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Que el Dani Aquino de esta temporada no es el mismo que el de la pasada es evidente. Él mismo lo sabe, aunque su discurso positivo -siempre es de agradecer- cuando se le pregunta o se le trata de pedir una explicación termine por maquillar ... la situación. Un delantero habla con el gol y en este curso los suyos se lloran y se desean en el Racing. Aquino lleva a estas alturas nueve goles, ocho menos que la pasada temporada en la que pulverizó todos los registros y en la que fue el futbolista estrella.
Buscarle una razón convincente a esta sequía es complicado, pero existe un síntoma inequívoco de sus males: la puntería a balón parado. Aquino a estas alturas de temporada, jornada 31, había anotado nueve goles (2016-2017), mientras que en la actual (2017-2018) lleva tan solo dos. La diferencia ya tiene respuesta. El murciano domina múltiples facetas del juego. Su versatilidad le permite ocupar muchas partes del campo y su capacidad de definición marca la diferencia con un futbolista común. Una de esas parcelas en la que se distingue del resto es el golpe a balón parado, sin embargo su puntería no está a la altura. No ha sido capaz de marcar más allá de dos goles; el primero fue al Gernika, de penalti. El segundo lo hizo de falta y se lo hizo al Barakaldo en El Sardinero. Aquel gol sirvió para darle la vuelta al marcador (2-1) y que el Racing ganase un partido a los vascos que se había complicado mucho. Lo anotó tras un disparo inapelable en el minuto 89.
9 goles lleva Aquino esta temporada.Ha anotado dos a balón parado (uno de ellos de penalti).
20 goles sumaba el murciano a esta alturas la pasada campaña.Nueve a balón parado.
Desde entonces no ha vuelto a acertar una sola vez y no será porque no la ha intentado pues no le faltan arrestos para tomar el balón cada vez que tiene la posibilidad. Ahora bien, a pesar de su fuerte personalidad, esa falta de puntería le ha hecho incluso pensarse lo de tirar los penaltis en alguna ocasión. César Díaz y Héber Pena recogieron el testigo y también su suerte porque ninguno de los dos hizo diana. Aquino recientemente volvió a intentarlo desde los once metros ante el Vitoria, en la goleada racinguista (4-1) y se topó con el portero. Sin duda desconocido para él.
Las comparaciones son odiosas, pero es obvio que es altamente significativo; Aquino lanzó y anotó todos los penaltis durante el curso regular de la pasada temporada, tantos como seis, y tan solo falló uno que a buen seguro aún estará lamentando: ante el Barcelona B en el play off de ascenso. Le hizo uno al Pontevedra, Lealtad, Tudelano, Osasuna B y dos al Somozas, uno en la primera vuelta y otro en la segunda. Además, resolvió dos partidos después de marcar la diferencia desde la frontal del área. En Mieres, cuando todo estaba perdido, el murciano se inventó por dos veces un lanzamiento por toda la escuadra que levantó al modesto campo de la cuenca minera. El partido lo ganó por 2 a 3 el Racing y sólo la eficacia de un Aquino en racha permitió sumar los tres puntos ante los asturianos.
Lo mismo hizo frente al Somozas en El Sardinero, donde después de marcar de penalti anotó un golazo de falta directa desde más de 25 metros. En total nueve goles a balón parado que supusieron un despegue del equipo. No es, por supuesto, el único elemento que permite explicar la razón de que el jugador franquicia -con permiso de la llegada de Borja Lázaro- no esté aportando a su equipo todo de lo que es capaz, pero es, sin duda, algo que arrastra al Racing a la incertidumbre.
«No estoy preocupado. Yo celebro los goles de igual manera cuando los doy y los marca un compañero que cuando los hago yo», manifestaba hace alguna fecha el delantero. Su discurso se agradece, no hay más que verlo en el campo tras acertar alguno de los compañeros con la portería, pero quien le conoce sabe que por dentro le va la procesión. «Hay rachas y no hay que obsesionarse. Lo peor sería no tener ocasiones, pero las tengo así que ya cambiará», declaró en el mes de noviembre de 2016, durante el mínimo bache que sufrió en su primera campaña como racinguista. El equipo encadenó varios empates y alguna derrota sonada y todo coincidió con un momento gris de Aquino. Efectivamente no tardó más de cuatro jornadas en volver a anotar y a tirar de su equipo. De la jornada 31 hasta el final, el murciano marcó seis goles y otros tres más en el play off. Les hizo uno al Boiro y otro al Caudal y se empachó en una tarde para recordar con cuatro dianas ante el Mutilvera. Llegó al play off y le hizo uno al Rayo Majadahonda en Madrid y otros dos en los Campos de Sport.
Los dos cursos futbolísticos tienen, a excepción del balón parado, algunos paralelismos aunque este año más acentuados; el bache de esta temporada no se extendió un mes sino dos. Marcó el 3 de diciembre al Logroñés y hasta el pasado 3 de marzo, ante el Vitoria, no volvió a acertar.
El Racing echa de menos sus goles y la clasificación es el reflejo de su sequía. El despegue total del equipo cántabro en la histórica temporarada 2016-2017 llegó cuando Abdón Prats se sumó al capítulo goleador. El mallorquín se convirtió en la esperanza de la afición. Formó una pareja inmejorable junto al murciano. Puestos a comparar, Prats había marcado cinco goles a esta alturas (jornada 31) y Lázaro lleva ya seis. El madrileño mejora los registros del que para unos fue el delantero del año. Es decir, los goles que el Racing llora son los de Aquino. Es curioso, pero mientras que el murciano y el mallorquín se salieron el año pasado en este ejercicio se pueden dar la mano; el racinguista lleva nueve y el bermellón, otros nueve.
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