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Los jugadores del Racing muestran su abatimiento tras el gol que supuso la derrota.
La felicidad absoluta no existe

La felicidad absoluta no existe

El Racing vuelve a puestos de descenso tras perder en Sabadell víctima de sus propios errores

José María Gutiérrez

Domingo, 26 de abril 2015, 15:56

No hay manera. En el Racing, la felicidad absoluta es imposible. No existe. Después de una semana histórica en la que exjugadores y aficionados habían evitado la liquidación del club gracias a una emotiva y solidaria implicación ciudadana en la compra de acciones, el equipo de Pedro Munitis frenó ayer en seco la euforia general con una dolorosa derrota en Sabadell que le condena otra vez a los puestos de descenso. Dolorosa por producirse ante un rival directo que ya te supera en la clasificación y porque se produjo víctima de graves errores defensivos de dos jugadores habitualmente fiables como Orfila y Mario. El portero estuvo errático en el segundo gol local y se comió literalmente el tercero, el que sentenció el choque de la Nova Creu Alta. Porque tras el 3-2, con media hora aún por delante, los verdiblancos mostraron una nula capacidad de reacción. Los errores habían hecho un daño irreparable.

El Racing se había adelantado en dos ocasiones fruto del peligro que llevan en ataque Quique y Mamadou Sylla, pero en ambos casos apenas pudo conservar su ventaja diez minutos por la fragilidad de una defensa que dio demasiadas concesiones al equipo catalán, uno de los menos realizadores de Segunda División. Igual que hace quince días el Mallorca regaló, literalmente, el triunfo a los cántabros, estos hicieron ayer lo propio con el Sabadell en un partido vital en el que se ponían en juego algo más que tres puntos. La permanencia queda a un solo punto de desventaja pero la oportunidad desaprovechada ayer por el Racing puede echarse de menos en las apenas siete jornadas que restan. Una victoria hubiese supuesto un paso decisivo hacia la salvación y hasta un empate hubiera sido un valioso tesoro, pero los verdiblancos se volvieron de vacío de tierras catalanas y con la frustración de haber fallado a tantos aficionados que esperaban poner con tres puntos el broche de oro a una semana de ensueño. Un auténtico bajón, con mayúsculas. Lo único positivo es que conserva el gol average a favor con los arlequinados, que quizás pueda ser decisivo en la última jornada. El tropiezo debe ser olvidado de inmediato, porque a la Liga le queda un suspiro. El próximo sábado en Alcorcón, el encuentro adquiere tintes de auténtica final. Ya no queda margen para el error.

Munitis solo introdujo un cambio respecto al equipo que ganó la pasada jornada al Lugo, el obligado por la lesión de Borja Granero. Finalmente fue Javi Soria el que ocupó el puesto del valenciano en el centro del campo después de todas las pruebas que había realizado el cuerpo técnico entre semana, incluida la de Borja San Emeterio. Los demás fueron los mismos, con Mario en portería; Orfila, Bernardo, Juanpe e Iñaki en defensa; Fede en la sala de máquinas, con Concha en el extremo derecho y Álvaro en el izquierdo; y la delantera preferida de Munitis, la que forman Quique y Mamadou Sylla.

El Sabadell llevó la iniciativa en los primeros minutos, jugaba en casa y tenía la obligación de buscar un triunfo que le sacara de los puestos de descenso que ocupaba desde que cayera en El Sardinero hace justo una vuelta. Enfrente, el Racing esperado, el que presiona la salida del balón del rival y busca la velocidad de sus hombres ofensivos para hacer daño. Los catalanes asumían incluso demasiados riesgos en la construcción del juego tratándose de un equipo situado tan abajo y no sobrado de calidad precisamente. Los aficionados verdiblancos se frotaban las manos con el guión del choque.

Pese a su dominio, a los hombres de Juan Carlos Mandiá les faltaban velocidad y desborde para llegar a hacer daño a la portería de Mario. El Racing esperaba paciente su oportunidad, pero no le duraba el balón en los pies ni dos pases y abusaba del pelotazo sin sentido en largo, lo que dificultaba que entraran en juego Mamadou Sylla, Quique, Concha y Álvaro.

Alternativas

La primera aproximación con cierto peligro a las porterías tuvo color cántabro, con un centro-chut de Iñaki en el minuto 19 que obligó a intervenir a Nauzet. La réplica del Sabadell fue inmediata, con un disparo alto de Aníbal tras un gran control orientado con el pecho que empezó a desnudar las carencias de la defensa verdiblanca. El partido, lleno de imprecisiones, se había vuelto loco de repente, circunstancia en la que Mamadou Sylla se desenvuelve a las mil maravillas: el delantero hispano-senegalés no llegó a rematar en condiciones un centro peligroso de Quique que invitaba a sacar más provecho.

Los acercamientos a los marcos rivales se multiplicaban. El siguiente protagonista fue Collantes, exracinguista de paso efímero por Santander, que disparó muy alto una falta ideal desde la frontal del área. Su profundidad era lo que lo más inquietaba.

El Racing supo sacar partido a este contexto de partido y la primera vez que hilvanó tres pases seguidos se adelantó en el marcador. El talento de Concha, Sylla y Quique se unieron en el minuto 31 para construir una gran jugada que terminó con un zurdazo del delantero pucelano a la red, tras un autopase que dejó sentados a dos defensas arlequinados. Un auténtico golazo que premiaba el gran momento de forma de Quique.

Pero la alegría verdiblanca apenas duró diez minutos, el tiempo que tardó el Sabadell en igualar el partido gracias a un penalti tan absurdo como justo transformado por Collantes. Orfila se durmió en tareas defensivas, Aníbal le ganó la espalda y el lateral asturiano metió inocente la mano para tratar de molestar el control del delantero arlequinado. El árbitro De Burgos Bengoetxea lo vio y señaló el punto fatídico.

El Racing acusó el gol del empate del Sabadell y empezó a pasarlo mal, deseando que el descansollegara cuanto antes. Pero tal eran las alternativas del partido, que los visitantes pudieron irse con ventaja a los vestuarios tras estrellar Javi Soria en la mismísima escuadra un magistral lanzamiento de falta desde la frontal del área. No hubo suerte.

El equipo cántabro se iba al descanso con sensaciones contrapuestas: sufría en defensa, más por errores e imprecisiones propias que por la calidad del Sabadell, pero en ataque dejaba muestras de un evidente peligro cada vez que sus hombres ofensivos, sobre todo los dos delanteros, entraban en contacto con el balón. Su velocidad y dinamismo eran difíciles de frenar. Sin ser mejor, podía ir ganando perfectamente.

El Racing salió a buscar el partido tras el paso por el vestuarios, algo que no es nuevo ni desconocido. Nada más empezar la segunda mitad, Quique rozó el tanto con un disparo que se marchó demasiado cruzado. Fue la antesala del 1-2, en el que Mamadou Sylla demostró lo acertado de su fichaje: el delantero se elevó imperial dentro del área y cabeceó a la red un córner botado por Javi Soria. Corría el minuto 50 y el golpe recibido se antojaba duro para el Sabadell.

Pero otra vez se repitió el guión. Igual que en la primera parte, apenas le duró diez minutos la ventaja al Racing, empeñado en encerrarse demasiado atrás cada vez que se ponía por delante. El Sabadell llevó de nuevo el empate al marcador en el 60, con la suerte como gran aliada. El disparo de falta de Aníbal se estrelló en la barrera y cambió la trayectoria del balón, sorprendiendo a Mario, que quizás pudo hacer más. Da la sensación de que tenía tiempo para reaccionar y de que se venció demasiado rápido.

Quizás todavía con esa acción en la cabeza, el portero y capitán cántabro, que tantas veces ha salvado a su equipo, cometió apenas dos minutos después un error mayúsculo, este indiscutible. Se le escapó el balón de las manos en un saque de esquina y permitió el remate a placer del central Kiko Olivas en la línea de gol para llevar el 3-2 al luminoso. El Sabadell tomaba ventaja sin haber hecho apenas nada para merecerlo, pero el Racing se lo puso en bandeja con regalos de envergadura.

Tal era el despropósito, que los verdiblancos realizaron de forma incorrecta el saque de centro tras el tercer tanto local. Estaban totalmente descentrados. Tenían la victoria en la mano y ahora les tocaba ir a remolque, lo que peor se les da. Había tiempo de sobra, media hora de juego.

Impotencia

Pero el Racing fue incapaz, se descompuso tras los dos goles encajados y no tuvo capacidad de reacción. Munitis, que se había visto obligado a introducir a Saúl por el lesionado Álvaro cuando aún lucía el 1-2 en el marcador, buscó la reacción en el banquillo. Borja San Emeterio sustituyó a Javi Soria y poco después Mariano a Iñaki, colocando a Quique en banda derecha y a Concha en la izquierda.

Los cántabros lo intentaron a las bravas, con más corazón que cabeza y sin apenas juego. Le pudo la presión y no tuvo la cabeza fría que exigía la situación. Acumuló delanteros como el día del Llagostera con el mismo resultado negativo. Mucho atacante pero nadie con criterio ni para mover el balón ni para sacar las jugadas a balón parado. Y Valdo mirando desde el banquillo.

El equipo estaba fundido y corría detrás del Sabadell, que sí supo dormir el partido a través de la posesión, cosa que fue incapaz de hacer el Racing cuando estuvo por delante, dos veces, en el marcador. Ni una ocasión de gol acumularon los cántabros hasta el final del choque. El Racing cayó impotente y angustiado, víctima de sus propios errores, esos que conviene no volver a repetir si no quiere condenarse al infierno de Segunda B.

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