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TOMÁS GARCÍA YEBRA
Domingo, 19 de noviembre 2006, 04:16
No suele ser una persona de juicios rotundos. Ni tampoco se prodiga en aseveraciones extremistas. Sin embargo su reciente conclusión sobre la especie humana va a levantar polvareda: «En estos momentos la mujer es superior al hombre». Y algunas ampollas. El psiquiatra Enrique Rojas (Granada, 1949) analiza en su último libro 'Adiós, depresión' (Temas de Hoy) la compleja psique que rige nuestros comportamientos.
- ¿Por qué es superior la mujer?
- Porque es más completa.
- ¿En qué?
- A la mujer le exigimos que sea madre de familia, esposa, amante, trabajadora, vigía de los estudios de los hijos... Es decir, que para ella no existen las horas extraordinarias. Su vida, en muchos casos, es una ininterrumpida sesión de horas extraordinarias.
- También hay hombres con una jornada laboral extensa.
- Sí. Pero el hombre, desgraciadamente, se limita a esforzarse en el terreno profesional y luego baja muchos enteros en el resto de exigencias. En la parte afectiva, por ejemplo, es un desastre. Cada día más.
- Explíquese.
- Al hombre, de siempre, le ha costado expresar sus sentimientos. No podía demostrar debilidad. Estaba mal visto. Ahora, con la democratización de las relaciones afectivas y sexuales, se ha agudizado el problema. Tiene terror a adquirir compromisos afectivos. Desea el ascenso profesional, es su refugio, y se olvida de todo lo demás.
- Y cuando llega a la cima sobreviene el desencanto. Porque tampoco era eso.
- Exacto.
- O sea, somos un desastre.
- No todo el mundo cae en ese error. Lo que sí es cierto es que las personas que sobrevaloran el triunfo material y subestiman las relaciones afectivas nunca pueden ser felices. Ni siquiera razonablemente felices, que es a lo que podemos aspirar.
- ¿Usted le cuenta todo esto a sus pacientes?
- Sí.
- Qué le responden.
- El otro día llegó a la consulta un abogado de cincuenta y pocos años. Se había enamorado de una jovencita de veinticinco que trabaja en su bufete. Tiene una mujer y tres hijos. La mujer, desde que se enteró, está destrozada, dos de los hijos con fracaso escolar y él se nota intranquilo, no duerme. Ha caído en una depresión. Este caso es frecuente entre los cincuentones y tiene un nombre en psiquiatría. Se denomina 'síndrome del último tren'.
- Antes la edad crítica eran los cuarenta. Ahora parece que ha subido el listón y son los cincuenta.
- El 40 por ciento de las rupturas matrimoniales actuales las protagonizan los hombres de más de 50 años. Si la ruptura va acompañada de una depresión, como el caso que he referido antes, resulta especialmente difícil de curar. Las depresiones exógenas son mucho más complejas de tratar que las de origen endógeno.
- ¿Cuál es la diferencia entre ambas?
- Las endógenas son incomprensibles, no hay nada aparente que las motive, pero se curan en poco tiempo. Le pongo un caso concreto: aparece una paciente con antecedentes depresivos en su familia. Te dice que en primavera se pone triste y se quiere morir. Así, de repente. En dos o tres semanas, con un tratamiento adecuado, se cura del todo. En cambio, las exógenas se comprenden fácilmente, pero ofrecen mucha más resistencia. ¿Qué le dices al abogado, por ejemplo, que se ha enamorado de una jovencita y no lo sabe asumir o no lo quiere asumir o ni él mismo sabe en realidad qué es lo que quiere? ¿Le recetas una pastilla?
- Usted sostiene en su ensayo que el 90% de las depresiones se curan.
- La medicina avanza a pasos agigantados y la psiquiatría no se está quedando para nada a la zaga. Hasta la depresión más endiablada tiene remedio. Tardaremos más o menos tiempo, pero la inmensa mayoría acaban desapareciendo.
- Cambiemos de tema. ¿A qué se debe el éxito de un doctor tan 'borde' como el doctor House?
- Volvemos al problema anterior: lo masculino sobrevalora la eficacia profesional y desprecia los sentimientos. Pero tampoco es verdad. Un hombre, o una mujer, que reniega de los afectos, o los esconde, es una persona mutilada. Y ella, además, lo sabe.
- El doctor House diría: 'Doctor Rojas, se le acusa de ser un psiquiatra elitista; un psiquiatra de derechas'.
- Le respondería con tranquilidad de conciencia que no es cierto. Por mi consulta pasan pacientes de todas las ideologías, del Atleti, del Madrid, y de todos los estratos sociales.
- ¿Qué le queda por hacer? A lo mejor entrar en la Real Academia Española.
- Me conformo con lo pequeño bien hecho. Esa es mi aspiración diaria. No miro más lejos.
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