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RESTAURANTE 'LA POSADA DEL MAR', SANTANDER / Acertado comienzo al más  puro estilo Merendón
Panorama - Gastronomía

RESTAURANTE 'LA POSADA DEL MAR', SANTANDER / Acertado comienzo al más puro estilo Merendón

Mantiene su línea de cocina tradicional basada en un producto '10'

J. M.ª RODRÍGUEZ LINARES

Sábado, 7 de enero 2006, 01:00

La historia de este establecimiento, comenzó a escribirse en 1970, cuando el padre de Tomás Merendón, su propietario, decidió abrir lo que en principio fue una taberna o posada marinera, y que con el paso del tiempo y una buena labor, pasó a ser uno de los mejores restaurantes de la ciudad, dando de comer siempre bien a su clientela, tanto por la calidad, siempre trabajan con el mejor genero, como por la cantidad, sirven muy amplias raciones.

La entrada del nuevo siglo ha traído mucho movimiento a esta casa, ya que a principios del año 2000 ampliaron sus instalaciones, para ahora, a finales del 2005, reabrir su restaurante en otra ubicación, con unas instalaciones mucho más actuales, bastante mejores que la que ya tenían. Actualmente, desde hace poco más de tres semanas, 'La Posada del Mar' se localiza en la calle Castelar, en las instalaciones de lo que antes era 'La Gloria del Puerto'.

Las nuevas instalaciones

El actual local en el que se encuentra 'La Posada del Mar', es más espacioso y confortable que el anterior. En total disponen de tres comedores, con una capacidad total de unos 100 comensales. La sencillez es la tónica común al estilo decorativo de este restaurante, con paredes blancas, sólo engalanadas con los clásicos cuadros de marinas y personajes populares del Santander antiguo, que ya son señas de identidad de esta casa. Al igual que en la 'antigua' Posada, mantienen una barra donde recibir a los clientes y la cocina se encuentra a la vista de todo el mundo, sin nada que ocultar. Por el resto las instalaciones se encuentran dotadas de todas las comodidades habituales en este tipo de restaurantes de alta gama.

La cocina

Nada ha cambiado. Mantienen la misma línea que ya en su día consagró a este negocio. Sólo han renovado la vajilla, la cubertería y la vajilla, ganando con esto mucho la presentación de los platos, uno de los pocos puntos débiles de la 'antigua' Posada.

La cocina que llevan a cabo es totalmente tradicional, de mercado, con unas presentaciones caseras y raciones generosas en cantidad y sabor. Al frente de la cocina se encuentra Javier Herrero, experimentado chef, que desde siempre ha realizado una labor encomiable en esta casa, sin duda una buena labor, tanto cocinando, como seleccionando el mejor genero posible para que todo salga como siempre, de maravilla. La carta que tienen es siempre la misma, no cambia, excepto para añadirla algunos productos que son exclusivos de temporada, y que una vez pasada esta se quitan o sustituyen por los venideros.

Las especialidades

Como todo buen restaurante es difícil poder hablar de especialidades, ya que todo lo que preparan lo hacen con sumo gusto, fieles a su filosofía de cocina tradicional. En este tipo de establecimientos, que un plato les guste más que otro atiende más a razones de gusto personales que a la calidad del plato que estén degustando, que en este caso es siempre la mejor. Pero que duda cabe que los amantes de los platos de cuchara, de los guisos como unos buenos callos, unos garbanzos con bacalao y espinacas o unas sencillas pero estupendas alubias; tienen en esta su 'segunda' casa. Los pescados de La Posada son siempre de captura salvaje, de lo mejorcito de nuestras costas. Los preparan al gusto tradicional, al punto, pero sin pasarse, sin secar el pescado. Un clásico de esta casa es la merluza de pincho a la romana acompañada de unos chipirones en su tinta, siempre resulta exquisita. En carnes desde luego el chuletón se lleva la palma, es simplemente espléndido, sabroso como pocos, auténtica carne de vacas viejas de Cantabria.

Los postres son también otro punto fuerte de esta casa, con la leche frita y la tarta de hojaldre y mantequilla como máximos exponentes. La bodega como siempre llena de clásicos, acorde a su comida y clientela, aunque no le vendría mal una pequeña puesta al día, apostando por alguno de los nuevos 'grandes vinos' que se hacen ahora en España.

En cuanto a precios mantienen su línea de siempre, precios ajustados a la calidad del producto y del servicio que ofrecen. No es un restaurante caro ya que hay que tener muy en cuenta la calidad del producto con el que trabajan, que sinceramente, es siempre la mejor disponible en el mercado y eso tiene un precio, más exactamente sobre unos 40-45 euros por comensal con vinos, postre e impuestos incluidos.

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