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m. gutiérrez
Viernes, 19 de mayo 2017, 17:21
Los hados son caprichosos como la vida y el destino. El «piensa mal y acertarás» parece una apuesta segura en cualquier predicción apocalíptica ya no de futuro sino de presente. Muchas veces el miedo que da la realidad que vivimos supera con creces cualquier argumento de ciencia ficción o terror. En medio de esta vorágine, Dioni Arroyo (1971) aporta su grano de arena con Fractura, su última novela, un trabajo de distopía Greenpunk.
Licenciado en Antropología Social y Cultural y diplomado en Educación Social, alterna su trabajo de funcionario con su faceta de escritor. En su polifacética vida, como poco, el vallisoletano ya ha firmado cinco novelas que le han elevado a lo más alto en el top de la literatura fantástica en Castilla y León, donde precisamente se ve recién estrenado en el cargo de presidente de la Asociación de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror.
En la capital cántabra va a presentar su libro que, sin duda, no va a pasar desapercibido. El título da una importante pista sobre todo en la comunidad donde cada vez que se escucha la palabra fractura el subconsciente casi añade de serie hidraúlica. En este caso, todo un acierto y de pleno.
«Quien se enfrente a Fractura, se encontrará con la vida de un niño de entre los diez y los diecisiete años que relatará su difícil vida castigada por la caída de la humanidad. Vivirá su primer amor, conocerá el valor de la amistad, la pérdida de seres queridos, y una trama de suspense por la que discurrirán mil historias. El telón de fondo será la ambición humana de obtener beneficios a corto plazo, aún a costa de contaminarlo todo, y dejarnos sin futuro», comenta Arroyo, quien decidió escribirlo en primera persona para que «el joven protagonista fuese un espectador privilegiado de cómo se desvanecen nuestras esperanzas, pero de cómo la lucha por la supervivencia nos impulsa a mejorarnos día a día».
Punto de inflexión
Esta representación ficticia de sociedad le da mucho margen para la reflexión. Según destaca «lo mejor de las distopías es que te permiten pensar sobre las consecuencias futuras de lo que estamos haciendo en la actualidad».
Cuando se documentó sobre el fracking se planteó una pregunta: «¿qué es lo peor que puede suceder si este gas repta por la superficie como una lengua?» Y así fue como dibujó el peor de los panoramas basándose en el mito zombie, que según ha averiguado, precisamente nace de la ingesta de la tetrodotoxina, una sustancia tóxica que procede del pez globo del Caribe, y que provoca una muerte cataléptica, de la que se despiertan sus víctimas sin recuerdos, sin identidad, actuando por puro instinto. Es ahí cuando el instinto te lleva a morder, a desgarrar, a comer impulsivamente. «Con el gas de esquisto he intentado crear un nuevo mito, que ataque a la cabeza, que provoque un apagado de las sinapsis cerebrales y sus consecuencias sean encontrarnos ante seres violentos que muerden, que carecen de recuerdos y sentimientos» explica. Ha reflejado la crueldad en su máxima expresión.
Quiere dejar claro que su novela es puramente especulativa, es ciencia ficción. Solo se ha puesto en el peor de los casos.
"Crear" nuevos lectores
José Luís Del Río, editor de Apache Libros y presidente de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, no se anda por las ramas: «La ciencia ficción y el terror son los géneros más infravalorados del panorama literario español. Los medios no dan el apoyo necesario a los autores de género españoles y, sin embargo, aplauden cualquier novela de autores extranjeros», sentencia.
Ante esta dificultad, los editores y escritores de género se mantienen vivos con fórmulas creativas y propuestas innovadoras. «El surgimiento de editoriales que apuestan por la ciencia ficción y el terror es un síntoma de que el género sigue generando interés a los lectores» comenta.
En Cantabria Alternativa conducirá una charla de introducción al género. Está convencido de que ahora es el momento del cambio generacional y ahí las jóvenes editoriales tienen mucho que decir. «Somos las únicas que arriesgamos, y lo hacemos de verdad porque nos jugamos nuestro escueto capital en proyectos que las multinacionales rechazan porque no superan su análisis de riesgo».
La apuesta literaria en la que se ha embarcado dice que tiene una recompensa importante: «crear» lectores. Hay interés por el género fantástico, por lo que hay que alimentarlo y darle vida. Necesita energías renovadas porque estaba en horas bajas. El lector no nace, se hace, y hay que cuidarlo.
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