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Daniel Martínez
Lunes, 31 de octubre 2016, 22:19
Hace poco más de tres años, el Ayuntamiento de Santander decidió entregar al Racing la Medalla de Oro de la ciudad con motivo del centenario del club. Lo que en condiciones normales habría sido una celebración y un acto de exaltación de los colores verdiblancos ... se convirtió en un grito de descontento contra la directiva que entonces encabezaba Ángel Lavín Harry. Tan tensa era la situación que para no hurgar en la herida de la afición, se decidió que la representante de la entidad deportiva sería una niña y no su máximo dirigente. Hasta que ocho meses después no salió del Racing aquella junta directiva, el reconocimiento no se colocó en la sala de trofeos de El Sardinero. El sentimiento de rechazo hacia aquellos directivos que habían llevado a la entidad a su peor momento en cien años fue casi total.
Este lunes, en el mismo escenario, el Paraninfo de La Magdalena, la unanimidad era la misma, pero el tono muy distinto. Frente al rechazo y la crítica de entonces, Fernando Trío Zabala (1939-2016) que se convirtió en figura del fútbol, primero, y en mito del racinguismo, después, como Nando Yosu despertó el agradecimiento y cariño de las cerca de 200 personas que participaron en el acto en el que recibió la Medalla de Plata de Santander a título póstumo. Los méritos deportivos y humanos del que fuera jugador y entrenador del Racing volvieron a salir a relucir en un homenaje marcado por las palabras sentidas de su hijo Fernando, encargado de recoger el reconocimiento en nombre de toda su familia, y del alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, que hizo un repaso a lo largo de su trayectoria. Un detallado análisis del sabio que habría servido a los menos conocedores de su figura de la importancia de Nando Yosu para el club y la ciudad.
En una noche de Halloween en la que no aparecieron los fantasmas del pasado, sí que se manifestó de nuevo el Brujo de Munguía, que con su magia logró salvar hasta en cinco ocasiones al equipo que llevaba en el corazón. Porque como se encargaron de recordar sus familiares, a pesar de ser vizcaíno de nacimiento, llevaba el nombre de Santander y del Racing allí donde jugaba, entrenaba, empataba, ganaba o perdía.
La actual directiva verdiblanca con Manolo Higuera y Tuto Sañudo como principales representantes, Ángel Viadero y gran parte de su equipo técnico y jugadores como Álvaro Peña, Mikel Santamaría o Dani Aquino, entre otros, acompañaron a los amigos y familiares en un acto que comenzó con una frase del homenajeado en boca de De la Serna: «No es que haya dedicado mi vida al Racing, sino que mi vida es el Racing». Poco más de una docena de palabras que demuestran lo que significó el equipo cántabro para Yosu. Lo que significó él para el club, sus aficionados y la región se encargó de glosarlo el regidor de la capital.
«Un racinguista de eterno chándal, eternas playeras y eterna gomina. El técnico de las cinco permanencias triunfó tras agónicos partidos que permanecen vivos en la memoria del Racing y de la ciudad que hoy le entrega orgullosa la vigesimosegunda Medalla de Plata de su historia», explicó el alcalde, quien le describió como un hombre valiente y un maestro que «lograba hacer crecer a sus pies la hierba del Sardinero». Figura inolvidable y ejemplar para las nuevas generaciones, talismán, hombre milagro, emblema y patrimonio intransferible del Racing, motivos por los que todos los grupos de la Corporación decidieron por unanimidad entregarle este reconocimiento medio año después de su muerte un 20 de febrero en el que se vio la gratitud de la afición verdiblanca por Yosu. «Tuvo la genialidad de Einstein, la sutileza de Freud, la milagrería de Lourdes y la paciencia de Gandhi. En un fútbol marcado por la aritmética y la matemática, destiló el factor humano de los elegidos», concluyó antes de dar la palabra a la familia de Nando Yosu.
«Mi padre jugó y entrenó en muchos equipos, pero fue durante su última etapa como entrenador del Racing cuando se labró el cariño y reconocimiento de la gente. Evitó en varios ocasiones el descenso del equipo, tenía proximidad y carisma y el racinguismo le convirtió en una leyenda», afirmó Fernando, uno de sus hijos, que recordó que por encima de sus méritos deportivos estaba él, «su persona, su sencillez y su modestia». «Se sintió siempre muy querido. Él a cambio, nos dejó su cariño y amor por esta ciudad. Gracias por hacer que el nombre de Nando Yosu vaya unido para siempre al de Santander», concluyó.
En el Paraninfo de La Magdalena, en el mismo lugar donde la Universidad Internacional Menéndez Pelayo inviste a sus honoris causa, Nando Yosu recibió este lunes a título póstumo el título de doctor del fútbol, del Racing, de Santander y de Cantabria. Los méritos hacía ya tiempo que los tenía. Por ellos, la Fundación Racing está impulsando la creación de una estatua como la que ya tiene su amigo Manolo Preciado que haga inolvidable su recuerdo.
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