Estambul y la esposa a la que no eligió son la otra cara de la extrañeza: la cara amable de la vida. (Autor: I. E.)

También esto pasará

«Viviré sin ti hasta que me muera», escribe Milena Busquets en esta novela de autoficción. Ese tú es su madre fallecida dos años antes, la editora Esther Tusquets. Pero esta elegía carece del tono solemne que a menudo preside las obras nacidas del dolor por la pérdida de un ser querido.

El hilo de la novela recorre la vida de la hija (Blanca, en la ficción) a partir del entierro de la madre. Se cuenta poco de su relación y del duelo, porque suceden demasiadas cosas en la vida de la hija al reunir en la casa de Cadaqués lugar fundamental de la vida de la madre, a sus ex maridos y sus hijos con algunos amigos y su pareja actual. En ese lugar donde veraneaba la gauche divine en cuyos brazos progres, brillantes y muy ocupaos se educó la libre y frívola Blanca, convoca a todos sus seres queridos para sentir que, cuando el mundo se queda tan vacío, sigue queriendo a la gente que alguna vez quiso. Hay una reivindicación de la frivolidad en el relato, reflexivo a su pesar, la necesidad de estar a la altura de sus mayores y una búsqueda incansable de amor. En este retrato de un mundo privilegiado y burgués se alza al fondo la admirada figura de la madre muerta, presente en la música de los objetos, en sus perros, en su elegante huella moral. (Autor: M. B.)

A propósito de Majorana

En español se publicaron novelas muy interesantes durante este año. Una de ellas es A propósito de Majorana, de Javier Argüello, un escritor argentino afincado en Barcelona desde hace más de una década. Una novela que a mi modesto (o no modesto) entender es mucho más que muy interesante.

Pero algo debe de pasar en el mundo de las letras, sobre todo en su nivel receptivo, para que esta magnífica novela haya pasado casi sin pena ni gloria. Javier Argüello ya había publicado otros dos libros, uno de cuentos y una novela. Los dos perfectos. El tercero, el que comento, es una novela total. Su asunto tiene que ver con la misteriosa desaparición del gran físico italiano Ettore Majorana, en 1938. Sobre este tema ya había escrito Leonardo Sciacia. Pero Argüello impregna este asunto histórico de una investigación mística. Les pido un favor: no dejen de leer este hermoso poema sobre la incertidumbre. Ayuden a mitigar la injusticia que se ha cometido con esta novela. (Autor: J. E. A-D.)

¡Así de grande!

Cuando un niño pequeño quiere dejar claro cómo de grande es lo que ha visto, incluso cuánto quiere a alguien, suele abrir los brazos. «Así de grande», dice. Y eso es lo que hacía el hijo de la protagonista de esta estupenda novela cuando era pequeñito, de ahí que se quedara con el apodo de Sobig (tan grande).

Aunque parece que Edna Ferber va a contarnos la historia de ese niño, de otro hombre hecho a sí mismo, en realidad narra cómo su madre hizo fortuna contra viento y marea. Y contra todos los prejuicios, porque una mujer no tenía en su tiempo mucho margen de maniobra. Ferber, que ganó el Pulitzer en 1925 con esta novela, es muy conocida aunque pocos pongamos nombre (de mujer) a sus éxitos: es la autora de Cimarrón, Gigante y Magnolia, películas nacidas de sus historias. Escribió teatro, guiones y novelas protagonizados por hombres y mujeres fuertes, que luchan contra los prejuicios, que traspasan límites. Y es lo que hace la maravillosa Selina de ¡Así de grande!, que aparte de trabajar como una burra es capaz de seguir disfrutando de la belleza y la cultura, de seguir deseando algo más que lo puramente material. Ferber fue un crack en su época y encima lo que cuenta tiene ecos en la nuestra. (Autor: E. S.)

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