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Pilar González Ruiz
Sábado, 15 de agosto 2015, 10:45
Tiene 60 años y ha dedicado 40 de ellos al rock. Rosendo Mercado (Madrid, 1954) ni siquiera se plantea qué habría hecho de no dedicarse a este oficio porque no lo cambia por nada. Tras formas parte de Ñu y Leño, inició una carrera en solitario que dura hasta hoy. El pasado mes de septiembre reunió en Las Ventas a más de 20.000 fieles para quien el madrileño es un referente y una leyenda viva del rock en español. Su gira Mentira me parece, llega este sábado al Rock en la Feria de Torrelavega (23.30 horas).
¿Qué le parece mentira a estas alturas del siglo XXI?
Mentira me parece casi todo lo que es increíble y está pasando. Esa frase llegó a ser un título para el último disco. Me la decía mi padre cuando era un chaval y es muy adecuada.
No se ha movido de Carabanchel en 60 años. ¿Qué le da Madrid?
Madrid es incómodo y muy necesario. Es una contradicción constante. Como ciudad, tiene muchos atractivos para quien viene de fuera. Para los de aquí estando hasta las narices no podemos dejarla. Tienes más de lo que necesitas.
Sin embargo, está inmersa en un cambio.
Tenía que cambiar. Pero no sé si la fisionomía va a cambiar porque haya otro tipo de cambios. En España, en general, el cáncer de la política, que llega hasta los huesos, necesita extirpación de alguna manera. Empieza por la parte política. Estamos envenenados con la corrupción que era ya algo implícito. Ojalá nos levantemos un día sin noticias de otro plato de chorizos.
¿Cree que nos hemos acostumbrado?
Si nos hemos acomodado, porque hemos vivido una época en que la que todo nos iba bien y nos creíamos que era jauja. Y de repente nos dimos cuenta de que nos han engañado.
Desde la perspectiva que le dan los años, ¿cómo ve el rock en España en la actualidad?
Estamos como siempre, esa es mi sensación. Desde crío, cuando me empezó a gustar el rock y empecé a tocar en lo que sonaba en la radio, tenías que buscarte la vida para poder escuchar música de fuera. A partir de ahí, estamos en las mismas, más o menos. Todo ha evolucionado y no es comparable, pero el rock and roll de verdad sigue estando un poco al margen, es la música de la calle que dice cosas e incomoda.
¿No hay espacio para ese mensaje?
No se nos hace caso, las compañías no invierten si no tienen garantía de ventas y ganancias. Estar al margen es uno de los atractivos, quizá. Ahora mismo vivir de la música es difícil en cualquier terreno que te muevas. Lo fácil es apuntarte a los programas de tv, hacer lo que te dicen que hagas. Hay mucha oferta y también hay chavales de dieciséis años tocando la guitarra como yo no sabré nunca.
¿Se siente un referente para esas nuevas bandas?
Me siento un antiguo, un tipo que por insistencia constante ha acabado teniendo un nombre. Quiero pensar que lo que hago tiene presencia y está bien. Dentro de lo posible, he hecho lo que me gusta, sin apuntarme al carro de lo comercial y manteniendo la esencia.
¿Tiene libertad total para decidir qué hacer con su trabajo?
Afortunadamente sí. La censura ya la viví. Ya sé lo que vale o no.
Hace unos años le dieron un premio a la coherencia. ¿Se identifica como tal?
Me gustaría pensar que sí, que lo soy. Me hizo mucha gracia. No es algo que yo diga de mí, sino que lo dijeron otros. Me lo dieron en un pueblo de León que ni siquiera conocía fue algo extraño y distante a mis planteamientos pero muy agradable.
¿Siente que se ha perdido cosas por dedicarse a este oficio?
Supongo que sí. Pero también he conseguido otras que pensaba que eran un sueño. A estas alturas he vivido lo que parecía una locura cuando empezaba. No lo cambio por nada.
¿Qué sintió al celebrar su 60 cumpleaños con casi 20.000 personas en Las Ventas?
Es una sensación muy rara. Cualquier cosa que diga se queda corta no esperaba aquello. Me pareció una locura. Una sorpresa de las bonitas.
¿Ha pensado qué habría hecho de no haber cogido el camino de la música?
No lo sé. Tal vez me hubiera gustado ser camionero porque me gusta la carretera. Tenía atravesada una guitarra en la cabeza desde que era un crío. Ni siquiera le he dado vueltas a otras cosas.
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