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Aser Falagán
Domingo, 22 de mayo 2016, 07:53
Los Campos de Sport sueñan con un lleno poco probable, pero no imposible. Lo que está claro es que después de un peregrinar casi en familia durante los primeros meses de la temporada El Sardinero volverá a rememorar la grandes tardes de buenas entradas ... para apoyar a un equipo que conforme ha cogido el pulso a la competición ha conseguido reenganchar a su masa social en el camino a un ascenso cuya última etapa comienza o debe comenzar hoy mismo.
Después de una temporada difícil en la que a la crisis deportiva la sucedió la económica, los verdiblancos parecen haber llegado a fin de curso en mejores condiciones. O al menos conscientes ya de cuál es su juego. Por mucho que el equipo funcione a empujones, con apagones intermitentes intercalados con las fases más brillantes, el caso es que ha conseguido lo que parecía imposible: clasificarse para la fase de asenso como líder a costa de unRacing de Ferrol que se vio campeón antes de tiempo e incluso lo llegó a celebrar ante los cántabros en la jornada 37.
Así está El Sardinero pasadas las tres de la tarde.
Sin embargo, son los de Munitis los que buscan desde hoy el ascenso en un doble envite frente al Reus, un rival que ha crecido al abrigo de Joan Olivé y Jorge Mendes, que han hecho de la formación catalana terreno propicio para el desembarco de sus futbolistas, preferentemente lusos. Para cuidar de su estado anímico, los tarraconenses cuentan con un psicólogo en plantilla, prueba evidente de la profesionalización que ha experimentado el club y un dato que no tendría ningún interés si no fuera porque responde al nombre de doctor Sellarés. Marc Sellarés, para más señas, que dos años después de aquel autogol que valió un ascenso, sigue jugando al fútbol en el Morell (filial del Reus) de Tercera División.
Dadas las circunstancias, no se puede descartar que otro nombre luso entre en la historia verdiblanca junto a los de Damas y Quinito. Aunque lo ideal, por aquello de alimentar la autoestima, sería que los tantos los marcara un jugador local, el valor es el mismo, de modo que lo que importa esta tarde es acumular una renta lo más sólida posible para el partido de vuelta (domingo 29, 18.00 horas) y no encajar goles. Porque al igual que ocurre en cualquier eliminatoria, en caso de igualdad al final de los dos partidos se clasifica aquel que más tantos haya conseguido a domicilio.
A diferencia de lo que ocurrió hace dos años, cuando el Racing creyó poner fin a lo que después se convirtió en una pesadilla recurrente, los cántabros se la jugarán a domicilio, por lo que el partido de esta tarde no terminará en celebración, no en la gran fiesta que sucedió al encuentro frente al Llagostera.Concentrada como está en certificar un buen final de temporada, no cabe ningún tipo de fiesta, sino asegurar en lo posible un buen resultado para medirse la semana que viene al Reus. En caso de derrota ante los catalanes no estará todo perdido, puesto que el Racing, como cualquier campeón de grupo eliminado, se reengancharía en la segunda ronda de los segundos, terceros y cuartos.
Se trata de una repesca que transmite cierta tranquilidad; algo así como salir al trapecio con red, pero el planteamiento de Munitis y los suyos es, como el de cualquiera, buscar el ascenso a las primeras de cambio, sin forzar nuevas carambolas en un equipo que ha demostrado estar en mucho mejor momento que en su dubitativo comienzo de temporada, pero que al mismo tiempo acusa ya la acumulación de partidos de una larga y, sobre todo, tensa competición en todos los sentidos, y que un plazo más largo podría pasar factura de nuevo a los verdiblancos.
Así, y aunque lo de esta tarde sea doblemente un primer acto, el partido sabe a gran final; a gran cita. Tanto por lo que se juega el Racing como por las ganas que le ha puesto un entorno que se ha reenganchado a su equipo y redescubierto el orgullo racinguista. Lo han hecho gracias a la fe de una plantilla que supo reponerse en su peor momento.Tal vez en el futuro se la recuerde como otras plantillas ascensos históricos, como aquella Quinta del 91 que tuvo a Pombo como involuntario aliado.Esa que después evolucionó en la del 93 para regresar a Primera.
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