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Aser Falagán
Martes, 18 de abril 2017, 07:39
Quizá fuera el mejor Racing de la historia. Y sin duda el más glorioso. El que estuvo a punto de proclamarse campeón de Liga en la época dorada del club en una recién instaurada Segunda República. Cierto es que la clasificación induce a error, porque los verdiblancos perdieron todas sus opciones al título en la penúltima jornada, cuando cayeron 4-3 en Irún en medio de una enorme polémica arbitral. Ya entonces la diferencia de goles dejó claro que los cántabros no serían campeones, y que la Liga viajaría a Bilbao o San Sebastián. Pero no es menos cierto que en ese triple empate de puntos en cabeza el Racing fue subcampeón y que sólo la diferencia de goles le apartó de la gloria. Como puede ocurrirle dentro de un mes si el Celta B, con el que está empatado a puntos y tiene la diferencia de goles perdida, no afloja.
Con una alineación base formada por Solá; Mendaro, Ceballos; Hernández, Ibarra, Baragaño; Santi Zubieta, Larrínaga, Telete, Larrinoa y Cisco, el Racing de la temporada 1930-1931 hizo historia con una clasificación que nunca ha conseguido repetir. Fernando Pombo, el mismo presidente con el que se había inaugurado en 1929 la Liga y con una gran ascendencia en la sociedad conservadora santanderina, puso en marcha un ambicioso proyecto que conservando el bloque de los años anteriores se supo reforzar para buscar nuevas metas, aunque nadie soñaba con luchar por la Liga. Robert Edwin Firth Nottingham (Sheldon, Inglaterra, 1887) llegó a Santander para sustituir a un desgastado Paquiro Pagaza que ya había cumplido su ciclo en el Racing en una nueva apuesta por un entrenador británico en la línea de Fred Pentland y Paddy O'Connell que dará un gran resultado.
El segundo siempre es el primero de los vencidos. La historia la escriben los vencedores. Son frases muy ligadas al fútbol que le van como anillo al dedo a aquella gesta incompleta del Racing. Un punto más, el perdido en Irún, podría haber cambiado por completo la historia verdiblanca. La distancia en goles era absolutamente insalvable. En los Campos de Sport, los montañeses se impusieron por cuatro goles a uno. En San Mamés, el Athletic le devolvió la moneda con intereses 7-1. Además, en el global, los rojiblancos aventajaron en más de 40 dianas al a la postre subcampeón. Así, el cuadro vasco se hizo con el título liguero.
¿Se imaginan que el Racing apareciese en las clasificaciones históricas de Primera División con un campeonato de Liga? El equipo cántabro, ahora en el pozo del fútbol nacional, al menos en el recuerdo se encontraría dentro de un selecto grupo de clubes españoles. Real Madrid, Fútbol Club Barcelona, Atlético de Madrid, Valencia, Athletic, Sevilla, Real Sociedad, Betis y Deportivo de La Coruña. Nueve vitrinas que muestran al menos una de las copas de mayor honor en el balompié doméstico. El Racing podría ser el décimo, pero el lastre de la diferencia de goles le dejó con la miel en los labios y dejó su historia como estaba, aunque podía haberla cambiado para siempre.
Dicen que la historia, el pasado, está para aprender, para no repetir los mismos errores. A Racing y Celta B les separa únicamente un gol, el que anotó el pichichi del grupo I de Segunda División B, Borja Iglesias, en su visita a Santander (0-1). Un tanto que deja a los cántabros, en caso de empate, condenados al subcampeonato. Sin olvidar que, con el tercero en discordia, la Cultural Leonesa, los de Ángel Viadero apenas tienen posibilidades. El golaveraje se encuentra en tablas, pero el actual tercer clasificado tiene once tantos más en su haber que los santanderinos. En caso de triple empate, el destino tendría preparado el mismo desenlace para el Racing, que tendría que conformarse con la tercera posición.
Por eso el equipo cántabro no depende de sí mismo. Debe ganar y esperar a que el Celta B tropiece en un camino que parece bastante sencillo para un rival con una espectacular dinámica de juego y resultados. El empate a puntos no vale. El Racing necesita tener un punto más para ser campeón y para no quedarse compuesto y sin título, como en aquella temporada 1930-31, en la que el conjunto verdiblanco pudo cambiar su historia para siempre.
La gran igualdad liguera y una oportunidad histórica para los verdiblancos contribuyeron a conformar aquella gran plantilla que estuvo a punto de entrar en el olimpo liguero y se quedó sólo a una diferencia de goles particular de propiciar que el Racing formara parte de un selecto club que ocho décadas después del nacimiento de la competición sólo tiene nueve miembros.
Pombo aprovechó la gravísima crisis económica de la Gimnástica, que se había profesionalizado aún más que los santanderinos y paga sus excesos económicos con la desaparición para incorporar a sus tres futbolistas más destacados: Ceballos, Ibarra y Telete, este último previo pago de 2.000 pesetas y después de que Gacituaga le visite en Bilbao, a donde acababa de regresar tras dejar El Malecón para jugar en el Deusto.
Se reforzó así la defensa, el centro del campo y la delantera a costa del máximo rival local en un verano en el que también se incorporaron el portero barcelonista Solá y el luchador extremo izquierdo del Atlético de Madrid Cisco, no demasiado técnico pero sí muy rápido y golea1dor. Se terminó de configurar así una plantilla a la que se incentivó además con una subida en las primas: cincuenta pesetas por ganar en los Campos de Sport y cien por cada victoria a domicilio.
Entró entonces en juego la mano de Firth, reivindicado pronto como un técnico capaz de sacar el máximo rendimiento a los suyos en aquel rudimentario fútbol español de los años treinta. Trasladó a Ceballos a la defensa (en el puesto que en el fútbol moderno sería el de central zurdo) y alternó al otro recién llegado, Telete, como interior y delantero centro, puesto este último en el que desbanca a Óscar como referente goleador. También le fue muy bien al 'Carbonero' Cisco, un extremo izquierdo rápido, batallador y con buen remate que en muy poco tiempo hizo olvidar a un referente como Amós.
Por si fuera poco, el club había conseguido sanearse económicamente -al menos a corto plazo- gracias a una iniciativa de uno de sus directivos, Emilio Herranz, que impulsó la emisión de bonos (100 de 500 pesetas y 1.000 de 50 para sumar 100.000 pesetas) a devolver en cuatro años con un interés del 4% sufragado con la subida del precio de las entradas.
La Liga arrancó apenas un mes después de terminar el Campeonato de Cantabria, que los verdiblancos se llevaron como siempre sin oposición, con una victoria ante el Europa por 2-1, con goles de Cisco y Baragaño. Una derrota ante el Espanyol, el triunfo ante el Athletic en casa y un empata con el Barcelona en Les Corts marcaron un inicio de Liga aceptable. Aunque noviembre arrancó con la victoria de la Real Sociedad en los Campos de Sport por 2-5, acto seguido el equipo cogió su buena racha buena con una clara victoria por 3-0 ante el Real Madrid.
Fue el punto de partida para encadenar cinco victorias en seis partidos (sólo cae ante el Arenas) hasta que el líder, el Athletic, terminó en San Mamés con la euforia cántabra con un 7-1, al que siguió una derrota en Santander ante el Barcelona en un día en el que los verdiblancos se vieron obligados a jugar sin delantero centro. Telete se había lesionado durante un entrenamiento y Óscar estaba sancionado por desobediencia al presidente en un partido en el que había actuado como delegado, con lo que Firth no tuvo más remedio que colocar a Ibarra como nueve.
La buena dinámica se retomó en la jornada 14 con un 4-7 en Atocha y un empate sin goles, algo no demasiado común en la época, en Chamartín y después el 4-0 al Alavés permitió terminar la jornada 16, la antepenúltima, aún con opciones de proclamarse campeón.
Sin embargo, el 4-3 encajado en Irún le elimina de la lucha. Aquel fue un partido más que polémico. Se llegó al borde del final con un empate a tres que a la postre hubiera hecho al Racing campeón, pero un córner concedido por el árbitro ante la indignación de los racinguistas, que consideraban que debía decretarse saque de puerta, permitió que René Petit marcara el 4-3 sin tiempo para la remontada. Manolo Ibarra, cántabro de adopción y uno de los capitanes del equipo, insistirá hasta su muerte en que en aquel partido le afanaron la Liga a su Racing.
En la última jornada, el 5 de abril, el Racing recibía al Arenas en un intrascendente partido en el que se rindió homenaje a la plantilla. Antes de comenzar salieron al campo todos los futbolistas que habían jugado ese año para recibir medallas del club y un trofeo de la Federación Cántabra de manos de su presidente, Rafael López Dóriga. Después, la victoria por 4-1 permitió asegurar un subcampeonato que el club jamás ha repetido.
Mal cierre
La temporada tuvo un epílogo mucho menos feliz en la Copa, en la que al Racing le tocó enfrentarse de nuevo al Arenas en un partido con mucha más tensión, puesto que esta vez tanto los de Santander como los de Guecho sí que se jugaban algo. Mucho, en realidad.
Los disturbios de Ibaiondo continúan en el recuerdo durante los días previos a en un partido que se disputa además en medio de un ambiente muy enrarecido, puesto que tiene lugar nada menos que el 12 de abril, el mismo día de las elecciones que desencadenarán la caída de la monarquía y la proclamación dos días después de la II República.
El gobernador civil, José María Semprún, intentó sin éxito aplazar el partido, puesto que tiene todas las fuerzas del orden comprometidas en la seguridad de las elecciones, por lo que solo pudo enviar a los Campos de Sport a cuatro agentes. Con toda esta conjunción de factores, la historia no podía terminar bien. Y no lo hizo. El público se encrespa ya en el primer tiempo por lo que considera un claro penalti no señalado a favor del Racing, y el 0-2 con el que se retiraron los areneros al descanso tampoco ayudó a calmar los ánimos.
En la segunda parte una entrada de Pico a Yermo provocó una agresión sobre el racinguista que a su vez desencadenó una refriega sobre el césped y, acto seguido, la invasión del campo, en la que algunos espectadores agreden a los areneros. El castigo al Racing fue muy duro: cierre del campo hasta el final de temporada y obligatoriedad de colocar vallas para proteger el paso de los futbolistas.
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