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Aficionados encaramados en los acantilados disfrutan del campeonato de surf.
La Vaca no defraudó y puso a los surfers ante olas de siete metros
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La Vaca no defraudó y puso a los surfers ante olas de siete metros

El vencedor de la prueba ha sido el canario Alex Zirke, seguido del británico Tom Buttler y a Adur Metamendia (Zarautz). El primer cántabro en la clasificación ha sido Miguel Weish

José Carlos Rojo

Domingo, 6 de diciembre 2015, 11:59

Desde tierra la distancia distorsiona las dimensiones. Los surfistas se intuyen por el color de las tablas en mitad de una masa de agua. Pero allí dentro, en el mar, las proporciones se vuelven extremas. La ola ya no parece una ola. Es un edificio entero de tres pisos de agua que ruge con tal fuerza que sobrecoge. No hay espacio para el error y el impacto puede ser fatal. Porque a la mala suerte se le puede antojar empujar al surfer hasta un fondo oscuro, rocoso. Esto va en serio. La fuerza del agua partió en dos varias de esas tablas pesadas y alargadas, especiales para domar al océano cuando se pone fiero. Esos accidentes frustraron la pugna de varios competidores. Eliminados. Ellos encajaron los impactos más violentos, los que desde tierra se vivieron con inquietud, primero, y con calma, después. Justo cuando las motos acuáticas les rescataban de la rompiente. Porque La Vaca fue lo que se había dicho. Grande. Entre seis y siete metros. Paredes de agua reservadas para valientes.

«Ha sido impresionante, las previsiones han superado lo planeado y es una de las grandes olas que se pueden ver en esta zona». Miguel Welsh, surfero cántabro, celebró el cuarto puesto de un campeonato que reunió a cerca de 8.000 personas en los acantilados de El Bocal, muy por encima de lo esperado por la organización. Suyo es el mérito de representar a la región en un podio copado por deportistas llegados de fuera. El vencedor, el domador de La Vaca XXL fue el alemán residente en Tenerife Alex Zirke. «No creo que haya sido el mejor, sencillamente he tenido más suerte que el resto». Modestia. «Creo que más que una ola me puntuaron varias izquierdas que cogí con regularidad. He ganado por la regularidad, pienso», zanjó ayer tras la recogida del premio, un campano que sirve de guiño al nombre de la competición. Muy propio.

Épica fue la historia del británico Tom Butler, que quedó a la deriva en la ronda final al partir su tabla. Tuvo tiempo de llegar a la playa y cambiarla por otra, y aún le sobró talento para hacerse con el segundo puesto. Historias para guardar en El Bocal. «Ha sido tremendo, el mar estaba muy fuerte para este lugar. El ambiente ha sido estupendo pero de verdad que allí dentro lo hemos llegado a pelear mucho». Lo explicó tras recibir los aplausos del público y mientras examinaba esa segunda tabla, llena de arañazos y con algún que otro golpe también. Tras ellos, el vasco Adur Letamendia, conocedor del fenómeno costero frente a los acantilados de la senda costera, logró el tercer cajón de la clasificación. «Vivir cerca de aquí me ha permitido surfear esta ola en más de una ocasión. La conozco algo y hoy estaba realmente bien para competir. Lo he pasado muy bien y si el año que viene me vuelven a invitar, estaré aquí encantado». Él también estaba sorprendido por el ambiente que arropó la prueba desde tierra. «Desde el agua solo se veía gente, era algo impresionante».

Un hervidero de gente

Surfistas y curiosos; adultos y niños;familias enteras y decenas de perros correteando entre las piernas de los asistentes. La otra marea pobló las rocas y los prados frente a las olas. Un hervidero de gente que en lo emocional vivió muy de cerca la competición. Especialmente los instantes peligrosos y, precisamente por ello, el mejor Wipeout (la caída más espectacular) también tuvo premio. Fue para el cántabro Tino Aja.

«No podemos más que estar contentos con lo que hemos hecho. Si me ofrecen estas condiciones de sol y de mar cuando estábamos organizándolo hace meses, las hubiera firmado a ojos ciegas», celebraba Jesús Fiochi, director de la prueba, desde la carpa del jurado. Los prismáticos fueron la herramienta generalizada. Eso y los kilométricos teleobjetivos de las cámaras fotográficas, apostadas en cada pequeña elevación en busca de la imagen perfecta.

La llegada de la serie buena de olas, más o menos cada dos minutos, avanzaba emoción. Los deportistas las aprovechaban a la margen derecha o izquierda. El público aplaudía o exclamaba de emoción y los miembros del jurado volcaban sus cabezas sobre el papel para anotar la maniobra. No se trataba de coger la más grande. La victoria era un poco más caprichosa y premiaba a quien sabía aprovechar el momento y el lugar adecuados. Allá donde el pico de la masa de agua llega perfecto, donde la pared se mantiene durante los segundos suficientes sin romper. Algo preciso para bordear el muro de mar e, incluso, para adornarse con alguna maniobra.

Las sorpresas

Y no es fácil. La primera manga echó fuera de la competición a algunos de los fuertes del campeonato. El británico Andrew Cotton encadenó varias olas malas y tuvo que salir del agua. «No lo esperábamos, pero estas cosas a veces pasan. El mar es muy caprichoso y como te pille un día de mala suerte, por muy bueno que seas, no hay manera de salir adelante». Fiochi sabe de esto. Algunos de esos campeones frustrados ayer en El Bocal retornaron al mar una vez terminada la jornada. Y mientras sus compañeros recogían los premios en el podio en lo alto de una de las colinas frente al Cantábrico, con la puesta de sol ya a medio camino, ellos se desquitaban para demostrarle al mar quién es quién en esta batalla del hombre contra los elementos.

«No tienen que sentir pena porque lo que queremos es volver a tenerlos a todos aquí el año próximo. Así tendrán oportunidad de volver a pelear por la victoria», aseguró Pedro García, promotor de ObsessionA2 y codirector del evento, que aspira a integrarse en el circuito europeo de surf. «Hemos puesto todos los esfuerzos por recuperar esta prueba que hacía años que estaba parada y lo hemos conseguido. Encima hemos tenido una asistencia que ha superado con mucho nuestras previsiones y no podemos estar más contentos», aseguró. «Me gustaría que esto sirviera para ganar apoyos, sobre todo de anunciantes, porque este año hemos estado muy justos y parece que queda claro que esto mueve muchas miles de personas y muchos jóvenes». La cantidad de dinero para la puesta en marcha de La Vaca XXL no superó los 8.000 euros y el evento salió adelante gracias al esfuerzo de algo más de 50 voluntarios. Trabajo desinteresado. «No sé cómo puedo agradecérselo a todos ellos», zanjó García. A ellos y al Cantábrico, que este domingo prestó su Vaca.

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