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Con el Racing en el diván, el psiquiatra ya estaba escribidiendo en el apartado del diagnóstico una enfermedad que parecía inequívoca: depresión. Los síntomas no indicaban otra cosa. La tristeza de Vitoria este domingo iba camino de enquistarse un poco más. Después de una ... primera parte aceptable y una segunda horrible, el tratamiento a suministrar no podría ser a base de otra cosa que pastillas. Pero los jugadores racinguistas, cuando la grada ya pedía más atributos masculinos al personal, idearon otra cura: el tratamiento de choque. Dieron la vuelta en el tiempo añadido a un partido que estaba perdido. La victoria no oculta otra mala actuación pero, visto el desenlace, puede servir y debe servir de punto de inflexión. Si no es así, la receta no servirá para nada.
Ángel Viadero seguramente era consciente de que estaba poniendo sobre el tapete una de sus últimas cartas antes de perder definitivamente la confianza de la grada. Por eso intentó volver a su ideología primigenia. Al menos, los hombres dispuestos en el once ideal y sus características venían a anunciar eso. El técnico de los cambios casi obligados, abonado únicamente a los matices, este domingo completó su particular revolución. Gonzalo regresó al centro de la defensa;Borja Granero volvió al doble pivote;Óscar Fernández recuperó el puesto que, visto su rendimiento, le pertenece en la derecha;Héber actúo en su hábitat natural en el flanco zurdo y César Díaz rememoró junto a Dani Aquino la delantera del exitoso inicio de la pasada campaña, en detrimento de Juanjo.
Racing
Iván Crespo, Gándara (Juanjo, min. 67), Julen Castañeda, Regalón, Gonzalo, Borja Granero, Óscar Fernández, Antonio Tomás (Quique Rivero, min. 56), César Díaz (Javi Cobo, min. 86), Dani Aquino y Héber.
3
-
2
Barakaldo
Viorel, Andrada, Pol, Olaortua, Rubén González, Baba, Delgado (Iru, min. 58), Cerrajería, Buenacasa (Galán, min. 72), Vitoria (José Picón, min. 69) y Jurgui.
Goles: 1-0, min. 17: Óscar Fernández. 1-1, min. 30: Delgado, de penalti. 1-2, min. 61: Vitoria. 2-2. min. 90: Dani Aquino. 3-2, min. 93: Regalón.
Árbitro: Espasandín Cores (Comité Gallego). Amonestó a los locales Borja Granero, Dani Aquino y Gonzalo y a los visitantes Buenacasa y José Picón. Expulsó con doble amonestación a Olaortua y a Ángel Viadero, técnico verdiblanco.
Incidencias: Campos de Sport de El Sardinero. Con césped en regular estado. Tarde nubosa y fresca.
Público: 7.872 espectadores en las gradas del estadio verdiblanco, según datos del club.
El detalle: El estadio racinguista estrenó, con tres meses de retraso, los nuevos videomarcadores en ambos fondos. Fueron presentados oficialmente el jueves pasado.
Diez minutos le duró al Racing un prometedor arreón inicial. Con una presión más adelantada, mayor verticalidad y metiendo el susto en el cuerpo al Barakaldo. Los verdiblancos tuvieron tres buenas ocasiones para haberse adelantado en el marcador. Un disparo de Óscar Fernández, muy escorado, lo atrapó el exracinguista Viorel. El de Piélagos inició poco después una buena jugada por la derecha. Su centro le llegó a Héber en el segundo palo y el balón atrás del gallego lo echó fuera Dani Aquino en boca de gol. Acciones encadenadas. El murciano fue el protagonista de la siguiente. Su remate de cabeza a la salida de una falta botada por César Díaz se marchó al palo. El colegiado señaló infracción en ataque de los verdiblancos. Y eso que el ‘Torito’ llevaba colgado a su marcador de la chepa.
El Racing perdió el dominio ante un conjunto vasco que hizo el ademán de despertar. Pero entonces, los de Viadero hicieron lo que mejor han sabido hacer siempre: robar, percutir y castigar los errores rivales. Un saque de puerta de Iván Crespo lo prolongó Gándara. Un defensa falló ante la presión de César Díaz; Óscar Fernández se inventó un autopase y se plantó ante su excompañero Viorel para batirle por bajo. Prácticamente acto seguido, el de Renedo dispuso de otra opción magnífica. Un genial pase de Dani Aquino le llegó al cántabro delante de la portería, pero su volea, de primeras, fue demasiado defectuosa.
A esas alturas, el Racing ya había empezado a funcionar a ratos y los intermitentes están bien para las rotondas, no para el fútbol. Con el Barakaldo pasando ya con frecuencia de la línea medular, llegó un empate totalmente evitable. Delgado se internó por el lateral del área. La pelota parecía irse larga tras el control del atacante vasco, pero Gonzalo lo agarró antes de derribarlo. Penalti. El propio Delgado fue el encargado de batir a Iván Crespo. El primer periodo no dio para mucho más.
Y arrancó la segunda parte y el Racing siguió sin encontrarse cómodo ante la presión del Barakaldo. A los problemas verdiblancos se les sumaba el hecho de que ninguno de sus jugadores más desequilibrantes aparecían en zona de peligro. Héber no se marchaba de nadie y Dani Aquino, actuando de todocampista, defendía, bajaba a recibir, se las pedía todas, pero Viorel apenas le vio pasar por sus dominios. Pudo ser la tarde de los velocistas, pero no. Lo que hizo Óscar Fernández en la primera mitad no lo pudo repetir en la segunda César Díaz. El albaceteño dejó atrás a la defensa vasca y se plantó ante el portero visitante. La mandó a la tribuna.
Racing y Barakaldo se perdonaron la vida mutuamente, porque poco después Cerrajería marraría una ocasión clarísima. Dani Aquino, otra vez alejado de su posición habitual, perdió un balón en defensa que dejó al capitán del Barakaldo dispuesto a fusilar a Iván Crespo. Su remate fue horrible. Prácticamente inexplicable. Se marchó llorando por la línea de fondo. Su compañero Ander Vitoria no tuvo tanta piedad en el minuto 61. Al ariete le cayó el balón en medio del área. Solo. Con los centrales verdiblancos perdidos quién sabe dónde. Con un simple toque batió a Iván Crespo por alto.
Después de haber implementado de inicio una revolución en su equipo que, visto lo visto, no surtió efecto, a Ángel Viadero se le iban agotando las ideas y hasta la calma. El de Canalejas dio entrada a Quique Rivero y Juanjo y retiró a Antonio Tomás y Gándara para dejar un dibujo 3-4-3 sobre el césped. El Racing no sólo no pisó más terreno rival sino que estuvo a punto de perecer definitivamente.
En medio de la frustración, el entrenador verdiblanco fue expulsado después de protestar dos acciones casi consecutivas. Quizá, hasta tenía razón, pero fue la muestra patente de la desesperación, de la impotencia por un trabajo que no surte efecto y que, en el mundo de los entrenadores tiene una fecha de caducidad corta cuando las cosas no van bien.
La contienda olía ya a victoria visitante. Nada inmerecida por la mayor claridad de ideas pese a que el Racing tuvo más ocasiones que en citas anteriores. Incluso, el Barakaldo pudo sentenciar si no llega a ser por una oportuna parada de Iván Crespo en un remate a bocajarro de Iru. Entonces llegó la locura. El desfibrilador anímico. El conjunto vasco se echó atrás y el cántabro no llegaba al área. Los cinco minutos de añadido aparecieron en los flamantes videomarcadores, cuando Olaortua cometió una falta sobre Héber al borde del área. Segunda amarilla. Expulsión. Dani Aquino, a pierna cambiada, metió el balón por donde no había hueco. El corte de mangas del murciano a la grada en la celebración –por el que después pidió disculpas– sobró.
— Daniel Aquino Pintos (@DanielAquino11) 22 de octubre de 2017
El fervor sirvió para aprovechar el escaso tiempo que quedaba. Al fin y al cabo, el empate servía más bien de poco en una tarde gris oscura. Casi negra. Un córner botado por Héber desde la izquierda lo peinó Gonzalo en el primer palo y Regalón lo empujó en el segundo para desatar el éxtasis en los Campos de Sport. Victoria. Ese maravilloso bálsamo del fútbol. Aunque las carencias del equipo aún son tantas que tendrá que haber unas cuantas dosis más para curar las heridas. De momento, el tratamiento de choque inicial ya está hecho.
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