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C. DE LA P.
Domingo, 8 de enero 2006, 01:00
El Cabildo de Arriba, el céntrico barrio santanderino, está herido de muerte. Las condiciones de degradación y abandono de la zona se sitúan por encima de lo tolerable y sus vetustos edificios caen como castillos de naipes. La dureza del invierno hace mella en estos inmuebles, que son carne de piqueta. Cada mordisco de la pala excavadora arranca a los vecinos un poco de vida.
Le ocurre a Rosario Santiago García, a Francisco Quintana o a Juan José García Cotero, por citar sólo algunos. Los tres han visto perturbada su rutina diaria por el desplome parcial de dos edificios de la zona y todo en menos de 24 horas. En la madrugada del viernes, día 6, parte de la pared oeste del número 1 de la calle San Pedro cayó al suelo, alcanzando a un vehículo estacionado en la calzada. La suerte se puso del lado de los moradores porque el boquete se abrió en dos viviendas deshabitadas.
Horas después, sobre las nueve y media de la noche del viernes, otro inmueble reventó por viejo y abandonado. La fachada este del número 13 de la calle Garmendia, orientada a un patio interior, se vino abajo. Empezó por ceder el entresuelo, después las terrazas interiores de los cinco pisos se desvanecieron como en un suspiro hasta el suelo. No hubo daños personales porque la casa, declarada en estado de ruina, está deshabitada desde hace varios años.
Rosario Santiago García llora. Lagrimeó ayer cuando desde una de las ventanas de su piso recordaba el susto que provocó el estruendo del desplome del edificio anexo. Toda la vida ha vivido en el número 11 de la calle Garmendia. Esa noche tuvo miedo y dejó su casa para ir a dormir al piso de su hija.
Una de las habitaciones de su vivienda está clausurada por seguridad. «El edificio contiguo se cayó y el arquitecto municipal nos dijo que la habitación que colindaba con su pared tenía que ser cerrada porque había peligro», recuerda. El edificio número 11 está bien cuidado, al contrario que otros en el barrio. Una escalera y tejado rehabilitados sorprenden en un barrio tan depauperado. «Queremos arreglar la fachada y hemos pedido ayuda al Ayuntamiento, pero nos dicen que para esto no hay dinero», se queja.
Aunque le han dicho que el edificio parcialmente siniestrado no corre peligro de caerse, no consigue sacudirse el miedo. «¿Se puede vivir así?», pregunta.
La Policía Local cortó la circulación en la calle Garmendia con la calle Cuesta durante dos horas y después se reanudó el tráfico. En la calle San Pedro, una cinta de plástico impide el acceso de vehículos.
Le toca al Gobierno
El concejal de Fomento, Víctor Gil, considera «absurdo» que se hable de especulación urbanística en la zona, y en conversación con este periódico recuerda que «la obligación de mantener las viviendas en buen estado es de los propietarios».
Gil recuerda que sobre el inmueble número 1 de la calle San Pedro hay una orden de ejecución de obras de mantenimiento que no se ha cumplido.
Recuerda también que el Ayuntamiento de Santander declaró Área de Rehabilitación Integrada esta zona, entre otras de la ciudad, expediente que está sobre la mesa del Gobierno regional desde entonces para su aprobación, sin que la Administración autonómica haya movido ficha.
Esta declaración permitirá a los propietarios de los inmuebles acceder a un porcentaje mayor de ayudas (hasta un 40 por ciento) para la rehabilitación.
No obstante, la la Asociación Cabildo de Arriba no cree que este expediente de rehabilitación integral sea la solución. Su junta directiva señaló entonces que se trataba de «una nueva maniobra» del equipo de gobierno para «desviar, una vez más, la atención de la opinión pública». Acusaban al Ayuntamiento de Santander de «ofrecer todo el tiempo posible para que las promotores operen cómodamente».
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