Las heridas abiertas de la matanza de Srebrenica sangran en Gaza y Ucrania
Se cumplen 30 años de una tragedia que todavía no se ha cerrado y que ahora se repite en otros lugares del mundo
Entre el 10 y el 11 de julio de 1995, el ejército serbobosnio capturó, mató y enterró en fosas comunes a 8.372 hombres y ... niños musulmanes bosnios en Srebrenica, una ciudad que había sido denominada 'zona segura' por Naciones Unidas y que, de hecho, contaba con una sustancial presencia de fuerzas de mantenimiento de la paz que no impidieron la masacre.
Esta semana, con motivo del 30 aniversario de esa tragedia, el propio secretario general de la ONU, António Guterres, ha reconocido que fue «la peor atrocidad cometida en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial» y que tanto la organización que dirige como el mundo en su conjunto «fallaron al pueblo de Srebrenica». Fue un fracaso colectivo que Guterres achaca «a la propaganda y la indiferencia internacional».
La Corte Internacional de Justicia no tiene dudas: fue un genocidio en toda regla. Y así lo dictaminó en 2007. «Se perdió toda una generación. La intención era la eliminación de los musulmanes bosnios de Srebrenica», afirma el jefe de gabinete de la ONU, Earle Courtenay. «La Unión Europea nunca olvidará lo que ocurrió. Reconocemos nuestro pasado y reconocemos nuestra responsabilidad por no haber logrado prevenir ni detener el genocidio», ha añadido este viernes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un comunicado para conmemorar el Día Internacional de Reflexión y Recordatorio del Genocidio de Srebrenica.



Desafortunadamente, las heridas de esa vergonzosa matanza aún no se han cerrado del todo. Y buena muestra de ello son los espacios vacíos existentes entre las lápidas blancas con forma de obelisco del encogedor cementerio de Potočari. Tienen que ocuparse con los restos de los más de mil desaparecidos que aún no han sido encontrados o identificados, porque los genocidas mezclaron multitud de cadáveres –en ocasiones desmembrados– en diferentes fosas, lo cual dificulta los análisis que determinan a quiénes pertenecen. Afortunadamente, hoy siete más pudieron recibir sepultura.
En las cárceles también hay celdas que esperan a ser ocupadas. «A pesar de los procesamientos de alto nivel, como los de Ratko Mladić y Radovan Karadžić, aún hay muchísimos casos atrasados pendientes ante los tribunales de Bosnia y Herzegovina», recuerda Amnistía Internacional, que denuncia el desinterés de algunas instituciones por desenterrar la verdad de lo sucedido.



No en vano, todavía hay políticos que niegan que se cometiese un genocidio. Milorad Dodik, expresidente de la República Srpska, una de las dos entidades que forman el país actualmente, considera que es «un mito fabricado», y en una entrevista aseguró que nunca aceptará que «ese acontecimiento se pueda considerar un genocidio». Por si fuese poco, añadió que, en contra de los informes publicados por diferentes organizaciones internacionales, «el número de muertos está en torno a 3.500».
Más sangrante es, no obstante, que aún haya gente que defiende a quienes cometieron la matanza. «Volvemos a ver la glorificación de criminales de guerra», se lamentó Guterres. «Debemos garantizar que se sigan escuchando las voces de los supervivientes de Srebrenica, contrarrestando la negación, la distorsión y el revisionismo», sentenció el secretario general en un mensaje que Von der Leyen ha hecho suyo: «Rechazamos y condenamos firmemente cualquier negación, distorsión o minimización del genocidio». Desafortunadamente, Srebrenica no es el único caso en el que se produce esta situación.
«No se ha aprendido nada»
De hecho, si algo resulta preocupante es que lo sucedido en Bosnia hace tres décadas sea el día a día en otros lugares del mundo. En Gaza, por ejemplo, la guerra que Israel declaró a Hamás tras los ataques del 7 de octubre de 2023 va camino de cruzar el listón de los 60.000 muertos. Y la invasión rusa de Ucrania se ha cobrado, según diferentes fuentes, más de un millón de vidas, incluyendo las de los soldados de ambos bandos.
«No se ha aprendido nada», aseguró, apenada, la presidenta de la asociación Madres de Srebrenica, Munira Subašić. «No sé yo qué tipo de mensaje vamos a enviar a Palestina y a Ucrania; mientras nosotras estamos aquí, se están produciendo asesinatos en esas zonas y en otros lugares del mundo. Si alguien hoy piensa que tiene el derecho de asesinar a una madre, a un niño o a violar a la hija de alguien, pues no», sentenció.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.