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A. FALAGÁN/J. LLATA
SANTANDER.
Miércoles, 23 de agosto 2017, 07:22
Hasta 1999 Silvia Martínez (Requejada, 1985) había jugado con el Perines. Pero ese año ya no la permitieron tramitar de nuevo la ficha con el equipo masculino. Ya un lustro atrás había tenido que luchar para que la dejaran jugar con los chicos, como ahora es habitual en las categorías inferiores. A ella no la dejaron , lo peleó y en 1995 consiguió junto a su padre que Cantabria fuera la segunda autonomía que permitiera a futbolistas femeninas de base jugar con sus compañeros. Pero cuatro años más tarde era eso: demasiado tarde. Había llegado a una edad en la que las diferencias se acentúan y le tocaba seguir el camino hacia la categoría absoluta femenina. Con el grave problema de que en Cantabria no existía ningún equipo, al menos federado.
Así fue como su padre, José Ramón Fernández, puso en marcha el Reocín de fútbol sala. Una sección del club homónimo con la que abrir camino y captar jugadoras. Dos años después impulsó el equipo de campo. El primero federado en Cantabria, que al representar a una territorial hasta entonces huérfana fue invitado a inscribirse directamente en Segunda División. «Es nuestro Chendo», bromea la presidenta de lo que hasta hace poco era el Ave Fénix Racing, Anto Verdugo, convertida ahora en presidenta de la sección femenina del Racing. Aunque «eso de sección femenina suena fatal; a otros tiempos», protesta entre bromas ese padre fundador que ahora ejerce como delegado.
Porteras
1 Celia del Campo, Potes, 2001
13 Eva de la Puebla, El Astillero, 2000
22 Lucía Güemes Ruiz, Ampuero, 2002
Defensas
2 Laura Laso, Santander, 2000
3 Adriana Liaño, Requejada, 2000
4 Lara Fernández, Maliaño, 2002
5 Marta Sáez, Torrelavega, 1998
12 Irene de la Fuente, Santander, 1995
15 Rebeca Herrera, Torrelavega, 1997
21 Vera Martínez, Guarnizo, 1999
Centrocampistas
6 May Belmonte, Pontejos, 1999
8 Sara Puertas, Puente Arce, 2000
11 Silvia Martínez, Requejada, 1985
14 Marta Moreno, Santander, 2001
17 Lara Sierra, Los Corrales, 2001
18 Paula Alcoba, Ampuero, 1999
19 Carlota Díaz, Santander, 2001
20 Nora García, Santander, 1999
24 Cristina Cagigas, Herrera, 2002
Delanteras
7 Athenea del Castillo, Solares, 2000
9 Patricia Cano, Beranga, 1991
10 Sofía Ginebra, Suesa, 1998
23 Sofía Salas, Camargo, 2002
25 Soraya Bolado, Muriedas, 1999
Cuerpo técnico
Jorge Holgado (entrenador), Carlos Sánchez (Segundo), Javier Muñiz (analista, Andrea Alonso (fisio), José Luis González Raba (entrenador de porteras), José Ramón Martínez (delegado), José Antonio Bonilla (coach)
Así ese gestó la historia del Reocín, que comenzó jugando en el Pepín Cadelo de Puente San Miguel. Eran los tiempos heroicos. Incluso cuando merced a un convenio con el Racing pasó a llevar su nombre: Racing Reocín o Reoracing, según la ocurrencia del momento. Heroicos porque el fútbol femenino no estaba tan de moda, al menos en Cantabria, y porque se las apañaron para ascender a Superliga. Allí aguantaron dos temporadas, aunque el apoyo del Racing no llegaba a mucho más que cederles la equipación y alguna ayuda puntual más.
La época 'tardopernía' finiquitó el convenio. Y el club amenazó ruina. El Reocín tampoco ha sido nunca un mar en calma, y en medio de esa crisis aterrizó en el club Verdugo y lo reconstruyó como Ave Fénix, desgajado ya del masculino. Con ella llegó Pedro Munitis, que recién retirado se puso al frente del cuerpo técnico durante dos temporadas. Le tomaron el relevo Sergio Ortega, Martín Díaz Ferreras y el actual entrenador, Jorge Holgado, mientras el equipo viajaba al Municipal de Bezana y después a Santa Ana.
Hace dos años recuperó el convenio con el Racing y esta temporada se ha integrado en la estructura verdiblanca. Las cántabras volverán a defender sus colores en la Segunda División femenina, donde este curso militarán también el Monte y el recién ascendido Vimenor, con el que precisamente hoy disputarán un amistoso. En Santa Ana llevaban a la grada a unos 200 espectadores. En Santander está por ver.
Anto Verdugo, Presidenta
«Cuando empecé que no había prácticamente ninguna chica, pero por suerte ha cambiado todo de forma radical. Echas la mirada atrás, piensas cómo ha evolucionado todo y puedes dar las gracias a todas las personas que lo han hecho posible. Sobre todo a los que me han acompañado en este camino, que en los primeros años fue muy difícil porque no me aceptaban. Se me hizo bastante duro». Así explica Silvia, la capitana, el cambio del fútbol femenino en los últimos años.
«Estábamos en Altamira», compara Verdugo cuando se le pregunta sobre el origen y procedencia del equipo. Mientras, la capitana ejerce su mando en plaza y coordina a sus compañeras tras la reunión que acaban de tener en las Instalaciones Nando Yosu. La diferencia de edad se nota; sobre todo en un grupo de jóvenes estudiantes, algunas en la universidad y muchas de ellas aún en el instituto.
De momento el Racing féminas, que así se denomina desde ahora, competirá en el campo 3 de las Instalaciones de La Albericia. Quiere seguir jugando sobre césped artificial. Pero cuando le toque un desplazamiento en hierba natural echará mano del campo 1 para los entrenamientos.
Jorge Holgado, Entrenador
Será toda una prueba de vocación para Celia del Campo, que debe desplazarse desde Potes. En verano ha podido quedarse algunos días en casa de sus tíos en Santander, pero con el comienzo del curso escolar la joven, que este año cumple 16, tendrá que compatibilizar el fútbol con las clases. Y su familia, como ella, acumular miles de kilómetros. Desde Ampuero viaja una de sus rivales en la portería, Lucía, a cuyos padres se puede ver en el entrenamiento. Si un temporal obliga a cerrar las carreteras tendrán que echar mano de Eva, astillerense que este año natural cumple los 17 y es la única guardameta que tiene las instalaciones a una distancia humana.
Pero con todas estas dificultades el cambio a mejor es evidente. Dos jugadoras suben a la cafetería a pedir un vaso de agua. Es fácil adaptarse a mejoras tan sencillas como tener una cafetería abierta en la que pedir agua. Eso sí: tienen quince años y les faltan las comodidades del primer equipo masculino, que por cierto en el infierno de Segunda B tampoco son tantas. El femenino tiene una media de edad que apenas alcanza los 18 y sus jugadoras no deben acusar el cambio si no es para bien. De ello puede dar fe Andrea Alonso, que tras terminar Fisioterapia no podía simultanear como quisiera el fútbol con el trabajo y ha dejado de jugar, que no el equipo. Fruto de la cohesión de este joven grupo se ha unido al cuerpo técnico precisamente como lo que le toca: fisioterapeuta.
Porque si algo es el nuevo Racing féminas es un equipo de estudiantes. Los desplazamientos son un cargamento de libros, ordenadores, apuntes... Todo un menú de estudiante salvo en la comida, estrictamente reglada por el nutricionista. A veces se viaja con ella para que esté convenientemente pautada. A la vuelta también se supervisa lo que se come en el restaurante de turno. El sacrificio es así el mismo que el del equipo masculino, aunque no las recompensas.
«Yo vengo de Tercera, he entrenado siempre a equipos masculinos y habitualmente me decían que el fútbol femenino era distinto, con un ambiente muy agradable que tenía que conocer. Ahora que lo he hecho estoy encantado», explica el entrenador, Jorge Holgado.
Al menos el club ya ha conseguido que jugar al fútbol no les salga a pagar a sus futbolistas -no se puede decir en otras categorías- , pero solo el cuerpo técnico tiene sueldo pese a los cuatro o cinco días a la semana que entrenan las en su mayor parte jóvenes promesas cántabras. Mantener un club de Segunda División cuesta no menos de 50.000 euros, aunque contar con las equipaciones y recurso del Racing aligera el gasto. Lo mínimo para tener un equipo en Superliga son unos 80.000. Siempre, claro, que se trabaje en economía de guerra.
Silvia Martínez, Capitana
«Lo ideal sería que nos dieran más visibilidad en televisión y en los medios de comunicación y generar así más recursos y poder profesionalizar el fútbol femenino», insiste Verdugo como portavoz de un equipo que sigue buscando patrocinador.
La Liga comienza ya mismo. En septiembre. Y será una difícil prueba para un equipo joven. Muy joven. Pero no por eso deja atrás la ilusión. Silvia Martínez lo tiene claro: «El objetivo es estar en entre los tres primeros. Quizá Deportivo y Oviedo Moderno estén por economía más fuertes que nosotras, pero tampoco hay que desmejorar todo lo que hay en Segunda. Hay otros equipos que se han reforzado muy bien, como el Sardoma y el Victoria de La Coruña, y la Liga siempre puede pasar de todo».
Mucho más prudente es Holgado: «Debido a la juventud de la plantilla el objetivo es a medio plazo. La media de edad de la plantilla es de 18 años y lo primero es madurar a las jugadoras para que cuando crezcan sean el complemento perfecto para las más veteranas. El ascenso es difícil, ya no solo por la edad, sino también por el aspecto económico. Hay equipos que están invirtiendo mucho en sus plantillas, con sueldos que no cobra ni nuestro cuerpo técnico entero. Es una gran diferencia».
Ellas son, pese a su juventud, la avanzadilla. Las que tienen que marcar el camino a jóvenes no mucho mayores. Porque si en algo coincide todo el equipo es en que todavía cuesta captar jugadoras entre las más jóvenes. A veces detectan -todavía- ciertas reticencias familiares, hasta que «a los diez o doce años los padres están hasta las narices de oírlas y ya nos las traen -reflexiona Verdugo-. Muchos niños empiezan a jugar al fútbol por empatía, porque lo hacen sus amigos, sin estar realmente interesados. Las niñas no. Si una niña llega al fútbol es porque quiere jugar».
Ahora han pasado 18 años desde que Silvia tuvo que dejar el fútbol grande para exiliarse dos años en sala. Ahora Cantabria está a punto de estrenar su competición autonómica no ya con equipos de fútbol siete, sino con once jugadoras en el campo. Sin haber cumplido aún los 32 años, la capitana luce orgullosa la camiseta del Racing. Sus años de experiencia y sus batallas en Superliga serán muy útiles a un equipo que, por cierto, compite en una categoría superior al masculino.
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