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Cuando se les habla de Tete Rodríguez no saben si sonreír o torcer el gesto. La comparación con la que probablemente sea la saga más importante de la historia de los bolos agrada, pero también abruma. Sobre todo en la ecuación entra en juego ... quien compite con Cabello y muy pocos jugadores más por ser considerado el mejor bolista de la historia.
Pero si los Rodríguez; Tete, Emilio Antonio y Rubén; son historia y presente de los bolos, la saga de moda es otra. La que forman los González, que tampoco tienen nada que ver, pese a la coincidencia en el apellido, con el Junco de Liérganes. La saga que une a Nel (nacido en Anievas como José Manuel en 1964) con sus dos hijos: Víctor (El Astillero, 1994) y José Manuel (El Astillero, 1999). Tienen además una hermana, pero ella no se dedica a los bolos; tal vez huyendo de lo que parecía, a tenor de los resultados conseguidos, una predestinación.
La historia comenzó en Anievas. Y para más señas en Cotillo de Anievas, en cuya peña un entonces joven Nel González jugaba a los bolos en Primera hasta que un accidente laboral le obligó a retirarse en 1988 y replantearse su proyecto vital. De aquella crisis nació en 1991 una nueva etapa con su propia empresa, a la que puso el nombre de su pueblo, Anievas, y cuyo crecimiento le obligó a trasladarse a El Astillero. Después sus diferencias de pareceres con el Ayuntamiento le llevaron a dejar la Peña Anievas para iniciar acto seguido un nuevo proyecto al frente de la histórica Peñacastillo, a la que devolvió a Primera y llevó a ganar la Liga en 2014.
En todo este proyecto deportivo de Cañas le ha acompañado su hijo Mayor. Víctor González es serio y parco en palabras. No se pueden esperar de él estridencias. Pero sabe que lo suyo está dando que hablar, por mucho que nunca tuviera como meta estar en el foco de los medios cántabros. «No esperaba que de un año para otro tuviera tanta evolución, pero a final todo ha salido muy bien». No alardea, pero sabe lo que ha hecho y rebosa confianza. La misma que ha tenido para terminar su grado sin dificultades y con la que preparará ahora un máster. Porque si esos mismos jugadores a los que ahora tuitea bolísticamente hablando tienen tiempo para una jornada laboral -salvo pocas excepciones de los bolos no se vive-, a sus 23 años él lo tiene para seguir estudiando.
También lo hará su hermanos. Y también en la Universidad de Cantabria. Seguirá así con un paralelismo que se romperá deportivamente en breve, cuando el joven José Manuel González cambie la camiseta de Peñacastillo Anievas Mayba (jugó la Liga en Sobarzo como cedido, pero es bolista del equipo de Cañas y con ese distintivo ha completado el calendario individual) por la de Puertas Roper.
«José Manuel es jugador de la peña, este año le cedimos para que cogiera experiencia y no estaba contemplado que el año que viene jugara con nosotros ni que se desvinculara, pero llegó esta oportunidad y decidimos que había que aprovecharla». Lo explica Nel, a la vez presidente y padre de un bolista que está a punto de llegar a la mayoría de edad, pero que aún no la ha alcanzado. Claro que eso no le ha impedido codearse con la élite bolística.
Como su hermano Víctor comenzó muy joven. Se parecen mucho no solo físicamente, sino también en sus expresiones, en el laconismo y una segura prudencia. Se parecen tanto que si Víctor comenzó muy joven a tirar bolos, José Manuel lo hizo aún mas: «Empecé cuando mi padre jugaba. Mi hermano también jugaba, así que ahí fui yo desde muy pronto, con seis años. Me llevaban a la escuela de Peñacastillo y aquí estoy ahora», recuerda sin dar demasiada importancia a la que sin embargo es una carrera ya más que prometedora.
Los dos son ya astillerenses, aunque no renuncian a su origen de Anievas e incluso en el caso de Víctor llegó a jugar allí. Y los están plenamente identificados con el barrio de Cañas y su bolera Mateo Grijuela, aunque se dé la paradoja de que el benjañín de la saga se vaya a marchar sin haber jugado en el primer equipo.
Con Nel González como presidente y mecenas, porque más que un patrocinador eso es lo que es, y el apoyo de algunos amigos y compañeros convertidos en directivos, Peñacastillo Anievas Mayba (las firmas de dos directivos dan apellido a la peña) regresó a la máxima categoría ya con un jovencísimo Víctor en la plantilla y llegó a ganar la Liga en 2014 con una partido en la que el propio Víctor estaba acompañado por Ico Núñez como capitán, Pedro Gutiérrez y Jaime Ríos. Al astillerense le faltaba solo confirmarse en la competición individual. Y vaya si lo ha hecho. ¿Cómo? No se lo ha planteado demasiado: «Habré crecido como jugador, y todo eso me ha dado más tablas para hacerlo mejor en la bolera».
Esta sencillez es su denominador común. Ni siquiera piensan en lo que pueden llegar a ganar con los bolos, que si bien no viven su época más espléndida sí dan de sí para que los grandes campeones sumen buenas cantidades. José Manuel ni se lo ha planteado aún en un año en el que ha jugado todavía con ficha de juvenil. Y tampoco Víctor: «No pienso en eso. Yo pienso en hacerlo bien, intentar jugar cada vez mejor y ganar títulos». Aunque tampoco no esconde la obviedad y aunque no sea su principal fuente de motivación prefiere ver cómo esos campeonatos se rentabilizan también económicamente.
Sus planes son, sencillamente, seguir estudiando y seguir jugando a los bolos, además del resto de actividad propia de cualquier joven de 23 años. Que no es poco. Y ni siquiera piensa en que su hermano debutará antes que él en una de las dos grandes; en un Puertas Roper cuya oferta ya rechazó en 2015.
Sí que tiene ya entre ceja y ceja el Campeonato de España, después de haberse quedado este año a solo tres bolos: «Después de esta temporada ya vas viendo más posibilidades después de esta temporada, pero no es algo que me obsesione. Si tiene que llegar; llegará». Quién sabe si se encontrará con su hermano en una de esas. «Eso nunca se sabe», comenta prudente José Manuel. «Ya veremos qué pasa en el futuro, pero sí que se puede dar». Es una hipótesis cada vez más plausible. Y eso sí que lo tienen claro.
El resurgir de Peñacastillo tiene que ver con una crisis en un pequeño pueblo cántabro: Anievas: «En 2009 acabé algo harto de algunas situaciones en Anievas y pensé en dejar los bolos –Nel González era el presidente y patrocinador de la peña, con la que llegó a incluso a jugar tras su accidente–, pero unos meses después un grupo de amigos pensamos en coger la bolera Mateo Grijuela y Peñacastillo para hacer un nuevo proyecto».
El equipo creció funda do en la gestión de su equipo, el apoyo de su empresa, el más significativo, y el de las instituciones y pequeñas firmas que siempre se afana en recordar. Lo que no se esperaba –o eso dice– era tener dos hijos que se han convertido ya en figuras de los bolos: «Ha dado esa casualidad. A mí me agrada mucho, eso está claro, pero de verdad que no es algo que haya buscado. Lo que sí hace es disfrutarlo desde la grada, donde no se pierde una cita: «En la gran mayoría de concursos he estado, salvo que haya coincidido que jugara uno en un sitio y otro en otro. Siempre que puedo trato de estar. Porque son ellos, claro, pero también porque me gustan los bolos»
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