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Marcos Menocal
Lunes, 26 de septiembre 2016, 07:15
«Bienvenidos a Les Caleyes. Hoy agradecemos la presencia de un histórico del fútbol, el Real Racing de Santander, al que deseamos que cumpla todos sus objetivos». Una voz femenina, que hoy es probable que esté en el colegio, se elevó gracias a ... la megafonía por encima del bullicio controlado de los espectadores que buscaban su acomodo en el estadio asturiano, cuando apenas quedaban quince minutos para que comenzara el partido. A continuación, a través del hilo musical del campo, comenzó a sonar La fuente de Cacho; fue escuchar los primeros acordes de la populosa canción y agitarse las bufandas verdiblancas. Mayoría aplastante. No contento con lo escuchado, al ya casi un himno del equipo le siguió el tema Tus 100 primaveras, que el cantautor cántabro Rulo le dedicó al Racing. Villaviciosa es un terruño más de Cantabria.
Una vez que los jugadores dejaron de calentar y se metieron al vestuario a escuchar las últimas indicaciones de sus entrenadores, en el centro del campo, el alcalde de la localidad asturiana le hacía entrega a la presidenta de las peñas del Racing, Sonia Díaz, una placa en agradecimiento a sus dos visitas, la del pasado 26 de abril y la de ayer. El Racing, no cabe duda, que si algún día necesita un lugar para empadronarse ya sabe donde hacerlo. Mejor que en casa.
Ayer, las calles de la populosa villa parecían un cromo repetido; un déjà vu, como le llaman los franceses. Los aficionados se miraban los unos a los otros con esa sensación que uno tiene cuando ha vivido algo con anterioridad. No era un sueño. Más de 2.000 seguidores verdiblancos volvieron a poblar el paraíso de la sidra y, en esta ocasión, sin necesidad de preguntar por donde había que ir. Todos lo conocían. Por aquellos lares ya empiezan a tener ese carismático hablar cantarín tan propio de los cántabros. Así es la Segunda B; así son los racinguistas.
No eran las 12.00 del mediodía cuando los cinco autobuses comenzaron a llegar de forma escalonada a los aledaños de Les Caleyes. Los cinco autocares que las peñas racinguistas lograron completar tenían su lugar reservado para aparcar; junto a la Fan Zone donde se podía escuchar también las montañesucas resonar de fondo. En ocasiones había que esforzarse por saber si el Racing jugaba en casa o era el visitante. Sin querer se fueron juntando y casi en procesión la marea verdiblanca fue paseando hasta la zona antigua de la villa.
Antes, la foto de rigor en la plaza del Ayuntamiento donde, de nuevo, como ya ocurrió en abril, lucía en el balcón consistorial la bandera del Racing. Fueron tantas las muestras de agradecimiento que incluso algún veterano se llegó a abrumar. «Me sabe hasta mal decía Braulio, un incondicional laredano de los viajes racinguistas porque los seguidores del Lealtad se verán raros». Es probable. Ver para creer.
La fiesta en la calle
«Mira, mira... Uno de Santoña escanciando sidra». El cántabro hacía lo que podía con la botella y el vaso, mientras un grupo de amigos esperaba que les sirviera. En la calle Campomanes, a cincuenta metros del Hotel Manquín donde se hospedaba el Racing, sólo había racinguistas. La misma estampa de la primera vez. «Estamos llenos», aseguraba orgullosa la propietaria de uno de los bares más concurridos de la localidad al tiempo que le apuraba a su compañero que se diese prisa. «Saca del almacén más vasos».
Antes de comer, vecinos y forasteros compartieron risas y alegría. El calendario esta temporada ha venido con prisa y eso ha hecho que algunos echen de menos «la locura de la otra vez». Sin embargo, prácticamente en todos los restaurantes se podía ver sonreír a todo el mundo; los aficionados cántabros porque a poco más pisaban una alfombra roja por donde pasaban, y a los propietarios porque «un día como este es un sueño».
«Si el año que viene subís, cuando vayáis a Oviedo parad a comer aquí, o..», repetía la dueña de Casa Milagros. Sólo los cántabros tienen claro que a Villaviciosa tan sólo quieren volver por placer, y no porque el calendario lo imponga.
Aficionados del Lealtad también había; pocos y camuflados entre el gentío, pero presentes. Los cerca de 470 socios tampoco faltaron pero es cierto que sus esfuerzos por dejarse notar fueron inútiles. El ejemplo más claro llegó en el minuto 30 cuando el árbitro señaló un penalti a favor del Racing y las protestas de los de casa no se escucharon. Mayoría aplastante. El campo vibró y el sector local puso cara de resignación; como si la cuña de la misma madera no hiciese daño. Jugar en Villaviciosa es jugar en casa.
Los partidos entre Lealtad y Racing se basan en el respeto. Por eso en Les Caleyes los seguidores del Racing animaban y disfrutaban con el freno mano por miedo a incomodar; de la misma manera que los asturianos se quejaban de la derrota con la boca pequeña. Como si en realidad quisieran que el año que viene vuelvan a verse las caras en el mismo escenario. Cosas del fútbol modesto. Del que no se evenena. Del puro.
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