El Racing borda el ridículo

Nadie llorará en Cantabria la 'espantá' de López Caro, ese místico que hace más de un mes fue presentado como entrenador del Racing, paseó su tristeza y su verborrea vacía por todos los medios de comunicación, agotó los tópicos pero no consiguió hilvanar una frase coherente sobre su proyecto futbolístico. Luego desapareció en la niebla hasta que el lunes por la noche firmó con nocturnidad con el Levante. Adiós, figura. Hay dos docenas de entrenadores en paro que ofrecen más garantías.

El episodio arrancaría un suspiro de alivio en el racinguismo si no fuera por el bochorno que nos procura. Que un personaje tan necesitado de méritos como López Caro tampoco se fíe de los actuales propietarios del Racing aporta una idea cabal de la que se nos viene encima con el clan madrileño de los Montalvo, Cid, Soler y compañía, a quienes ornamenta en Cantabria la sonrisa eterna de Pernía, el presidente que tiene a gala su desinterés por el fútbol. No se puede hacer más el ridículo. A estas alturas, a los aficionados ni siquiera Piterman les parece tan malo y, claro, la figura de Santiago Díaz es ya una evocación de su tocayo, el gigante Bernabéu.

Casi dos meses después de hacerse cargo del club los nuevos directivos, a una semana vista de la presentación de la plantilla, no hay lista de bajas, no hay fichajes, no hay plan de pretemporada, los jugadores valiosos huyen en desbandada y una mañana nos desayunamos con que el entrenador se ha fugado a otro equipo.

El racinguismo asiste atónito y desolado a esta enloquecida sucesión de despropósitos, a esta permanente tomadura de pelo, mientras el Gobierno de Cantabria, que nos buscó estas 'perlas' madrileñas, se pone a silbar y mira para otro lado. «Nosotros ya hemos cumplido, ahora no tenemos nada que ver con el Racing», dicen a cualquiera que les quiere oír, como si los nuevos propietarios hubieran entrado solos por Cuatro Caminos cargados de millones y no fueran un grupo subsidiado por una ingente cantidad de dinero público y protegido por la misma oscuridad que ahora se cierne sobre el futuro del Racing.