"Hemos dejado que los poderosos venzan a la palabra y silencien el arte"

¿Cómo está tras la salida de este sexto album?

Me pillas a las afueras de Madrid, a donde me he mudado y soy feliz. Vivo en una casita con rosales siguiendo los pasos de mi abuelo, con un estudio de grabación en casa.

¿Y trabajando ya en nuevos proyectos?

¡Cada vez que hablamos estoy preparando disco!. Aún no murió este, le queda mucha vida y muchos conciertos por delante, pero soy muy nervioso, no soy capaz de estar quieto.

No ha pasado ni un año desde que publicó Mi pequeña historia

No quiero correr, pero llevamos un ritmo de trabajo fuerte con esta gira que me impide parar a componer como me gusta; con calma, después de un buen cine, un buen libro... Ahora no paro y cuando tengo tres días libres, escribo.

¿Y llega la inspiración a tiempo?

Las canciones vienen cuando quieren y ahora están saliendo solas. Tengo unas veinte. Una buena cifra para empezar a pensar en el disco, aunque hasta el cuatro de noviembre tenemos mucho trabajo con esta gira que está siendo intensa pero acertada. Si haces las cosas con prisa, en la música y en todo, estás perdido.

¿Hay fechas para empezar a grabar?

Quizá a finales de año para que salga en 2017. No se trata de terminar el 4 y entrar el 6 al estudio. Antes hay que estudiar los temas con la banda, prepararlo bien. Tengo la ventaja de que mi discográfica no presiona ni me impone fechas.

Crecimiento y comparaciones

Hay un reflejo del éxito en el aforo de los espacio donde actúa¿Cómo lo vive?

Es acojonante y genial. No sé muy bien por qué sucede. Es el apoyo de la gente, su confianza, el boca a boca. Si me parara a pensarlo mucho, no haría canciones. Ya hay una infraestructura que se encargan de buscar la fórmula. Yo sigo siendo el mismo soñador gallego que quiere dedicarse a la música, agradeciendo que en unos tiempos tan fastidiados, la gente pague una entrada.

Ha estado en México y regresa en el mes de mayo. ¿Cómo está resultando la experiencia?

Muy buena y también triste.

¿Triste en qué sentido?

Latinoamérica es necesaria. Hay que ir allí para que hablen como dioses de Serrat, Sabina o Víctor Manuel. La canción de autor allí es otro nivel. Por que en mi país eso no pasa. Y duele.

¿Y por qué no pasa?

Pienso que es porque este país se se ha dejado llevar . Hemos consentido, por ejemplo, que la Gran Vía sea un escaparate de tiendas en lugar de teatros como antaño. Hemos dejado que los poderosos venzan a la palabrahasta silenciar el arte y la cultura. Eso en Latinonamérica aun no ha pasado.

En streaming 615.000 personas han escuchado su música. ¿Impresiona?

Es una maravilla. No lo pienso mucho por el vértigo y porque son cifras. No sé que es ser número dos de ventas. No siento algo distinto. Eso me pasa cuando toco en un garito y alguien llora. Me dedico a eso. A la mirada, el contacto físico. Esa es mi palabra en horizontal. Flipo pero no sé que han sentido o quienes son. Prefiero mirar a la cara.

¿Qué hay tras la propuesta de encontrar rincones para grabar tus vídeos?

No hay mayor orgullo para mí que ser gallego. Soy gallego antes que cantante o persona. Llego a Galicia y subo una foto para presumir. Subí un vídeo grabado en Ortigueira que gustó mucho y se me ocurrió la idea. A la gente le interesa tanto el momento hogareño que pensé hacerlo al revés y grabar un vídeo musical en el lugar más votado.

Afirmaba que su objetivo es tocar, tocar y tocar. ¿Lo ha cumplido?

Sí, sin duda. Es difícil tener pareja viajando tanto (ríe) pero que dure.

Con Moraima (2013) le pedía a la vida seguir como estaba. ¿Mantiene el mismo deseo?

Absolutamente. Con todas mis ganas. Que me quede como estoy. No quiero un Jaguar ni un hotel de cinco estrellas. Quiero brindarle a mi padre un buen vino y poder estar a gusto. Y lo hago. Me quedo así.