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La carrera nocturna de EOn recauda 2.500 kilos de comida
Atletismo

La carrera nocturna de EOn recauda 2.500 kilos de comida

Sergio Torres y Zuriñe de la Fuente son los ganadoras de una prueba popular en la que participaron 983 corredores, pertrechados todos ellos con luces frontales

MarcoG. Vidart

Sábado, 15 de noviembre 2014, 23:44

Una interminable hilera imaginaria compuesta por diminutos puntos de luz circundó el paseo marítimo. La estampa, en medio de la noche cerrada, tenía algo de misteriosa o si se prefiere de inmenso árbol de Navidad. Los 983 participantes de la carrera E.ON Night Race portaron cada uno de ellos un frontal de luz sobre su cabeza al mas puro estilo del minero y a la vez que corrían dibujaban una imagen difícil de olvidar. El muelle de Gamazo se está convirtiendo en un estadio deportivo capaz de albergar los mejores eventos. Al Mundial de Vela celebrado en verano se le unió el campeonato de España de triatlón por equipos y este sábado ¡una cita popular cuya estética le otorgó una nueva dimensión al escenario.

La participación en la carrera era gratuita y a cambio la organización solicitó a los corredores que aportarán de manera voluntaria alimentos a los más necesitados. No defraudó. 2.500 kilogramos de comida y 400 euros irán destinados al Banco de Alimentos de Cantabria.

Sergio Torres y Zuriñe de la Fuente fueron las primeras 'luces' en completar un recorrido que tuvo que ser recortado por motivos de seguridad. Los participantes se ahorraron el paso por el espigón del embarcadero de Puertochico, donde la intensa lluvia que descargó minutos antes de la salida convirtió el suelo empedrado, junto con la estrechez de su trazado, en una zona de peligro. De esta manera, la fila de luces recorrió cerca de un kilómetro menos de lo previamente establecido. Las inmediaciones de la calle Castelar parecían un cielo plagado de estrellas fugaces. Los corredores calentaban mientras la lluvia obligaba a cobijarse bajo los paraguas a sus familiares y amigos. «¿Dónde vas sin luces?», bromeaban los valientes corredores a medida que iban saludándose. De cerca la imagen se transformaba en una inmensa marea roja, el color de las camisetas que E.ON regaló a modo de uniforme a todos los participantes.

Los primeros en echar a correr fueron los benjamines. 500 metros. «¡Dame la mano, Sergio, dame la mano!», gritaba Conchi a su hijo de apenas dos años que con la luz que salía de su frente, la abultada cazadora con la que protegerse del frío y las botas de agua parecía un astronauta en formato reducido. Pues bien, Conchi, junto a su hijo Sergio y su marido Luis recorrieron la distancia al igual que otras familias. Soportaron el aguacero como pudieron. Daniel Viadero y Sara López fueron los primeros en cruzar bajo el arco de meta. Después fue el turno de los infantiles, a estos ya no fue necesario que les acompañaran sus padres, y Jorge García y Lucía Sánchez llegaron los primeros

A las 20.10 horas comenzó a sonar en Gamazo la música con la que comenzaba la cuenta a trás para los corredores adultos.

Un baile de disfraces

«Santi, corre, que hace frío», le aconsejaba Marisa a su marido, Carlos. Aunque necesitaba ella abrigarse más que él. En pantalón corto, en mallas, con pañuelos al cuello, medias de comprensión... la carrera arrancó como si fuera un trivial baile de disfraces. Los hubo que salieron hasta con mochila en apenas cuatro kilómetros no suele ser necesaria, pero por prevenir e incluso hicieron uso de ella. Pintoresca también fue la imagen de alguno que corrió con un utensilio alargado que sostenía el móvil y le permitía fotografiarse en todo momento. Selfie nocturno y móvil. La lluvia desapareció y mientras el deambular acompasado de los más rezagados marchaba en dirección a Puertochico, Sergio Torres aparecía para detener el cronómetro en 13.27. Después de él, uno a uno fueron llegando todos. Arremolinados en torno al avituallamiento final cada corredor contaba una historia.

Javier Anzola (director general de Negocios Liberalizados de E.ON) y Luis Morante (concejal de deportes del Ayuntamiento de Santander) entregaron los trofeos a los más destacados. Algunos, los más pequeños, subieron al podio con el frontal aún en su cabeza. Seguramente por la noche a unos les sirvió de juego y a otros, los no tan pequeños, de escusa para contar una bonita historia personal y solidaria. Una atractiva forma de correr.

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