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Tribuna Libre

Tonadas montañesas y asturianas en Lamasón

ALBERTO GATÓN LASHERAS

Sábado, 10 de junio 2006, 02:00

Hace unos días EL DIARIO MONTAÑÉS, y con él los principales periódicos asturianos, publicó el triunfo del cantante Sergio Agüeros -por cuarta vez, dos como juvenil y dos, en el dos mil tres y ahora en el dos mil seis, en categoría absoluta- en la competición de tonada asturiana 'Concurso y muestra de folklore Ciudad de Oviedo', celebrado en el Teatro Campoamor de la capital del Principado, trofeo que le reconoce como mejor voz asturiana siendo montañés y masoniego, circunstancia que realza aún más su categoría profesional. Galardón que agrega a sus éxitos en el torneo 'La Canción Montañesa', organizado por Radio Nacional de España en el Palacio de Festivales de Santander, y a otras numerosas conquistas musicales. Una calidad musical que con la de su hermano Nando este verano se reflejará en el título 'Aquel niño que yo fui', trovando temas montañeses y asturianos. Con su trayectoria en solitario, con su hermano José Fernando, con el Grupo Tanea -formado por ambos hermanos Agüeros, Pedro Pablo Cosío, Ana García, Arancha Becerril y Fernando Zaballa 'el Trovador'-, o con el maestro gaitero Vicente 'El Praviano', abre las puertas a otros músicos, como el niño masoniego Alvaro Fernández, primer premio aficionados (todas las edades) en el certamen 'Canción Montañesa y Asturiana Conceju de Amieva'.

Hace años, el Valle de Lamasón perteneció administrativamente a las Asturias, su frontera al norte en las verdes brañas de la Peña de Arria; hoy, es Cantabria. Su geografía vertiginosa y protectora, unida a las virtudes espirituales, familiares y artísticas de sus habitantes, hace que el señorial, remoto, hermoso, aislado, paradisíaco y ubérrimo Valle de Lamasón haya fundido folklore y usos de herencia asturiana con el patrimonio musical y etnográfico montañés. Aúnan los masoniegos la sabiduría artística y la belleza estética con las tradiciones y costumbres de sus antepasados. De este acervo folklórico y legado anímico brotan la calidad, bravura y giros tonales de sus romances, coplas y tonadas montañesas y asturianas -sea a capella, sea con pitu y tambor o con gaita-. Saben y cultivan la sensibilidad musical, el contenido estético, la generosidad festiva en la recia sonoridad de sus educadas voces. Y son conscientes de que en la música dan refugio existencial a ritos milenarios de raíz céltica y savia cristiana que expresan la esencia de cualquier pueblo: su identidad, su dignidad y su memoria.

Basta acercarse a la Fiesta de San Pedro en Lafuente, a la de San Bartolomé en Quintanilla o a la recién celebrada de San Sebastián en Cires para percibir cómo el Valle de Lamasón está unido por la historia, el arte, la tradición y la fe cristiana de sus antepasados en el amor a Dios, la familia y la tierra. Las durísimas condiciones de un paisaje tan grandioso como agreste, con largos y gélidos inviernos de nieve y nieblas, y un aislamiento geológico que tanto es refugio como muralla, han hecho que los masoniegos sean un valle poblado por gente noble, trabajadora, leal, alegre, bella y generosa; y, además, con unas voces privilegiadas en perfección, timbre y técnica.

El Valle de Lamasón refleja lo mejor de Asturias y La Montaña en sus aldeas, naturaleza e historia. De Lamasón y de Cantabria es Sergio Agüeros, y a él, por su valioso triunfo como mejor voz asturiana, se dedican estas líneas. El Valle de Lamasón refleja lo mejor de Asturias y La Montaña en sus aldeas, naturaleza e historia. De Lamasón es Sergio Agüeros, la mejor voz de la canción asturiana

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