Sin sufrimiento no hay gloria
Javier Menéndez Llamazares
Lunes, 5 de junio 2017, 13:00
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Javier Menéndez Llamazares
Lunes, 5 de junio 2017, 13:00
Que el Racing podía liarla en Extremadura se nos antojaba una posibilidad de lo más remoto a todos esos optimistas crónicos que abrazamos el racinguismo como fe verdadera. Al menos, desde luego, de los dos millares que llenábamos la grada de los Campos de Sport ... probablemente ninguno contaba con que el cupo de papardas todavía no se había agotado esta temporada.
Pero qué vamos a hacerle, es el sino del Racing, que lleva el sufrimiento impreso en su código genético. Un club que sólo sabe hacer las cosas a lo grande. A lo heroico. Lo malo es que para que una gesta tenga verdadero mérito, de entrada tiene que suponer un reto difícil, cuanto más mejor. Y los verdiblancos se esmeraron tanto en lograr esas condiciones que casi se pasan creando emoción para la vuelta.
Desde luego que no merece la pena discutir si el resultado es justo o no, porque contra los marcadores no se puede luchar. Y poco importan los merecimientos, pero lo cierto es que si aparcamos el derrotismo, el dos a cero final resulta engañoso: en un partido en el que el Racing estaba jugando mejor, un error de la zaga se pagó con el penalti. A partir de ahí comienza el dilema: ¿guardamos la viña o nos ponemos el cuchillo entre los dientes? Nueve de cada diez dentistas recomendarían el miedo, aunque esta vez Viadero no supo frenar a los suyos y envió sus naves contra los elementos. Sería el calor, la hierba resbaladiza o los aromas de la dehesa, quién sabe, pero lo cierto es que cuando atacas te arriesgas a que te cacen en cualquier contra, y si además los defensas más seguros de la categoría empiezan a mostrarse nerviosos como principiantes, está casi cantado que tu armada invencible acabará haciendo aguas por todas partes.
Eso sí, señalar a Israel Puerto con el cambio no sirvió de nada, porque tras su marcha los errores serían aún más groseros. De no ser por Iván Crespo, la eliminatoria estaría ya más que resuelta, pero lo cierto es que todo lo que vimos a partir del penalti hay que tomárselo como un espejismo: aquel no era el Racing que llevamos viendo un año. Se la jugó a la carta más alta y perdió. Punto redondo. No siempre se tiene el día, ni aparece el séptimo de caballería en el minuto noventa y tres. Pero eso no significa que ya estemos eliminados, ni mucho menos. Lo único que quiere decir es que el domingo tocará de nuevo apelar a la épica.
Al parecer, en Villanueva celebraron la victoria parcial como si fuera ya el ascenso. Esperemos que los nuestros lo vieran y, lo mismo que les habrá escocido la derrota, les espolee para sacarse la espina en el partido de vuelta, porque visto el desarrollo del encuentro, el Villanovense 'fue' mejor, pero no 'es' mejor. Es lo que tiene jugar a favor de marcador, que las ocasiones se multiplican frente a un rival volcado. Pero en El Sardinero la película va a ser distinta, seguro.
Para empezar, seguro que la primera lectura que sacará Viadero es que no se puede sacrificar el talento en favor del músculo. Y ayer se demostró por qué Álvaro Peña es imprescindible. Y más cuando toca remontada. Más madera para que este ascenso no se nos olvide nunca.
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