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P. Ríos
Viernes, 8 de enero 2016, 02:28
Si las secuelas del derbi liguero de Cornellà-El Prat (0-0) dieron para escribir un libro, con referencias de Joan Collet, presidente del Espanyol, al «nacionalbarcelonismo en Catalunya» que entran en el terreno de lo más desafortunado por su evidente equiparación al nacionalsocialismo alemán, ... lo que pasó durante y después del derbi copero del Camp Nou (4-1 en la ida de octavos de final) necesita varios tomos de una enciclopedia para intentar explicar lo ocurrido sin que nadie se sienta perjudicado en el análisis. Aún así, es imposible contentar a todas las partes porque lo peor del fútbol, incluso del ser humano, se ha impuesto. Se veía venir, el ambiente prebélico ya estaba instalado. Y la guerra, declarada ya con actitudes y declaraciones, se prolongará hasta el próximo miércoles 13 como mínimo, cuando se dispute el encuentro de vuelta en el Power8 con una jornada de Liga de por medio que ahora, en Barcelona, parece un fin de semana amistoso. La pasión de los derbis, desmesurada y descontrolada, ha llevado incluso a la crisis del Madrid al último plano de la actualidad deportiva.
Posible sanción a Suárez
Del partido descomunal de Iniesta, que si mantiene ese nivel en la próxima Eurocopa invita a la selección española a pensar en grande, apenas se ha hablado. Los dos goles y las dos asistencias del mejor Messi desde su lesión han quedado en anécdotas. La polémica arrasa con todo. Y así seguirá siendo en los próximos días, con protagonismo ahora para el Comité de Competición, que deberá valorar cómo sanciona todo lo que reflejó el colegiado valenciano Juan Martínez Munuera, otro que perdió los papeles como el castellano-leonés José Luis González González el sábado. «Sos un desecho», escribió en boca de Luis Suárez, describiendo que provocó un altercado al dirigirse así a un jugador del Espanyol mientras le esperaba en el túnel de vestuarios. «Me cago en tu puta madre», fue su justificación a la roja directa a Diop, quien se dirigió así al uruguayo a menos de un palmo de la oreja del árbitro. El centrocampista del Espanyol también está en el punto de mira de los comités por sus sangrientas declaraciones posteriores: «No podéis decir que somos violentos. No se ha visto sangre. Si hubiésemos querido los del Barça salen en camilla». Piqué hizo más daño a los aficionados del Espanyol, pero se salvará de posibles sanciones porque lo suyo fue ironía: «Si son una maravillosa minoría (slogan publicitario de club blanquiazul), espero que llenen el campo porque en la Liga no lo hicieron».
Pau no se disculpa
En el día después del pisotón en la tibia de Leo Messi, voluntario y salvaje contemplando la cara del portero del Espanyol en el momento de hacerlo, Pau López optó por no disculparse y reconocer su error, quizás para evitar una posible sanción: Ni antes, ni ahora, ni nunca, iré a hacer daño en el campo a un jugador rival. Fue una acción puntual del juego, como la que Arda me da con el pie en la cara. El turco, con el pie encogido, le rozó, mientras que él se recreó durante un par de segundos. Pero en tiempo de guerras, nadie quiere dar muestras de debilidad. Lo que pasó con Luis Suárez se queda en el campo, nos dijimos algunas cosas, continuó. Esa batalla sí la ganó Pau López, cazado en la agresión a Messi, pero muy listo al extender la mano al uruguayo al término del partido sabiendo que era imposible que se la diera tras más de una hora insultándose y casi llegando a las manos. Al fallar varias oportunidades clarísimas en los últimos minutos, Suárez estaba más caliente tras el pitido final que Pau López, héroe del Espanyol al evitar un 8-1 ya jugando con nueve. Y no pudo controlarse: presumió de sus cinco títulos, ninguneó al portero blanquiazul y recibió la ayuda de Mascherano, quien, según algunas fuentes, fue realmente el que le dijo sos un desecho al portero en el túnel de vestuarios para liar más las cosas a los comités.
Campaña 'anti pericos'
Javi López, capitán del Espanyol, denunció «que la campaña mediática en Barcelona ha surtido efecto», quejándose del arbitraje de Martínez Munuera. Lo dijo él, autor de un penalti sin discusión a Neymar y el primero en ir a tranquilizar a Pau López tras esa agresión a Messi que era expulsión y penalti. A Neymar y Aleix Vidal, debutante junto a Arda, les señalaron dos fueras de juego inexistentes cuando ya encaraban la portería, uno de ellos de un par de metros. Y las dos expulsiones de Diop y Hernán Pérez fueron justas a ojos de todos los analistas. El primero se atreve a insultar a un rival a milímetros del árbitro y el segundo reiteró varias faltas seguidas hasta que se ganó la roja. Gerard Moreno también se extendió sobre esa campaña que denuncia el juego al límite del Espanyol sin recordar que fue Joan Collet quien se gustó haciéndose la víctima por el uso de la palabra «violencia», un concepto que tras el partido de Liga no utilizó ningún jugador, técnico ni directivo del FC Barcelona. El presidente del Espanyol la leyó en algunas columnas de opinión y la escuchó en algunas tertulias. Y soltó un discurso sobre el «nacionalbarcelonismo» respondiendo a periodistas, no a sus iguales. Sin duda, el trato en los medios de comunicación de Barcelona es desigual, como corresponde por los estudios de audiencias debido a la masa de seguidores de uno y otro club. Pero para equilibrar fuerzas ya están varios medios nacionales enfocados desde hace años a intentar desestabilizar al Barça. Ellos acogieron la polémica con agrado y sólo vieron culpables en el lado azulgrana. De esa campaña no habla nadie en el Espanyol.
Piqué y las provocaciones
Collet dejó paso tras la Copa a su vicepresidente, Rafael Entrena, que se cebó en Piqué por esa referencia a «la maravillosa minoría», señal de que el central del Barça dio donde más duele, además de comparar el fútbol del Espanyol «con el fútbol americano». Entrena lamentó que «Piqué lleva instaurado en la provocación permanentemente y se siente cómodo». Y Víctor Álvarez, ex jugador de la cantera azulgrana hoy en el Espanyol, le contestó que «no tengo nada que decir de un futbolista que falta al respeto a compañeros de profesión». Mientras que Sergio Busquets mantiene que «no sé si quieren jugar a fútbol o no». Esto no se ha acabado. Hay derbi para rato. Y en la calle es peor, con los ánimos demasiado caldeados y radicales de ambos lados esperando momentos así. Peligro.
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