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ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Jueves, 9 de noviembre 2006, 02:34
No todo lo que dice el Papa va a misa, según se vio ayer en el Vaticano, porque puede haber dicho cosas que en realidad no ha dicho, o que le han hecho decir. Se trata de un extraño e insólito lío organizado por la oficina de prensa que vuelve a poner en duda el buen oficio del entorno de comunicación de Benedicto XVI, tras la polémica del discurso de Ratisbona que indignó al Islam en septiembre.
El embrollo empezó el lunes a mediodía, cuando la 'página web' de la Santa Sede publicó el discurso que el Papa Benedicto XVI había pronunciado ante los obispos suizos. Sin embargo a media tarde el texto desapareció y poco después un sorprendente comunicado informaba de que, en realidad, «no ha sido pronunciado». Para esas horas ya había aparecido hasta en 'L'Osservatore Romano', periódico que se edita por la tarde.
Visita 'ad limina'
Según explicaba la nota, el texto de la discordia «reflejaba el contenido de un borrador preparado precedentemente en relación con la visita de los obispos suizos de 2005», que ese año fueron a Roma a visitar a Juan Pablo II, pero no lograron verle porque ya estaba en sus últimas semanas de vida.
De hecho, esta visita 'ad limina' a su sucesor es la continuación de aquella que quedó interrumpida. En la nota no quedaba claro si el misterioso borrador era del mismo Wojtyla, de algún prelado o de Benedicto XVI.
El comunicado prometía el verdadero texto para el día siguiente y por fin ayer, tras divulgarse dos nuevos discursos, lo que quedó claro es que ninguno tiene nada que ver con el famoso borrador. Es más, son la transcripción de sendas improvisaciones del Papa, que llega a admitir tranquilamente que no ha tenido tiempo de preparar ningún discurso.
El texto fantasma contenía una dura crítica a una sociedad «descristianizada» y criticaba las uniones homosexuales, mientras el 'real' es una reflexión sobre la liturgia.
Responsable
¿Quién escribió el discurso atribuido al Papa? ¿Escribe Benedicto XVI sus textos? Parece que sí, pero ¿y Juan Pablo II? Parece que no. En fin, la última pregunta es quién ha metido la pata en la oficina de prensa, a la que llegó hace cuatro meses el jesuita Lombardi, en sustitución de Navarro Valls.
Ratzinger quiso ayer, miércoles, restar protagonismo a este departamento porque no cree necesitar portavoces ni que nadie revise sus textos. Pero lo que parece quedar claro es que algo está fallando en la política de comunicación del Vaticano, que a sus espaldas lleva varios errores sin precedentes y ahora hasta inventa los discursos al mismo pontífice.
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