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lucía alcolea
Sábado, 10 de octubre 2015, 12:34
Con la mente en el cielo o en la tierra, en el azar o dentro de sí mismos, así partieron los 58 participantes en la primera edición de la Ruta a Pie 10.000 Foramontanos en la noche del viernes de Cabezón de la Sal rumbo al municipio palentino de Brañosera. Son los primeros que escribirán la historia de este recorrido, creado por la inquietud de la Asociación Ruta de los Foramontanos, cuyo objetivo desde un principio fue recuperar este camino y difuminar la distancia entre pasado y presente. 94 kilómetros en 40 horas, paso a paso, pensamiento a pensamiento. Así se espera que lleguen a su destino, como ya lo hicieran aquellos que repoblaron Castilla en el siglo IX, y atraviesen los siete municipios que componen la ruta: Cabezón de la Sal, Mazcuerras, Ruente, Cabuérniga, Los Tojos, Campoo de Suso y Brañosera. Fin.
Pero es el final del comienzo lo que marcará la consecución de esta ruta para estos primeros participantes, porque lo del viernes en Cabezón fue un hito histórico. Nadie pensó en la primera edición de la prueba Los 10.000 del Soplao que algún día serían diez mil. Quizá solo el que lo organizó y el también artífice de esta nueva aventura, Chuchi Maestegui, que anoche encabezaba a los participantes en la salida tan tranquilo, como si la cosa no fuera con él. Es este personaje de Cabezón el que lleva a la práctica lo que se le pasa por la cabeza. El loco de la colina. El que ha hecho que la historia se repita y ha trazado la ruta en mapas como la cola de una serpiente. El zigzag de los valientes que salieron a las once de la noche de Cabezón, después del grito de júbilo Foramontanos, a repoblar Castilla. Así lo harán.
Algunos se dejaron convencer por Chuchi, a otros les sedujo la idea, la cuestión en que los 54 esperaban en la noche del viernes el pistoletazo de salida inquietos, nerviosos y con esa mueca de satisfacción que te sale cuando eres medio protagonista de algo. En la aventura el público será el camino, los pueblos que atraviesen y las gotas de sudor que la gravedad arrastre al suelo. A las once de la noche, tras la bailá de Ibio, Nacho Barquín contó de diez a cero, con una de esas canciones memorables de fondo, y luego hubo aplausos. Seguro que algunos pensaron en cómo será dentro de diez años.
Lo que está claro es que ahora es real. Que Chuchi logró convencer y reunir a los alcaldes de estos siete municipios, que firmaran su adhesión a la Asociación y que algunos establecimientos hosteleros de la ruta ofrezcan el menú foramontanos. Estableció unas bases y creó una página web. Él y los suyos, no lo hizo solo, pero lo hizo. Anoche llevaba una capa de sacerdote (él invita a los participantes a ataviarse con la ropa de la época). Solo algunos se atrevieron. Al partir, sonreían, saludaban y levantaban los brazos. Hasta pronto Foramontanos del siglo XXI.
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