Secciones
Servicios
Destacamos
Aser Falagán
Sábado, 20 de febrero 2016, 15:28
Aunque nacido en la localidad vizcaína de Munguía, Nando Yosu se trasladó muy joven con su familia a Cantabria y sin renunciar a sus orígenes siempre ejerció como cántabro. Comenzó su carrera deportiva en el Nueva Montaña, y a los 19 años se incorporó al ... Racing, entonces en Segunda División. Dos temporadas después consiguió el segundo ascenso a Primera de la historia del club, que en 1960 regresó a la máxima categoría tras cinco años de ausencia con un equipo entrenado por Luis Hon y en el que Yosu compartía equipo con Peru Zaballa, Sampedro, Santamaría y un joven Vicente Miera.
Después de dos años en Primera, con el descenso tuvo que buscar refugio en Valencia, en el que tuvo poco protagonismo pero estrenó su palmarés con una Copa de Ferias.
Un año después regresó al Racing, todavía en Segunda, y su buena temporada le sirvió para que el Athletic se fijara en el. Allí coincidió con Iribar, Uriarte, Orúe y Chus Aranguren, entre otros, y cuajó una buena campaña 64-65 a las órdenes de Antonio Barros. Sin embargo, la llegada de Piru Gaínza al banquillo en verano de 1965 interrumpió su progresión en el Athletic, y aquella temporada solo jugó tres partidos de Liga en una época en la que no había cambios y la diferencia entre titulares y suplentes eran mucho más extremas.
Optó entonces por fichar por el modesto Pontevedra, con el que jugó durante tres de la seis temporadas en las que los gallegos han militado en Primera División. Dos años en el Calvo Sotelo de Segunda División (1969-1971) precedieron a su fichaje por la Gimnástica, el equipo en el que colgó las botas y debutó como entrenador.
Unos meses después de llegar a Torrelavega y aún como futbolista, sustituyó al recién destituido Tomás Telechea como técnico, aunque al no tener aún la titulación fue José Enrique Pedregal quien figuró oficialmente como entrenador.
La experiencia se repitió en 1973, y permaneció en El Malecón hasta que en 1975 se incorporó al Racing para entrenar al juvenil y ser ayudante de Maguregui. Dos años después se hizo cargo del primer equipo y permaneció casi dos temporadas enteras, hasta que a finales de la 78-79 fue sustituido por su segundo, Santi Gutiérrez Calle, durante una depresión que precedió a su destitución.
Le siguieron sus etapas en el Oviedo, al que entrenó entre 1979 y 1981, y en el Linares (1981-1984), también en la categoría de plata. Después llegaron las épocas más duras, con malas experiencias en los banquillos del Granada, Alzira, Orihuela y Ponferradina en las que intercaló además varias temporadas sin entrenar y multitud de impagos.
Una segunda experiencia en el Granada, entonces en Segunda B, le sirvió para recuperar el crédito y conocer de paso a Lucas Alcaraz, que fue su segundo entre 1992 y 1994, cuando dejó el club nazarí.
Otro año en blanco precedió a su regreso al Racing. Fue en 1995, cuando Vicente Miera sustituyó a Jabo Irureta en el banquillo cántabro y le llamó para formar parte de su cuerpo técnico junto a Miguel Sánchez. Justo en el ecuador de la temporada 95-96 le tocó sustituir a su amigo tras la polémica entre Quique Setién, Tomás González y el propio Miera, que terminaría con la salida del club de los tres en un plazo de pocos meses. Obró su primer milagro recuperando anímicamente a la plantilla y regresó a las labores técnicas, pero dos años después, a finales del curso 97-98, le tocó ejercer de nuevo de bombero, esta vez tras la destitución de Marcos Alonso. Esta vez se ganó la oportunidad de seguir en el banquillo y comenzó la temporada, pero fue destituido tras la jornada 16, con el equipo bien clasificado.
Enviado de nuevo a la Secretaría Técnica, vivió de primera mano el desembarco de Dimitri Piterman como presidente y le tocó ejercer como segundo de Chuchi Cos, oficialmente entrenador de un equipo que entrenaba el ucraniano. Con la salida de Piterman, tuvo que hacerse cargo de la plantilla durante la Copa Intertoto (2003) hasta la llegada de un nuevo entrenador: su antiguo pupilo Lucas Alcaraz. Los papeles se invirtieron y esta vez fue Yosu quien quedó como segundo, pero la relación entre los dos amigos se enfrió el segundo año. Apenas hablaban cuando a finales de la temporada 2004-2005 Alcaraz fue destituido y el viejo entrenador corrió de nuevo a apagar el fuego seis años después de haberlo hecho por última vez. Y por tercera vez obró el milagro.
Ya convertido en el hombre lluvia, el Racing de 'Los Manolos' le devolvió a un despacho, pero cuando Preciado dimitió, incapaz de controlar más díscola que conoció el fútbol, tuvo que actuar por cuarta y última vez como bombero. Entonces ya mostraba algún le síntoma de la enfermedad que se le diagnosticaría apenas tres años más tarde y en la práctica era Jesús Merino quien trabajaba la táctica, pero quien recuperó anímica y psicológicamente a la plantilla y quien no dudó en castigar a algunos de los díscolos, fue Yosu.
Así obró su cuarto milagro y engrandeció su leyenda para, coincidiendo con la apertura de la época Pernía en 2006, dejar definitivamente los banquillos, aunque no el Racing, al que continuó ligado como director deportivo hasta su jubilación en 2009. No tuvo sin embargo ninguna responsabilidad den los fichajes durante estos tres últimos años, en los que las incorporaciones las decidieron los entrenadores, el secretario técnico Jesús Merino hasta su dimisión y el propio Pernía con sus representantes de cabecera.
Y fue así, convertido en símbolo más que en técnico, como Yosu hizo su último e impagable servicio al club al que permaneció vinculado durante 22 años. Desde el punto de vista laboral, claro, porque afectivamente lo estuvo siempre.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.