Borrar
Bernardo Colsa atiende a los alumnos del Colegio Cumbres a su llegada al El Sardinero.
«El vestuario huele a menta»

«El vestuario huele a menta»

Alumnos del colegio Cumbres inauguraron ayer las visitas guiadas a El Sardinero

MARCOS MENOCAL

Viernes, 17 de octubre 2014, 08:51

«Yo ya he venido aquí con mi padre», le dice Álvaro a David mientras se colocan en una fila para acceder a los Campos de Sport de El Sardinero. Se acaban de bajar del autocar junto a 48 compañeros más de 3º y 4º de Primaria del colegio Cumbres de Santander. Se trata de la primera visita guiada de un colegio al estadio racinguista. Unos privilegiados. Cruzan la puerta. Bernardo Colsa les espera al otro lado. «Las cazadoras dádmelas a mi». A poco más le entierran. Los dos profesores que acompañan a los niños le ayudan. Colocan los chambergos y gabardinas en un lugar apropiado y comienza la visita al 'Teatro de los sueños' verdiblanco. Entre ligeros empujones y agarrones porque todos quieren ser los primeros.

La visión panorámica del césped y del graderío a alguno le sorprenden. «¿Dónde están los jugadores?», preguntan a voz en grito. El más atrevido está acostumbrado a verlo en la televisión y siempre «están corriendo con el balón». Se le hace raro verlo tan vacío. Sin embargo no deja de mirar en círculo. Se sientan como en un teatro, propiamente dicho. En tres filas. Comienza una breve clase de historia. ¿Dónde estamos?, cuestiona Colsa. «En El Sardinero», contesta el grupo. «Este campo se fundó en 1988. Vosotros no habíais nacido. Pero hace más de 100 años, ya existía el Racing...». A modo de cuento, el maestro de ceremonias inyecta el 'racinguismo' con un breve relato histórico. «Desde siempre se le ha llamado al Racing el equipo verdiblanco, por el color de las rayas de su camiseta». «Pero algunas veces llevan un equipaje rojo», advierte Laura. A la pequeña aficionada no le cuadra. «Sí, ese color es en honor al centenario que cumplió el club el año pasado». Un detalle.

«¡Gol, gol, gol del Racing!», se oye una y otra vez. La visita lleva a los escolares a la zona de prensa. Se introducen en las cabinas. Unos salen y otros entran. Detrás de los cristales narran con más o menos gracia goles imaginarios de sus ídolos. «Gol de Koné». El delantero verdiblanco es el protagonista de las ilusiones de los niños que aupados en los pupitres de prensa simulan sostener un micrófono de radio en el interior de las cabinas radiofónicas.

La excursión baja la escalera camino del palco. Por el camino van recogiendo toda clase de recuerdos. Unos, las revistas que aún están en el suelo del partido del pasado sábado frente al Barcelona B. Otros, algún pañuelo verde que aún revolotea por el estadio. Todo sirve de trofeo.

«¿Quién se sienta aquí?», pregunta Lucía Rodríguez. «El presidente y los consejeros», y «¿ellos no juegan?», insiste el atrevido aficionado. Se sientan en los mullidos asientos del palco y bromean. Se hacen fotos y disfrutan de la zona noble del estadio.

Camino del vestuario atraviesan la zona del antepalco. Allí contemplan parte del museo racinguista. Fotos de antiguos jugadores, instantáneas de momentos históricos... «Decidle a vuestro padre que habéis visto una foto de Santillana», les aconseja Colsa. Alsúa, Óscar, Chinchón, Juan Carlos... música celestial. A sus apenas nueve años, muchos de los nombres que allí aparecen pertenecen a un pasado prehistórico. En ese momento aparece 'Tuto' Sañudo. «¿Sabéis quién es este señor?». Silencio sepulcral. Los chavales respetan la corbata. «Es el presidente». Los cincuenta niños posan con 'Tuto' a quién la sonrisa no le cabe en la cara. Más escaleras. En mitad del camino se encuentran una maqueta de los viejos Campos de Sport de El Sardinero. Ninguno de los presentes lo vio, pero todos quieren fotografiarse con él.

Carreras por el césped

«Huele a menta», admite Ismael Herrera. Acaban de entrar al vestuario del Racing. Al coto privado de los futbolistas. Aún se respira el linimento y el réflex del último partido. Los ungüentos milagrosos que sanan los golpes. «Aquí se sienta Soria, aquí Mario, aquí Miguélez...». Repasan la camilla, la nevera de los hielos, la pizarra y hasta las duchas.

La visita está a punto de terminar pero antes resta pisar el 'prao'. Un pequeño paso más. Sin embargo, los más curiosos han abierto una puerta con la que se han cruzado. Es el gimnasio. «¿Esto lo levantan los del Racing?», pregunta extrañado Antonio Pando. Cuatro máquinas de pesas con las que probablemente entrenaron Alba, Benito, Juan Carlos, Pedraza y compañía en el año 88 pueblan aún un recinto en el que el paso del tiempo ha hecho mella. Mucha. También hay dos bicicletas estáticas, una camilla y algún balón medicinal.

Y llega el momento cumbre. Descabezados, sin un rumbo fijo y con el aliento suficiente para hacerlo sin callar, todos corren por el césped. «Es una excepción por ser la primera visita», reconoce Colsa. Otra vez privilegiados. A lo lejos, Pablo Elías Pascual toma la pelota. Sortea a tres o cuatro compañeros y después de un 'slalom' de 40 metros bate por raso al portero. Se abrazan, se tiran al suelo y festejan el gol. Están empapados, la lluvia a embarrado el campo, pero les da igual. «Es que esta portería es muy grande y yo estoy acostumbrado a la de mi casa», se justifica Ismael Herrera, el guardameta batido. Todos se juntan y nadie se mueve. Quieren salir en al foto final.

De despedida, regalo de un lápiz del Racing para cada uno. «¡Racing, Racing, ra, ra ra...!». Los alevines terminan cantando el eterno himno popular del club. A cada niño le ha costado 2 euros. Ese es el precio que la Fundación Racing puso para las visitas guiadas al campo, uno de sus principales anhelos. El dinero se destinará íntegramente al fútbol base de la entidad.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «El vestuario huele a menta»