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Restaurante La Guardia
Algunas propuestas para comer en La Habana

Algunas propuestas para comer en La Habana

Ropa vieja, arroz, frijoles y langosta, por las calles y plazas de la capital cubana

Íñigo Fernández

Sábado, 2 de enero 2016, 15:47

La Guarida es el restaurante más famoso de La Habana. También uno de los más caros. Desde que se popularizó gracias a la película 'Fresa y chocolate', todos los famosos que visitan la ciudad han cenado alguna vez en él. Sus fotos aparecen dispuestas por las paredes de la recepción, antiguo salón de acceso del viejo palacete urbano de principios de siglo XX en el que se asienta. Luego, los comedores se reparten por las antiguas habitaciones, cada uno con un estilo diferente y todas con el mismo encanto. Es preciso reservar, porque de lo contrario no se cena. También conviene armarse de valor para subir las escaleras, porque reina la sensación de que todo puede venirse abajo en cualquier momento. Pero no hay peligro. En La Habana esa sensación surge a cada paso, al menos durante los primeros días de estancia en la ciudad.

La Guarida está ubicada en un lugar donde no abundan ni los restaurantes ni, en general, los establecimientos para turistas. La calle Concordia, en Habana Centro, está muy bien situada -a medio camino entre La Habana Vieja y Vedado-, pero no es el lugar más recomendable para pasear durante la noche. Es mejor llegar y marchar en taxi. En la capital cubana lo más recomendable es alternar de día por La Habana Vieja y de noche por Vedado, con obligadas excepciones como esta.

No lejos de allí, en Zanja -a sólo unas cuadras en dirección al interior de la ciudad-, otro restaurante ofrece gastronomía cubana a muy buen precio: La Flor de Loto. Cuirosamente es un restaurante de chinos en el barrio chino, pero uno de los lugares a tener en cuenta en La Habana si se desea comer lo propio de la gastronomía local: ropa vieja, arroz, frijoles, yuca, ensalada de aguacate... Sus raciones son generosas. Y baratas. De hecho, siempre hay cubanos en el comedor, algo muy extraño en los restaurantes de la isla. Y no por que no les guste comer.

La Flor de Loto fue fundada antes la revolución por una familia llegada de China, pero siguió en sus manos pese al triunfo de aquella debido a las simpatías que sus dueños profesaron desde siempre por los líderes de la guerrilla de la Sierra Maestra. Cuando el Comandante entró en La Habana en enero de 1959, la propiedad del negocio no les fue arrebatada. Siempre trabajaron allí y, de hecho, acaban de abrir otro restaurante junto al original, llamado La Mimosa, aunque especializado en gastronomía italiana. Se come bien, pero ¿Estar en la Habana y cenar pasta y pizza...?

Frente al Capitolio, en el límite mismo entre Habana Centro y La Habana Vieja, otro restaurante goza de merecido prestigio: Los Nardos. No es bonito y, mucho menos, cómodo, pero sus camarones lo justifican todo. Los ponen un poco picantes: muy ricos. La incomodidad de Los Nardos tiene que ver con sus pesados muebles de madera maciza, con sus estrecheces, con la fuerza con la que activan el aire acondicionado... Imprescindible llevar jersey para cenar en Los Nardos. O un pañuelo.

Hacia Vedado, la zona más recomendable para alternar durante la noche, hay otros restaurantes que también merecen la pena: El Hurón Azul, por ejemplo, en el punto exacto en el que comienza la Calzada de la Infanta desde el Malecón, y por ello muy cerca del Hotel Habana Libre, del Hotel Nacional y de la sala 'El Gato Tuerto' en la que uno puede acabar la noche escuchando boleros en vivo hasta las tres de la mañana; el Habáname, en la confluencia de Rampa con la Avenida de los Presidentes, lo que permite tomar un café o una copa, antes o después, en la terraza de la Casa Balear; o el Gringo Viejo, también muy cerca de la Avenida de los Presidentes y uno de los paladares más antiguos de la ciudad, ubicado entre el sótano de una casa y el patio. Aquí es donde hay que comer ropa vieja. Siempre figura en la carta, aunque no siempre lo hay. Muy cubano.

Originalmente, paladares eran lo que regentaban aquellas familias que abrían sus hogares a extranjeros para cenar. Uno de los primeros de este estilo es precisamente el Gringo Viejo. Hoy en día es más fácil encontrar un paladar como tal en cualquier otro lugar de Cuba que en La Habana, porque los de la capital han terminado por convertirse en restaurantes convencionales, aunque conserven el nombre.

Una carne que está muy presente en todos los restaurantes del país es la del pollo. Pollo, arroz y frijoles es lo que más comen los cubanos. Lo que más o, en muchos casos, lo único. Lo reparten en las colas del racionamiento, a razón de tres kilos al mes por persona. El pollo es también la especialidad de El Aljibe, un restaurante situado en un jardín próximo a la Quinta Avenida de Miramar. Es una zona de lujo para vivir, pero con menos interés para el turista que La Habana Vieja, Habana Centro o Vedado. Las mejores viviendas de la ciudad se encuentran allí, y también las mejor conservadas, aunque en ningún caso rivalizan en encanto con los viejos caserones de La Habana Vieja; los miradores galerías y balcones del Malecón; o los palacetes de mediados del siglo XX que pueblan todavía las calles de Vedado.

En La Habana también se puede comer langosta en numerosos restaurantes de la zona antigua, particularmente en los situados en el triángulo formado por la tres plazas históricas (Plaza Vieja, Plaza de San Francisco y Plaza de Armas). Pero esa langosta no es como la de aquí, no sabe igual, no es barata tampoco y además desechan las cabezas, que para muchos es, como en el caso de la merluza, lo más sabroso de la pieza. Si, pese a todo, alguno se empeña en comerla, mejor hacerlo en alguna ciudad del sur de la isla, como Cienfuegos o Trinidad, que en La Habana. En Trinidad y Cienfuegos hay familias que, además de habitaciones, a menudo sirven langosta mediante encargo. Con un poco de suerte, ése puede ser el lugar ideal para cenar una langosta.

¡Qué aproveche!

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