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Fernando Riego coge una ola frente al acantilado de Las Canteras, donde el domingo se disputará la competición de La Vaca Gigante.
«La Vaca es una pared de agua con la altura de un quinto piso»
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«La Vaca es una pared de agua con la altura de un quinto piso»

El cántabro Fernando Riego será uno de los participantes en la competición de La Vaca Gigante, que se celebrará este domingo frente al acantilado de Las Canteras, en Cueto

Marco García Vidart

Viernes, 4 de diciembre 2015, 07:20

«La Vaca Gigante es una enorme pared de agua, una ola del tamaño de un quinto piso. Cuando comienzas a bajar por ella la sensación es de ingravidez, de vacío. Esa algo inigualable». A sus 33 años, el cántabro Fernando Riego (Maliaño, 1982) será este domingo uno de los 32 surfistas que retarán a La Vaca Gigante, la competición de olas grandes que se celebrará frente al acantilado de Las Canteras, en Cueto. Tras varias semanas esperando las condiciones perfectas, en esta la organización aumentó el nivel de alerta para los participantes y ayer el certamen vio la luz verde. El domingo, todo cuadrará. Las condiciones perfectas en la mar que envían las borrascas desde el Atlántico para que haya olas de más de cinco metros y algo de viento sur para que pegue contra la ola y haga que la superficie del mar esté lisa y asegure también un buen día en lo meteorológico. Una jornada perfecta para hacer y ver surf.

La competición comenzará a las nueve de la mañana

  • La competición de La Vaca Gigante comenzará a las nueve de la mañana y concluirá sobre las tres o cuatro de la tarde. Todo un día de surf en el que los 32 participantes afrontarán en primer término una fase para dejar solo a los 16 mejores. A continuación, otra ronda decidirá a ocho supervivientes, que son los que se jugarán el título. A falta de la confirmación oficial de los participantes, La Vaca Gigante tendrá algunas ausencias. Debido a lo aleatorio de una competición que espera las condiciones idóneas, no serán de la partida el sudafricano Grant Twig Baker o los cántabros Pablo Solar y Pablo Gutiérrez.

Fernando Riego lleva en este deporte desde hace trece años. «Al principio, para mí una ola grande era una de dos metros. Pero luego vas subiendo...». Lo que se avecina el domingo difiere bastante al surf convencional a pie de playa. «Las tablas son más largas, de unos 3,5 metros o cuatro, casi el doble. Y más gruesas. Son así porque lo que se necesita es más flotabilidad para tener más remada».

Esa remada lleva al surfista de turno a asomarse a un abismo hecho de agua. Y a pasar «de ocho o diez kilómetros por hora a bajar por la ola a casi 40», explica el surfista camargués. Las sensaciones se acumulan para un especialista en olas grandes al ponerse de pie sobre la tabla. «Es ingravidez, descuelgue, vacío, velocidad...». Pero también las olas de La Vaca Gigante requieren de una gran preparación física y, sobre todo, psicológica. «Hay que estar muy concentrado para hacer una lectura correcta de la ola».

Riesgos

La concentración máxima que se necesita para ser surfista de olas grandes viene por el monstruo al que hay que enfrentarse. Riego no duda ni un instante. «Sí, es peligroso». Si al cabalgar sobre la ola hay una caída, encima del surfista se precipitarán «varias toneladas de agua». Y tampoco hay que perder de vista que La Vaca Gigante se celebra a pocos metros de distancia de un acantilado «contra el que hay riesgo de estampanarse si hay muy mala suerte». Para minimizar el peligro, lo primero es la prudencia. «Ponemos en la balanza la ola que queremos coger y el riesgo que hay. Y si es muy difícil entrar o salir de ella, no lo hacemos. En la competición del domingo habrá motos de agua pendientes de cualquier problema, pero el resto del año, cuando entrenamos en esa zona de Las Canteras, escogemos los días en los que no hay que exponer la vida continuamente». Además, Fernando usa unos chalecos llamados de impacto. Al igual que un airbag, al activar un mecanismo unas botellas de aire comprimido los inflan para que el surfista pueda subir rápido a la superficie cuando una Vaca Gigante los haya mandado al fondo del mar.

El éxito de este spot de olas grandes apenas a cinco minutos de Santander se basa en el fenómeno de la refracción. Una mar de fondo de apenas dos metros avanza en dirección a Santander. «Pero se pasa de golpe de una profundidad de unos 60 metros a ocho o diez», comenta Fernando Riego. «Es como los tsunamis. Al llegar a la costa, pierden velocidad pero ganan altura». La Vaca Gigante ya empieza a ser muy conocida en el mundo del surf fuera de Santander. «Tengo amigos australianos que vienen a surfear en ella», destaca Riego. «Creo que aún está sin explotar y La Vaca Gigante puede generar muchos recursos a nivel turístico».

Con los años, Fernando Riego se ha ido enganchando a surfear en estos lugares de olas grandes. «Me gusta más este tipo de condiciones», señala. Jardinero de profesión, en casa está casado y tiene dos hijos pequeños no le montan un lío por irse a bajar por muros de agua frente a un acantilado. «Mi esposa está muy acostumbrada y confía mucho en mí. Intenta ayudarme todo lo posible», comenta entre risas. Este domingo además todo será más seguro, muy organizado y con muchos medios por si ocurre algún percance. Porque una vaca hecha de agua llega a la costa cántabra para que 32 valientes la desafíen frente al acantilado de Las Canteras. El peligro será el que una mole de varias toneladas embista sin freno. La gloria, deslizarse por ella sobre una tabla de surf a toda velocidad y tras cruzarla, ver como esa ola perfecta muere al estrellarse contra las rocas.

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