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José María Gutiérrez
Domingo, 22 de marzo 2015, 11:56
El Racing se topó ayer de bruces con la realidad. La dinámica positiva vivida desde la llegada de Munitis y Colsa al banquillo, con una victoria y un empate en la mochila, se vio truncada ante el Zaragoza, que se llevó los tres puntos en El Sardinero gracias a su mayor acierto en las áreas, allí donde se deciden los partidos. Borja Bastón no perdonó donde Álvaro, Iñaki y Granero sí lo hicieron. El equipo cántabro fue preso de sus puntuales pero graves errores defensivos y de su falta de acierto en ataque, dos fantasmas ya conocidos que se repitieron una y otra vez en la etapa de Paco Fernández. Y eso, ante un Zaragoza aspirante al ascenso, experimentado y con pólvora arriba, te conduce inexorablemente a la derrota, la primera con el nuevo cuerpo técnico.
El partido estuvo igualado, equilibrado, hasta una jugada clave, en el minuto 48, cuando Mario derribó a Borja Bastón dentro del área tras una falta de entendimiento con Bernardo que el propio delantero convirtió desde el punto de penalti para llevar el 0-1 al marcador. A partir de ahí, el partido se puso muy cuesta arriba para el Racing, al que se le convierte en rocosa montaña cualquier inconveniente. El segundo y definitivo tanto del goleador zaragocista, ya con los verdiblancos buscando el empate a la desesperada, certificó una dolorosa y frustrante derrota porque el Racing tenía en su mano salir de los puestos de descenso. Pero no pudo ser. La salvación sigue estando a dos puntos, sí, pero queda una jornada menos ahora 12 y el margen de error es cada vez más reducido. En Vitoria no se puede fallar.
Pedro Munitis realizó tres modificaciones en la alineación titular respecto al choque de Barcelona. Bernardo entró en defensa en lugar de Borja San Emeterio para hacer frente a la potente delantera maña, lo que trasladó de nuevo a Orfila al lateral derecho; Javi Soria fue la tercera pareja diferente de Borja Granero en el centro del campo; y Mariano gozó de una merecida titularidad en lugar de un Quique González que apenas había entrenado durante la semana por una sobrecarga en los isquiotibiales. Enfrente, un Zaragoza que llegaba a Santander con una negativa racha de cinco partidos sin ganar y lastrado por las bajas, pero con experiencia atrás Mario y Lolo como pareja de centrales, calidad en el medio con Ruiz de Galarreta y Natxo Insa y una delantera de nombre y números, la que formaban Borja Bastón y Willian José. En definitiva, un duelo atractivo entre dos históricos del fútbol español en un Sardinero que reunía la segunda mejor entrada de la temporada, con 9.569 espectadores.
El Racing saltó al campo con el objetivo de repetir la imagen y el tipo de juego desplegado ante Osasuna como medio para alcanzar el mismo fin: el triunfo. Pero la presión sobre el rival no fue tan adelantada como se esperaba, porque la baja de Fede le resta al equipo agresividad y porque los pivotes zaragocistas sabían sacar el balón con criterio. Precisamente un error de Natxo Insa propició la primera oportunidad del Racing tras unos primeros minutos de tanteo. Álvaro se internó en el área y centró un balón bombeado desde la línea de fondo que Alcolea no acertó a despejar y Mariano llevó a las mallas, pero el árbitro Areces Franco anuló el gol al estimar que el delantero racinguista cometió falta en su salto con el portero.
El partido, jugado de poder a poder, era intenso, muy táctico, propio de dos entrenadores muy metódicos y perfeccionistas como Pedro Munitis y Ranko Popovic. No había excesivas ocasiones y sí mucho respeto: se notaba la importancia de los puntos en juego, para muy diferentes objetivos, pero vitales en ambos casos.
No fue hasta superado el minuto 20 cuando el Zaragoza pisó por primera vez el área verdiblanca: Mario, rápido y acertado, abortó la ocasión de Borja Bastón, que se había quedado solo tras un rápido contragolpe. Se iniciaba así el duelo entre el portero racinguista y el pichichi de Segunda, que en la segunda parte se decantaría del lado del delantero.
El dominio era alterno y, aunque el Zaragoza acumulaba más tiempo de posesión de balón, no era para nada el dominador del choque. Todo porque Iñaki, Concha y Álvaro daban sensación de peligro cuando entraban en juego. Todos buscaban incomodar a los jovencísimos laterales zaragocistas Vallejo y Rico, procedentes del filial, a los que Popovic tuvo que recurrir para cubrir sus bajas. De Álvaro fue una de las acciones más destacadas de la primera parte, con una internada por la banda derecha y un centro al segundo palo que puso en apuros a la defensa rival. En el córner posterior, fue el propio mediapunta verdiblanco el que soltó un disparo desde la frontal del área que obligó a intervenir a Alcolea.
El partido, cerrado, tenía toda la pinta de que se iba a decidir en una jugadas aislada o balón parado. Así puo adelantarse el Zaragoza cuando las agujas del reloj ya miraban al descanso, pero Ruiz de Galarreta remató por encima del larguero de Mario un balón franco que había llegado al corazón del área en un córner ensayado. Y a continuación respondió el Racing con un disparo cruzado de Borja Granero desde la frontal que pasó rozando el palo izquierdo de la portería rival. El mediocentro, que vio puerta ante Osasuna y Barcelona B, no tuvo la misma suerte ayer. Antes se había quedado a milímetros tras no llegar a peinar un balón que era una auténtica invitación de gol.
El equilibrio de toda la primera mitad se rompió en los últimos minutos, en el que ambos equipos pudieron adelantarse. Lo tuvo en su mano el Racing en el último suspiro, cuando Rico estuvo a punto de marcar en propia meta el que hubiera sido el gol tonto de la jornada al despejar peligrosamente hacia su propia portería un balón que aparentemente no corría peligro.
El empate podía considerarse justo tras lo visto en los primeros 45 minutos, aunque si fuera boxeo se podría decir que los locales estaban más cerca de la victoria a los puntos. Lo que parecía seguro es que el que se adelantase en el marcador tenía mucho terreno ganado. Por desgracia, eso sucedió a favor del Zaragoza nada más comenzar la segunda mitad.
Jugada clave
El Racing salió dormido tras su paso por los vestuarios. Por lo menos Bernardo y Mario, que no se entendieron en una acción que parecía cómoda. El central no despejó esperando que el portero cogiera el balón, éste tardó en salir, y Borja Bastón, inteligente, se interpuso entre los dos siendo derribado por Mario. Penalti tonto pero justo, pese a las protestas de las grada. El delantero no desaprovechó el regaló y convirtió el penalti, totalmente clave en el desarrollo del partido.
Munitis no podía reprimir su cabreo en la banda. Por esa acción y por el resto del arranque de la segunda fase, nefasto. El encuentro se le ponía cuesta arriba al Racing, como ya sucedió en el Mini Estadi hace una semana antes: había que remar una vez más a contracorriente, pero contra un rival de más entidad y experiencia que el Barcelona B. Y es que a partir del gol, el Zaragoza tiró de veteranía, apeló al otro fútbol, con continúas perdidas de tiempo, protestas e interrupciones que desesperaban a la grada.
El Racing tardó en despertar y cuando lo hizo, perdonó, repitiendo otro de sus grandes males. Primero Iñaki remató flojo y después Vallejo quitó de las botas a Mariano el gol del empate tras el pase de la muerte de Álvaro.
Munitis, que adelantó claramente las líneas, movió el banquillo con dos cambios prácticamente consecutivos: Quique entró al campo por Mariano y Miguélez por Iñaki. La entrada del asturiano sí implicó un cambio de fichas: Álvaro se fue a la banda izquierda, Concha a la mediapunta y Miguélez se colocó durante muchos minutos en una banda derecha desconocida para él. Igual que una semana antes dieron resultado, ayer las sustituciones no dieron el efecto deseado. El técnico se la jugó a la desesperada con el último cambio, dando entrada a Rubén Durán en lugar de un Bernardo inseguro todo el choque. El Racing acumulaba hombres arriba para intentar derribar la muralla aragonesa, más por corazón que por juego, ya que había dificultades en la creación. Rondó el empate en dos ocasiones Miguélez pero se precipitó a la hora del remate.
La necesidad de puntos nublaba las ideas de los cántabros ante un rival ordenado que sentenció a la contra cuando el Racing ya jugaba a la desesperada. Borja Bastón, solo, superó la salida de Mario para anotar su segundo tanto de la mañana y el vigésimo de la Liga, que le convierten en pichichi de la categoría. Ahí estuvo la principal diferencia entre ambos equipos. Sin gol, no hay fiesta posible para el Racing. Munitis tiene trabajo por delante.
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