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Miles de personas recibieron al equipo en su llegada a los Campos de Sport de El Sardinero.
La ansiedad se comió el fútbol

La ansiedad se comió el fútbol

Los verdiblancos se vieron desbordados y evidenciaron los mismos nervios que les afectaron al principio de Liga

Marcos Menocal

Lunes, 23 de mayo 2016, 08:59

El carácter es de las pocas cosas que no se entrenan; se tiene uno o se tiene otro. Los jugadores del Racing tienen cada uno el suyo y ayer el Reus se encargó de hacerles un retrato. A los treinta minutos de juego parecía que el play off para algunos había empezado hacía un mes. Pesaba. Piernas plomizas. Dioni y Coulibaly, sin iniciativa; Peña y Granero sin gasolina; Migue sin sitio por donde correr y Dani Rodríguez sin aparecer.

Con tantas carencias fue normal que el Reus dispusiera de la media hora más placentera del año, ¿quién se lo iba a decir cuando los catalanes asomaron la cabeza para ver lo que les esperaba en El Sardinero?

Por contra, a los San Emeterio, más a Borja que a Fede, había que calmarles para que no se pasaran de frenada y a Óscar, con la edad justa para estas guerras, le faltaba campo para correr todo lo que quería. Hasta Óscar Santiago, sobrio y discreto todo el año, se salió de su rol y trasmitió inseguridad.

Tan solo Santamaría y Caneda mantuvieron el tipo, pero es mucho decir algo así cuando uno es zaguero y su equipo pierde cero a dos. Todo un año progresando y creciendo para días como el de ayer y justo en ese momento regresan los fantasmas. La ansiedad se comió la intensidad, iniciativa y las ideas de los últimos seis meses.

Treinta minutos bastaron para hacer añicos lo más importante en un deportista: la confianza. Sin ello, el Racing es un náufrago. Lo fue al principio de Liga y lo fue ayer. Los cimientos de cualquier equipo residen en los jugadore y, si estos dudan, el edificio se tambalea. Si Dioni no sabe dónde mirar, si Coulibaly no tira un desmarque en condiciones y si los goles en contra amilanan al centro del campo, el play off no hace prisioneros. Devora.

Tras el primer gol solo a Granero y Caneda se les vio animar a sus compañeros para sacar de centro rápido y no perder tiempo. Después del segundo, silencio y cabezas gachas.

El rival en el fútbol huele las debilidades y el Reus se percató pronto de que el Racing a remolque en el marcador era vulnerable. Con cero a dos y 18.000 personas en las gradas parece imposible que el Racing no tirara ni una sola vez a puerta.

¿Nervios? ¿incapacidad? El disfraz de favorito siempre le ha pesado más de la cuenta a este equipo y ayer le lastró como a un buceador para hundirse en sus propios miedos.

Impotencia

La ansiedad, por lo visto, no se cura con el tiempo como el olvido. Aparece cuando menos se lo espera y al Racing le atacó sin piedad ante un Reus que no hizo nada de más por recordársela, más bien todo lo contrario. Lo realmente preocupante es que Dioni, Peña, Migue y compañía se desactivaron solos.

El rival tan solo esperó agazapado y eso en un play off es suicidarse. Es como las pájaras en los ciclistas, que cuando atacan ya no hay quien las supere; ayer, ni la charla de Munitis -a buen seguro del alto voltaje después de la peor primera parte que se recuerda-, ni la salida de Cerro y Dani Rodríguez, dos jugadores con necesidades de agradar... KO técnico. La apatía enmudeció a El Sardinero, a Colsa, al que no se le escuchó un grito, y convirtió en estatuas de sal al palco.

«Estamos preparándonos para competir en un play off». Esta frase fue la más repetida por Munitis durante la fase regular. Visto lo de ayer, sus jugadores se presentaron al examen sin estudiar. Su rival, el más desconocido de cuantos le podían tocar en el sorteo, superó en todo a los verdiblancos. Treinta minutos de desconcierto y sesenta de impotencia no son un buen bagaje para ganar a nadie.

Un día muy malo

«El equipo no ha sabido competir». La situación nos pudo pesar». «El equipo no ha tenido la tensión necesaria. No ha sabido meterse en un partido tan importante». Gonzalo Colsa dijo todo esto en la rueda de prensa que ofreció tras el partido, al seguir Munitis sancionado. Del resto de las declaraciones poco más se puede extraer ya que sus intentos por justificar lo injustificable acabaron en un mensaje claro. «Es entendible la decepción de todos».

No le queda otra al racinguismo que pensar que lo de ayer fue tan solo un ataque puntual de miedo. Un día malo. Muy malo. Ése que no se puede tener en un play off pero que por ser campeón se perdona. Pero ya no le quedan más. El momento de más intensidad de los racinguistas fue al filo del final cuando la impotencia superó a la ansiedad. Entonces llegaron las protestas.

Pero aún así el Racing se fue sin crear una sola ocasión de gol, tirar a puerta e intimidar lo más mínimo a un equipo que ya saborea el premio. Ya no hay tiempo para una cura de lo que a los verdiblancos les afecta de vez en cuando: el miedo al fracaso. Parecían sanados, pero ayer volvieron a recaer.

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