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Lola Gallardo
Miércoles, 25 de enero 2017, 07:16
La periodista y empresaria Viruca Yebra (Sarria, Lugo), afincada en Marbella, donde fue cronista y testigo privilegiado de los años dorados de la ciudad y también del declive que trajo Jesús Gil, presenta esta tarde en el Ateneo de Santander (19.30 horas) su primer ... libro, El fuego del flamboyán (editorial Almuzara). Todo arranca con hechos reales:su abuelo Constantino, un gallego emigrado a Cuba, que hizo fortuna y volvió para fundar una familia. Una historia anclada en sus raíces gallegas y en muchos de sus recuerdos, que cuenta tradiciones y retrata una forma de vivir a ambos lados del Atlántico.
Es su primera novela, ¿qué le animó a escribirla?
Yo soy periodista y he escrito toda mi vida. Hacía relatos cortos y, a raíz de un problema en la vista pensé en reconducir mi vida. Empecé a escribir, sin ánimo de publicar, una historia que tenía ganas de escribir: la de mi abuelo que con 15 años emigró a Cuba. Empecé a investigar sobre la República y profundicé en la forma de vida de esa época. Es una novela coral sobre una saga familiar que comienza con un abogado liberal con un secreto. Y, por otro lado, está la familia del indiano que emigra a Cuba y vuelve a Galicia para casarse. Ambos personajes deben irse a Cuba.
¿Es una novela histórica?
Todo está documentado y es verdad. En España, transcurre durante la República y la Guerra Civil y en Cuba durante la II Guerra Mundial.
¿Qué le llamó la atención de ese momento histórico?
Lo que al final detecté son los paralelismos entre la Guerra Civil de España se produce por la situación insostenible de muchas personas que se levantan en armas y la Revolución en Cuba una situación insostenible donde los de arriba vivían muy bien y los de abajo muy mal y al final, unos pocos se levantan en armas. Y luego también entra en juego la II Guerra Mundial con los judíos. Son historias que se mezclan.
Habla de la emigración a Cuba.
Cuando era pequeña mi abuelo siempre nos contaba sus peripecias en Cuba. Llegó allí sin nada, era un tío listo y trabajador y llegó a tener su propio negocio y una economía decente. A mis personajes les pasa algo igual y siempre miran a España para ayudar con su economía a los que se quedaron aquí.
¿Y el título, El fuego del flamboyán, a qué hace referencia?
Es una novela de pasiones, de grandes amores. Y el fuego de flamboyán viene a cuento porque al final, el protagonista principal encuentra a su gran amor, ese gran amor que pocas veces las personas lo tienen, un amor absoluto y total.
Describe una Cuba, por cierto, que no tiene nada que ver con la actual, ¿no cree?
Nada en absoluto. La gente me decía que fuera a Cuba ahora, porque yo viajé hace muchos años, pero pensé que lo que yo escribía de Cuba ya no existe y me daría mucha pena verla ahora.
Hoy España vuelve a ser un país de emigrantes, ¿cómo lo ve?
Me da pena que no hayamos aprendido nada. Emigras por necesidad, no porque quieras y a nadie le resulta agradable. Lo que hace falta es que la gente les ayude en su país de origen. Yo creo que no se está haciendo demasiado por resolver el problema de la emigración.
¿Cómo ve el mundo editorial?
Cuesta mucho publicar. Las editoriales engullen a la literatura: publican, se lo comen y al día siguiente a otra cosa. Ellos hacen caja y los títulos pasan al olvido. Vivir de la literatura es absolutamente imposible salvo que tengas mucho nombre. Pero si no es así tienes que tirar de los ahorros y de la imaginación. La gente que acude a comprar a las librerías no pregunta por títulos, pregunta por el premio tal o fulano de tal que le suena. El resto de los títulos, buenos o malos, ni se les espera.
Pese a todo, seguirá escribiendo.
-Sí. Es muy gratificante.
-Usted vivió los años dorados de Marbella, ¿cómo fue aquella época?
-Yo he vivido todas las épocas. Viví los últimos años de la Marbella del glamour. Después vino lo peor de lo peor, que fue la época de Jesús Gil. Lo pasé muy mal porque tuve varias querellas. Fue una persecución y era como si la mafia nos estuviera gobernando. En Marbella soy un referente porque la gente tenía miedo y vió que yo me enfrenté públicamente a él y gané la partida. Yo he llegado a comprender el nazismo. Entiendo que estos grandes movimientos surgen cuando el pueblo los aplaude porque ven en ello una tabla de salvación de sus males. No es que la gente sea tonta. Desde el minuto uno he comparado a Trump con Gil y me temo que voy a seguir diciéndolo. Son iguales, un visionario que viene del mundo de la empresa privada y quiere llevar esas ideas a la vida de la política y eso no puede ser. No puedes tratar las cosas iguales porque en política hay otros elementos como las personas sin capacidad económica y el Estado debe estar para apoyarles. Ellos tienen otra idea de la vida.
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