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N. BOLADO
Domingo, 15 de octubre 2006, 11:53
Sin querer emular, ni mucho menos, a los archivos oficiales de las administraciones, en este caso el del Ayuntamiento, existe en Torrelavega un archivo privado, curioso por sus diversos contenidos, que se brinda, gratuitamente, a cualquier ciudadano que busque datos sobre algunos aspectos de la historia local del último siglo pero, especialmente, en lo que a fotografías se refiere, tienen más de 2.000 imágenes, en su mayoría, del último tercio del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Han editado ya tres libros con aquellas fotos más representativas y fueron los primeros en hacer estas ediciones que luego han sido imitados por otras personas.
El grupo Torrelavega 1900 tiene su sede en un piso, propiedad del ex senador Ricardo Bueno, en el que tuvo su oficina parlamentaria de atención a los ciudadanos desde la primera legislatura democrática en la que representó a la UCD. Después este mismo espacio se fue ocupando por recuerdos, fotos y artilugios antiguos, algo en lo que tuvo mucho que ver su amigo, y también concejal, Manuel Quevedo un verdadero apasionado de la pequeña historia de la ciudad. Su antigua amistad la cultivaban en las charlas que mantenían en el famoso, y ya desaparecido, Hostal Terio, propiedad de la familia de Quevedo, donde mataban las horas de guardia hablando de las anécdotas de Torrelavega y viendo fotografías antiguas, y películas en super 8, a las que Quevedo era muy aficionado. Así, en el año 1976 se animaron a mostrar a la ciudad el material del que disponían y siempre contando con la ayuda 'en intendencia' de Ángel Montes, expusieron en el Círculo de Recreo decenas de fotografías de gentes y rincones de la ciudad. Aquella iniciativa tuvo un éxito sin precedentes lo que les animó a organizar un poco el archivo y a buscar más imágenes, objetivo en el que comenzaron a contar con la inestimable ayuda de un obrero jubilado de Sniace, Cándido Román, que hasta su muerte, en abril de 2001, ya nonagenario, fue una memoria viva de Torrelavega, y un 'ratón de biblioteca', que ayudó a desentrañar algunos aspectos de la ciudad que podían haber quedado inéditos, como la figura y la obra del pintor nacido en Tanos, y que desarrolló casi toda su obra en México, José Escudero Espronceda.
El éxito de la exposición les llevó a tener que organizar una segunda muestra en la sala de exposiciones Espi, y ya entrada la década, en 1986, se incorporó José Izaguirre, un químico jubilado que compartía ese mismo cariño por las cosas de su ciudad. Fue entonces cuando se hizo una gran exposición, en la entonces Caja de Ahorros de Santander, en su oficina principal, en la que exhibieron, perfectamente identificadas una a una, cientos de fotografías de Torrelavega y de sus ciudadanos, en lo que fue un éxito de público que pocas muestras habían tenido en la ciudad. Como resultado de esta iniciativa se publicó el primer libro de imágenes, Torrelavega 1900, al que seguirían otros dos más, editados en 1987 y 1998. Esta exposición se llevó a la Casa de Cantabria en Madrid.
Las fotografías y documentos han sido buscados, casa por casa, en un trabajo ímprobo que hay que reconocerle a Cándido Román, regaladas o bien compradas por Ricardo Bueno, especialmente las postales de la ciudad, muchas de ellas en rastrillos, incluso, de Madrid.
Entrar en su sede es como retroceder en el tiempo y contemplar una almoneda: miles de fotografías en los archivadores, objetos curiosos como la batuta del que fuera el primer director de la Banda de Música de Torrelavega, Candelario Sánchez (con sus iniciales grabadas), o la medalla de plata que los concejales colgaron de su cuello cuando, en 1924, se inauguró el actual Palacio municipal, los estatutos auténticos del Club de los Solteros, hasta el documento promocional de la construcción de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (1902) hasta las fichas deportivas de jóvenes torrelaveguenses, ahora conspicuos profesionales. Albumes de las tómbolas del Asilo, aparatos de radio antiguos, candados de vetustas puertas de la ciudad, cuadros, programas de fiestas y de toros, bolígrafos de propaganda de distintas épocas... Todo está a disposición de los ciudadanos que lo necesiten siempre que sea para un fin altruista y que beneficie a la ciudad. Han pasados casi cuarenta años desde que esta afición por Torrelavega se inició, con Ricardo Bueno y José Izaguirre son los cancerberos de este archivo pero cuentan, cuando lo necesitan , con Manuel Quevedo, Ángel Montes y el recuerdo de Román.
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