Un policía mata a un toro suelto en el patio de caballos

Cuando el matarife intentaba apuntillar al toro devuelto a los corrales para matarlo y enviarlo a la sala de despiece -tarea esta que se hace cumpliendo el reglamento y en un departamento llamado 'manga'-, el morlaco derrotó contra una puerta, la rompió y salió al patio de caballos. Allí, hirió a una de las mulillas y levantó, sin hacerles aparentemente daño, a otras dos. Rápidamente, el corralero de la plaza, Kankel, salió corriendo al callejón de la plaza, en plena faena del torero, con la cara totalmente descompuesta, y pidió incluso a Cortés que parase, volviendo a la carrera al lugar donde se encontraba el toro, acompañado por varios agentes de la Policía Nacional. Mientras Salvador Cortés comenzaba la faena se oyeron los primeros disparos, y pronto corrió la voz de que había un toro suelto. A los primeros disparos siguieron otros, como si se tratara de sacrificar a varios animales. Los disparos se oían perfectamente desde todo los rincones del coso santanderino. Las carreras por el callejón eran constantes y de nuevo volvieron a sonar más disparos. Tras un silencio, sonó una ráfaga que puso final a unos cinco minutos de cierto desconcierto. El público, en su mayoría, sabía lo que pasaba y permaneció tranquilo en sus asientos.

Fue un agente de la Policía Nacional, apoyado por otros compañeros quien, desde un nivel más alto al que se encontraba el toro, disparó en varias ocasiones. Según testigos presenciales, a pesar de las balas encajadas, el morlaco no caía al suelo.

Al final, cuando dobló, el policía, siempre según lo visto por algunas personas, puso la pistola sobre el testuz del toro y le descargó una ráfaga de balas.