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Lucía Alcoela
Miércoles, 5 de abril 2017, 13:59
"Me comprometí públicamente con Cantabria en que si hacía falta, daría 40 conferencias y prepararía 12 exposiciones hasta que todo el mundo se enterase de que aquí había nacido el más prodigioso inventor de su tiempo, Leonardo Torres Quevedo". En esta labor se encuentra Francisco A. González, profesor titular de Historia de la Ciencia en la Universidad Complutense de Madrid, y empieza por Comillas, en una exposición que se inaugurará el próximo 8 de abril y que lleva por título La Conquista del Aire.
¿Qué ha supuesto para usted cabalgar al compás de la figura de LeonardoTorres Quevedo?
Bueno, yo me dedico a muchas otras cosas (historia matemática, educación, memoria histórica...) y he estudiado a varias figuras de nuestro pasado científico, como Blas Cabrera y Felipe, Enrique Moles, Ángel del Campo y Cerdán, Arturo Duperier... En este sentido, Torres Quevedo siempre ha jugado un papel especial. Sobre todo por lo que me he encontrado. Los historiadores de la ciencia tenemos que elaborar hipótesis, es decir, cosas que no hayan dicho otros, y ver si es cierto eso que presuponemos. En el caso de Torres Quevedo, no se había escrito casi nada sobre su contribución a la aeronáutica y los dirigibles. Desde 1995, he ido descubriendo muchas cosas y contándolas en Alemania y Reino Unido. La comunidad de historiadores de la aeronáutica se ha quedado sorprendida y ha reconocido la talla mundial de Torres Quevedo en este ámbito.
¿Parte de la hipótesis de que el sistema actual de los aparatos aeronáuticos se basa en sus resultados?
No, no tanto. Hay una parte de la aeronáutica que son los dirigibles. Torres Quevedo se dedicó a la aerostación. En este ámbito, su patente sí que estableció los fundamentos para gran parte de los dirigibles a lo largo del siglo XX y siglo XXI. Fue el pionero de la transición entre la navegación marítima y la navegación aérea. Los dirigibles que se construyen hoy en día heredan concepciones de Torres Quevedo.
¿Resultaron de gran utilidad los dirigibles durante la I Guerra Mundial?
Fueron capitales porque se emplearon por parte de la Armada del Reino Unido, que construyó más de sesenta unidades para escoltar el aprovisionamiento de las costas británicas. Antes de que los dirigibles de Torres Quevedo empezaran a patrullar y a defender a los barcos de los submarinos alemanes, estos submarinos habían hundido más de 800.000 toneladas de barcos. Los historiadores de la aeronáutica británica reconocen en sus libros que desde que los barcos empezaron a estar protegidos por los dirigibles, ni un solo submarino alemán hundió un solo barco británico o norteamericano de aprovisionamiento.
Realmente sí que se logró solucionar el problema de la conquista del aire.
Sí. El aire se conquistó mucho antes de que existiesen los aeroplanos. Hasta la I Guerra Mundial los aeroplanos no son eficientes. Solo los dirigibles podían resolver el problema de la navegación aérea.
En su exposición cuenta que Torres Quevedo crea el primer transbordador de uso público.
La conquista del aire la logra con tres sistemas: el transbordador, los dirigibles y en último lugar, el telequino porque mediante el envío de ondas hertzianas por el aire inventó el mando a distancia. El transbordador es un invento que podemos llamar cántabro, porque se concibe en el Valle de Iguña, por lo tanto es el invento cántabro de Leonardo Torres Quevedo. Construyó uno en Portolín, en las inmediaciones de su casa, y otro desde el puerto de Pando hasta los Picones. Luego presentó la patente fuera de España. No solo eso, sino que se convirtió en un emprendedor y se fue a montar el primer teleférico para personas del mundo a Suiza, en el año 1988, pero por celos o burocracia, no lo reconocieron.
¿Por qué no se le ha otorgado al personaje la importancia que merecía?
Ha pasado bastante más desapercibido que la mayor parte de nuestro científicos, como Isaac Peral, por ejemplo, y el porqué es un misterio. Leonardo Torres Quevedo fue un hombre que se adelantó a su tiempo en varios temas. Maurice D Ocagne, presidente de la Sociedad Matemática Francesa en 1930, dijo que Torres Quevedo debía ser considerado el más prodigioso inventor de su tiempo.
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