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Cientos de personas hicieron ayer cola junto al Palacio de Festivales, donde se pusieron a la venta 600 nuevas entradas. / M. DE LAS CUEVAS
Bruce Springsteen, 'rey' de Santander
HISTÓRICO

Bruce Springsteen, 'rey' de Santander

El concierto de 'El Jefe' en el Palacio de Deportes, centro de atención en toda Cantabria

ASER FALAGÁN

Miércoles, 25 de octubre 2006, 22:29

Santander vive hoy en torno a Bruce Springsteen. Por y para el jefe. En una cultura tan propensa a los mitos, algunos artistas se convierten en fenómenos sociales, y si se ha conseguido además subir al Olimpo de los dioses de la música se obtiene una leyenda llamada Springsteen que ha pasado de icono americano a azote del ultraconservadurismo de George W. Bush.

El rockero de New Jersey llega más reivindicativo que nunca para dar un concierto que, si no fuera un tópico, habría que catalogar de histórico; una cita que quedará grabada a fuego en el imaginario colectivo de los más de 8.000 afortunados con entrada cuando el Boss dé las buenas noches a Santander, cuando lance su sempiterno 'One, two, three, four' y el Palacio de los Deportes entre -no hace falta ser profeta para adivinarlo- en delirio. Por cierto, y esto sí que contra todo pronóstico, esta tarde sale a la venta otra remesa de entradas para los más rezagados.

Que nadie espere al rockero clásico de 'Hungry Heart', 'American Skin', 'Brilliant Disguise' y 'Born in the USA'; esto es otra cosa. Pero Bruce Springsteen está por encima del bien y del mal y ha reunido una banda de 16 músicos (The Seeger Sessions Band) que suena mejor que un ensemble. Vamos, que aún sin la E Street Band el tipo sabe roderase bien, así que poco importa que haya arrinconado su repertorio clásico y llegue con un banjo bajo el brazo para rememorar a Pete Seeger. 'We Shall Overcome' ha sido un éxito en Europa y todo el público coreará las canciones de un Seeger semidesconocido en España antes de Springsteen y que ahora ya todo el mundo celebra. El 'blowed away' que sirve de estribillo de 'My Oklahoma Home' será coreado hasta la extenuación por miles de españolitos que durante un par de minutos sienten una súbita e inconsciente empatía con el melancólico granjero de Oklahoma que afronta con cara de verlas venir la gran depresión.

El jefe llega a Santander con un repertorio impregnado de country, gospel, folk e incluso el jazz interpretados con una actitud rockera que recuerda a los eléctricos 'The Rising', 'Waiting on a Sunny Day' o 'Glory Days'. Temas todos ellos, por si queda algún despistado, fuera del repertorio, que gira en torno al 'We Shall Overcome' con pinceladas de otras rarezas de su discografía como el intimista 'Nebraska', encumbrado a los altares de los álbumes de culto y con el que Springsteen se destapó definitivamente como un creador que, ya consagrado como referente del mejor rock, estaba decidido a explorar nuevos territorios.

Justo como lo hace ahora, algo rural y más reivindicativo que nunca, con los temas más comprometidos y libertarios del viejo Seeger. Ya lo anunció a su llegada a España: «¿Por qué ahora? Porque ahora es el momento», en una época en la que los derechos civiles están en retroceso gracias a la segunda revolución 'neocon' de Bush. «Nunca he tenido más miedo, ni en la época de Vietnam», reconoce el autor de 'The River', cuya imagen es la antítesis de estrella malcriada e impertinente.

Eclosión

'John Henry' y 'Old Dan Tucker' abren un recital en el que sobre un sencillo escenario Bruce Springsteen and The Seeger Sessions Band transportan a un siempre anonadado público a un constante clímax en el que destacan los celebrados 'We Shall Overcome' y 'Oh, Mary, Don't You Weep', este último un auténtico terremoto folk que el Boss intercala con visitas a parajes recónditos de su discografía y revisiones de clásicos intimistas. Es el caso de 'Atlantic City' ('Nebraska), un casi irreconocible 'No Surrender' ('Born in the USA') y 'The River', del disco del mismo nombre, que ligan a la perfección con una herencia, la de Seeger, que Springsteen, en un ejercicio similar al que hizo Dylan con Woody Guthrie, ha sabido recoger a la perfección. Y como Dylan, recuperará con 'Jesse James' el sabor más agrio del oeste, el del pistolero que trasciende el tópico, el de los 'Pat Garret and Billy The Kid' que retrató Peckinpah.

En total, más de dos horas de recital en las que la leyenda del rock desgrana auténticos himnos contestatarios extraídos de la América profunda con los que ha cautivado al público europeo tanto o más que al estadounidense, como esta noche lo hará con el de Santander. Y eso que muchos se perderán parte del mensaje, enredado en ese hablar entre dientes que hace más difícil de entender su inglés a un pueblo poco dado por definición a los idiomas. Pero poco importa; son ya himnos de un lenguaje universal envueltos por el aura de un mito que ha puesto una ciudad literalmente a sus pies y esta noche se paseará a pocos metros de los mortales para cerrar con el resquebrajado sueño americano de 'American Land' un viaje a una tierra muy distinta a la de Bush. Un viaje que unos cuantos cántabros no olvidarán mientras vivan.

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