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Momento en el que los primeros corredores pasan por la línea de salida.
Multiaventura

Así vivió Cabezón la salida de la Ultramaratón

Los intrépidos participantes fueron jaleados por miles de personas mientras iniciaban al ritmo de AC/DC su particular 'via crucis' de 117 kilómetros

Carlos Macho

Sábado, 23 de mayo 2015, 11:11

Cabezón de la Sal fue anoche un hervidero de gente desde primera hora de la tarde. Por la localidad se cruzaban los vecinos habituales con los miles de personas llegados desde todos los puntos de Cantabria, España y diversos países para participar o asistir como público al espectáculo que supone la celebración de 'Los 10.000 del Soplao'.

Poco antes de las 23.00 horas no cabía un alma más en los alrededores del punto de salida de la prueba de Ultramaratón. Una hora antes, los más de 200 participantes que se disponían a recorrer en la soledad de la noche y a lo largo de la mañana los 117 kilómetros de trayecto que les esperaban por delante ya comenzaban a concentrarse en la línea de salida.

Como todos los años, el ritual se inició con la Baila de Ibio, una tradición ancestral que aportó colorido con las luces de las antorchas. Al finalizar el baile, los bailarines formaron una torre y uno de ellos clamó a voz en grito y coreado por el público: "¡Viva Cabezón de la Sal! ¡Vica Cantabria! ¡Fuerza muchachos!". A continuación formaron un pasillo y alzaron las antorchas al tiempo que comenzaba a sonar el 'Thunderstruck' de AC/DC. En ese momento el público comenzó la cuenta atrás y, a las 23.00 horas en punto, los aguerridos corredores iniciaron su particular 'via crucis' entre las palabras de ánimo y cariño lanzadas por familiares, amigos y las miles de personas congregadas.

Una vez iniciada la pureba fue el momento de ir corriendo a por los coches para, una vez superado el atasco, llegar hasta Ruente y contemplar el espectáculo de ver a los corredores bajando en medio de la oscuridad de la noche por el alto de Ibio. Desde el pueblo se podía contemplar como los corredores formaban con las linternas que llevaban en su cabeza un sendero de luz que romía la oscuridad del monte. Todo un espectáculo para los sentidos.

Y cómo no, una vez más, en cuanto los participantes de la Ultramaratón llegaron al pueblo de Ruente otra vez se formó la algarabía con cientos de personas agolpadas a ambos lados de la carretera infundiendo ánimo a los intrépidos corredores.

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