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Lucía Alcolea
Sábado, 13 de febrero 2016, 22:06
Es la una del mediodía y el pueblo de Pejanda, en Polaciones, está tan alto que parece que se acaba el mundo. No llueve ni nieva, algo inusual el día del carnaval de los Zamarrones Blancos, la fiesta grande de este pueblo purriego. Los ... vecinos y los turistas esperan calmados pero expectantes la llegada de los zamarrones. Está el público, la iglesia de Santa María de la Luz, el bar del pueblo y María Bulnes, de la Asociación Sociocultural Pejanda, vestida como una mujer de principios del siglo XX. Parecen los elementos de un cuadro.
De fondo se escuchan los tambores que anuncian la llegada de los zamarrones y mientras, María explica que «lo del carnaval de Polaciones es más que una tradición», que antes no participaban las mujeres y que ahora ya sí, desde que se recuperara la fiesta en los años noventa. Habla esta vecina de la «memoria viva de la gente mayor, que ve ahora el carnaval del que un día fue protagonista» y se queda con la palabra en la boca porque «ya llegan, ya llegan». Entonces el público forma un corro en torno a los zamarrones. Hay hombres, mujeres, cinco niñas pequeñas y cinco hombres vestidos de lobos, los personajes de esta obra de teatro ancestral. Aparecen los zamarrones blancos, con sus gorros floreados y saltando sobre sus zamárganos, salpicando a las mozas, «como en un ritual de fecundidad», dice María, y acompañados por los zamarrones negros, encargados de representar a las comparsas. Uno de ellos, el más alto, habla primero: «Silencio que principiamos». Y empiezan. «Buenos días Pejanda, llegaron los zamarrones». Antes de Pejanda han visitado otros muchos pueblos. «En total nueve pueblos y dos barrios», dicen Cilio y Felipe Fernández y José Luis Lázaro, tres zamarrones de agárrate que vienen curvas.
Cantaron todos, los hombres, los lobos, las mujeres y las niñas, frases como:«Tres lobos nuevos de Cabárceno tenemos aquí, refugiados», que decían «Hola mi amor, soy yo tu lobo, quiero tenerte cerca para engordar en tu honor» y de los ecologistas, «que viven en la ciudad». Las niñas:«No somos Sofía ni estamos en el Palacio Real, sí somos las crías del Valle y reinas del carnaval». Y pidieron igualdad, «Que nos dejen aprender, a ver por qué lo tienes más fácil si vives en Santander».
Y ocurrencia tras ocurrencia, y tradición y temas de actualidad en esta simbiosis de carnaval ancestral. Más tarde se entregó el galardón de Zamarrón de Honor a Eloy Gómez Pellón «por su promoción del Valle de Polaciones», que dijo, con gorro de zamarrón, que «esta es una de las fiestas más antiguas de la geografía española», orgulloso y satisfecho con la distinción recibida.
En Cabezón, de nuevo, cientos de personas disfrutaron este sábado de uno de los carnavales más importantes de Cantabria. El desfile volvió a lucir bajo la lluvia y las carrozas iluminaron las calles con las comparsas. Cada año, en Cabezón, más participación.
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