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Martes, 5 de enero 2016, 13:39
Era la madrugada del 15 al 16 de febrero de 1941 cuando el fuego arrasaba Santander en lo que dura una bengala. El mayor siniestro de la ciudad marcó un antes y un después en la capital cántabra y en las memorias de quienes lo vivieron de cerca. 75 años después de aquel episodio, Santander conmemorará el aniversario del trágico suceso que sigue despertando "cierta curiosidad", según el alcalde Iñigo de la Serna, entre vecinos y turistas. Para ello ha organizado una bateria de citas lúdicas y culturales que van desde conciertos , a talleres de memorias, sellos conmemorativos y homenajes a las personas claves en el suceso.
Los actos comenzarán el 15 de febrero con un concierto en la calle Cádiz a cargo de la Banda Municipal, acompañado de la proyección de un vídeo en el muro de piedra de la Catedral que mostrará imágenes de la Filmoteca Española en las que se refleja la devastación del incendio que comenzó en ese mismo punto de la ciudad.
Para recrear el incendio las campanas de la catedral tocarán llamando a fuego, se apagarán las luces de la zona que se vio afectada por el siniestro y sonarán las sirenas de los bomberos avisando de su llegada al centro de la ciudad.
julián sánchez
Para muchos su nombre no significa nada. Se llamaba Julián Sánchez García y tenía 38 años. Era el bombero número 148 que se trasladó con urgencia desde Madrid hasta Cantabria para enfrentrarse al peor escenario, un infierno el incendio que asoló Santander en 1941. Y Julián fue la única víctima mortal del siniestro.
Llegó a la capital cántabra con un grupo de compañeros procedentes del Parque de Bomberos de Madrid, del que era arquitecto-director Santiago Soler y Garay. Una vez más Julián se mostraba dispuesto a ayudar al prójimo pero el destino decidió que acabara su vida entre escombros humeantes. Observando las fotografías de los vehículos en los que se desplazaron aquellos hombres impresiona imaginar cómo tuvo que ser su viaje a velocidad media de cuarenta o cincuenta kilómetros/hora por un simulacro de carretera y en pleno invierno (con uno de los camiones, la «Bomba nº 3 Benz», descubierto). Un viaje horrible al horror.
Aunque llegaron destrozados, se pusieron manos a la obra de inmediato las circunstancias obligaban a pasar a la acción y no había tiempo para lamentos, cansancios o contemplaciones. La realidad que contemplaban sus ojos superaba, de forma notable, lo que suponían de camino.
Ejecutando tareas de derribo en las Atarazanas (durísimas y con los escasos medios de la época) Julián no pudo evitar que le cayera encima parte de la pared de uno de los edificios en ruinas. Sus compañeros asistieron horrorizados a la escena. Rápidamente se le llevó al hospital y no murió en el acto fallecería el 28 de febrero tras permanecer ingresado en Valdecilla, donde el personal sanitario hizo todos los esfuerzos posibles para salvarle. Se escribía así, con tinta de sangre, el dramático final de un hombre de 38 años, casado con Gregoria Escribano Plaza y padre de dos hijos, Julián y Gregoria.
El Ayuntamiento también llevará a cabo un homenaje a los que ayudaron y dieron cobijo en sus casas a las 10.000 personas que se quedaron sin hogar, destacando el papel de los bomberos, especialmente el de Julián Sánchez , bombero madrileño que colaboró en la extinción del fuego y que fue la única víctima del incendio.
Este homenaje tendrá lugar en la plaza de Alfonso XIII, en fecha aún por determinar, junto al monumento al incendio, con efectivos del cuerpo municipal de bomberos, para destacar y hacer público el agradecimiento de toda la ciudad a su trabajo.
Sellos, tótems e historia
Correos también se suma al aniversario emitiendo un sello especial del incendio a partir de imágenes del Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS).
Por otro lado, en puntos estratégicos de la ciudad habrá una exposición permanente con 10 tótems ilustrativos con fotografías antiguas superpuestas a la realidad, con textos históricos que contextualicen el suceso y lo que ocurrió en ese punto concreto de la ciudad.
Los tótems permanecerán en la ciudad creando un nuevo circuito cultural que ayude a explicar a vecinos y visitantes cómo eran muchos edificios y rincones de Santander hace 75 años.
Los tótems contarán con códigos QR que permitirán la descarga de una app específica del incendio con fotografías geolocalizadas, audioguías en diferentes idiomas, mapas de situación, realidad aumentada e información accesible para personas con discapacidad.
La muestra servirá de soporte para realizar visitas guiadas para escolares y para el público en general, con la colaboración de las guías oficiales de turismo, así como de varios expertos en urbanismo y arquitectura que están mostrando ya su disposición a colaborar en el proyecto y hacer recorridos históricos que expliquen el antes y el después del incendio.
También se va a diseñar un cuadernillo de actividades sobre el incendio, para alumnos de 5º y 6º de Primaria, que completará las visitas didácticas a partir de la exposición y una visita específica por el Santander del incendio, así como por la exposición permanente del Incendio que existe en el Parque de Bomberos de Santander.
Archivo de recuerdos
Por otra parte, el CDIS pondrá en marcha el 'Taller de la Memoria del Incendio', que recogerá el testimonio de todas aquellas personas que quieran colaborar con sus recuerdos, que serán grabados para crear un archivo audiovisual a partir de la voz de los ciudadanos.
El taller comenzará en febrero, coincidiendo con la inauguración de una exposición en la sala Ángel de la Hoz del Centro de documentación de la Imagen, que mostrará imágenes estereoscópicas de la colección Víctor del Campo sobre el incendio, dando la oportunidad de ver fotografías en tres dimensiones del suceso.
Asimismo, se han programado conferencias temáticas sobre aspectos como las condiciones atmosféricas del incendio, la repercusión urbanística, la configuración sociodemográfica del área incendiada, la construcción de una nueva ciudad, el impacto económico, el incendio en los medios de comunicación de la época, la protección contra incendios en el siglo XXI, el incendio de Santander vivido por un niño de 6 años, y la crónica del incendio.
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