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Marcos Menocal
Viernes, 28 de noviembre 2014, 07:38
santander. Un reencuentro en el tiempo. Un regreso al pasado más íntimo. El Instituto Marqués de Santillana de Torrelavega rindió ayer un sencillo y emotivo homenaje a muchas de sus alumnas que hace cerca de cincuenta años utilizaron el patio del recreo para empezar a jugar al voleibol (balonvolea por aquel entonces). 'Alumnas pioneras de voleibol: 1966-1974' fue el título del reconocimiento que congregó a más de cuarenta de aquellas entusiastas, junto a sus familiares en un acto entrañable. Otros años el centro había distinguido a una persona en concreto, como fue el caso del director del cine Manuel Gutiérrez Aragón o el doctor Obeso, pero en esta ocasión la mención fue para un grupo, sin excepción, que contribuyó a impulsar la práctica de un deporte que hasta aquella fecha tan solo lo practicaban los hombres.
Ayer las lágrimas, los calurosos abrazos y los gestos de complicidad se sucedieron por los pasillos y en el salón de actos donde se desarrolló una conferencia con las protagonistas como ponentes. Todas las jugadoras tuvieron su cuota de importancia, pero sin lugar a dudas, Emilia Fuentevilla se llevó los honores. 'La profe', como algunas de las presentes coincidieron en afirmar que la llamaban en su época, fue imprescindible en el auge de esta práctica y gracias a ella fueron aprendiendo las reglas, compitiendo cada vez a más nivel y superando fronteras. Fuentevilla recibió un ramo de flores y una placa conmemorativa por su labor. Junto a ella se sentaron en la una mesa, Teresa Hernando, la jugadora más internacional de todas las que salieron del Marqués de Santillana, Juan Abascal, el primer entrenador que tuvo aquel equipo, Pilar Ceballos (jugadora), José Nicasio (director del instituto) y Mabel Fernández, exjugadora y actualmente jefa de estudios del centro. Junto a todos ellos presidiendo el acto les acompañó el director del Deportes del Gobierno, Javier Soler. Todo transcurrió entre anécdotas y recuerdos mientras se pasaban diapositivas con imágenes de la época.
Aquellas tardes de voleibol en el patio del instituto -el mismo en donde ayer se descubrió una placa que permanecerá allí para siempre- terminaron convirtiéndose en el lugar de entrenamiento del mejor equipo de Cantabria y posteriormente en uno de los mejores del país, hasta que el crecimiento fue tan grande que necesitó de otras estructuras para continuar su crecimiento. Fue entonces cuando el origen de aquel equipo pasó a ser tutelado por el CD Sniace y consiguió varios títulos de Liga, de Copa y la histórica participación en la Copa de Europa, el primer club cántabro que logró dicha hazaña.
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