'President in articulo mortis'
Diego Carcedo
Sábado, 9 de enero 2016, 19:36
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Diego Carcedo
Sábado, 9 de enero 2016, 19:36
En la prórroga y de penalti injusto, como diría un castizo hablando de fútbol, Artur Mas se echó a un lado, como le pedían algunos de los suyos, y evitó las elecciones anticipadas en Cataluña. La negociación para salir de la crisis abierta por la ... falta de respaldo a su candidatura para repetir en la Presidencia fue esperpéntica y acabó resultando agónica. Todas las partes implicadas terminaron diciendo digo donde antes decían Diego y cuando el plazo se hallaba ya 'in articulo mortis', al final de las chimeneas del palacio de la Generalitat surgió el humo blanco que no anunciaba tanto el final de la incertidumbre sino que de momento se evitará tener que volver a las urnas, por cuarta vez en cinco años.
Artur Mas, que en el empeño había puesto una gran capacidad para asumir el ridículo político, sale de la primera fila de la escena: no ocupará cargos en el Gobierno, ni ejecutivos ni honoríficos como se conformaba, y se dedicará a reconstituir su partido, Convergencia Democrática, al que con tanta eficacia ha conseguido dejar hecho unas bragas, como vulgarmente se dice. No es probable que los suyos, ya sin el control del presupuesto en sus manos, renuncien a ajustarle las cuentas por tan desafortunada estela de iniciativas y fracasos que deja su recuerdo. Ninguno, por supuesto, tan imperdonable como la fractura que propicio en la sociedad catalana.
Después de los descartes que durante agotadoras sesiones de debate fueron mandando a la papelera los dirigentes de JxSí y la CUP, con detalles tan esperpénticos como el empate a 1515 entre más de tres mil 'cuperos', el elegido para ser presentado a la investidura a lo largo de la jornada del domingo es el alcalde de Gerona, Carles Puigdemont, un 'convergente' de los que en los últimos tiempos se pasaron al independentismo, aunque quizás con el fervor de los conversos que mostraba Artur Mas menos exaltado. El acuerdo, anunciado por el propio Mas, está prendido con alfileres y deberá fructificar contra el reloj y contra la anomalía de un pleno dominical.
A las doce de la noche del domingo termina el plazo para la investidura lo cual obligará a los diputados a recortar sus discursos y réplicas no sea que el reloj se eche encima e impida votar a tiempo. El nuevo presidente, a quien todo parece indicar que el reto le ha sobrevenido poco menos que se sorpresa, tendrá que enfrentarse al complejo proceso del relevo sin haberlo preparado con tiempo, a formar su Gobierno atendiendo a las exigencias de los partidos que lo invistieron y, enseguida, porque los nervios de algunos no le darán tregua, a ver qué solución da al acuerdo secesionista inconstitucional aprobado aprisa y corriendo por la Cámara,
Unos acuerdos sobre los que pesa el obstáculo de la ilegalidad y el enfrentamiento con el Estado y sus poderes. El diálogo con las autoridades centrales en funciones, bien es verdad que con su capacidad para llegar a acuerdos muy limitada, parece lógico que lo asuma entre las prioridades. Aunque sea heredero de Mas, Puigdemont no ha roto ningún puente con Madrid y puede muy bien buscar el entendimiento, si efectivamente lo desea, partiendo desde el principio. Claro que si desea realmente llegar a algún acuerdo firme deberá esperar a que también la política nacional se normalice con un nuevo Gobierno, empresa que tampoco se anuncia fácil.
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